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En la primera página de 'Ciberleviatán' (Arpa, 2019), José María Lassalle esboza un futuro incierto: «Una época que asistirá a la desaparición de la democracia liberal. [...] Un mundo de fibra óptica y tecnología 5G, dominado por una visión poshumana». El ensayo se adentra luego ... en escenarios asentados sobre datos, algoritmos, robots; sobre dinámicas que amenazan un sistema occidental heredado de las revoluciones francesa e industrial. ¿Hay, por tanto, un colapso de la democracia frente a la revolución digital?
Lassalle se trajo este jueves esta cuestión al Aula de Cultura de El Diario Montañés, celebrada en el Ateneo de Santander. Al exsecretario de Estado -de Cultura y de Agenda Digital-, exmilitante popular, profesor de Icade y director del Centro de Humanismo Tecnológico de Esade le acompañaron Luis Revenga, presidente de Editorial Cantabria; Manuel Ángel Castañeda, director del Ateneo, y el escritor Javier Menéndez Llamazares. Lassalle anticipó sus intenciones colocando una pizarra en el estrado y esbozando en ella sus explicaciones con rotulador.
Se avecina una especie de gran tsunami del que ya intuimos la retirada del mar, comenzó. «Ese mundo que es producto de la Revolución liberal francesa y de la industrial está siendo destruido, arrasado, transformado por la revolución digital», dijo al tiempo que mostraba su teléfono móvil. «El mundo ha cambiado y cambiará más».
La forma de organización política y económica, los vínculos sociales, incluso la relación con muerte, todo ello se transforma ya. Lassalle detalló los fundamentos del capitalismo algorítmico -«Nuestra libertad está siendo encerrada en una jaula de silicio»- que el entorno político no ha hecho sino alimentar, indicó, con su inacción y se detuvo en la involuntaria huella digital que dejamos. En su análisis del futuro analizó de refilón el presente: el gobierno de lo inmediato, una agenda política «emocionalizada», el auge de los fascismos.
Recetó Lassalle liberalismo tecnológico y señaló un vacío: «No afrontamos la reforma educativa para dar capacidad de empleabilidad a nuestros jóvenes. No estamos dando habilidades, críticas, analíticas, lógicas. El futuro del trabajo está en cómo nos vamos a relacionar con las máquinas». En ese futuro, augura, habrá dos clases sociales: una élite y una gran base (añadió mas tarde una tercera, instalada en el desempleo tecnológico permanente). «Una clase media que será la que tenga que colaborar con las máquinas. No sabemos cómo, pero va a tener que hacerlo. Ese es el nuevo trabajo. Lo que tiene que hacer nuestro sistema educativo es ayudar a pensar cómo podemos hacer que nuestros jóvenes colaboren con las máquinas».
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