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Apenas habían transcurrido 38 minutos desde la última campanada cuando Winy y Diego, un matrimonio colombiano residente en Santoña desde hace once meses, pudieron ver por fin la carita de su bebé, Gabriel, sin saber aún que se acababa de convertir en el primer cántabro ... nacido en el recién estrenado 2023. Aunque estadísticamente era más probable encontrar en la planta de maternidad de Valdecilla a los protagonistas de unas de las noticias que no falta cada 1 de enero, la sorpresa fue que en esta ocasión el primer parto del año se atendió en Laredo, después de una madrugada sin nacimientos en el hospital de Santander. De hecho, hubo que esperar hasta pasadas las nueve de la mañana (09.11 horas) para añadir el segundo nombre a la lista de nacidos en 2023: Jaime, primogénito de la pareja formada por la santanderina Laura Igone y el segoviano Jaime Tabanera. A lo largo del día, otras dos mujeres dieron a luz en Valdecilla, una a las diez de la mañana, en parto natural, y otra a las 15.00 horas, por cesárea.
Gabriel y Jaime, además de compartir fecha de cumpleaños, tienen algo en común, y es que ambos llegaron antes de lo previsto. Los padres del primero, Winy, de 28 años, y Diego, de 33, reconocen que llevan un año «repleto de sorpresas». Y la del nacimiento de su primogénito se lleva la palma. «Lo esperábamos hacia el 15 de enero», explica Diego, sin perder la sonrisa que acompaña a ambos mientras contemplan el dulce descanso de la criatura que se empeñó en romper los pronósticos y asomó en la semana 38 de embarazo. Lo hizo con un peso de 2,908 kilos y 48,5 centímetros. Y se convirtió en el mejor mensaje de Año Nuevo para la familia que, al otro lado del charco, aún contaba las horas para tomarse las uvas, porque allí eran las seis de la tarde. «Están encantados. No han dejado de llamar y de interesarse por el bebé y por la mamá», explicaba Diego, que al mismo tiempo reconocía que no había caído en el detalle de que su hijo era el primero en llegar al mundo en la región. «Nos ha pillado por sorpresa cuando nos lo han dicho», explicaba.
Winy, algo fatigada tras unas horas intensas, se mostraba «encantada» con el trato recibido en el hospital pejino, donde se afronta la maternidad de una manera que a ella le resultó sorprendente. «Todo es muy diferente a nuestro país. El niño me lo entregaron a mí y estuvo mucho rato conmigo, encima de mí, contacto piel con piel, algo muy diferente y que me ha gustado mucho», reconocía. Previamente, también se sintió reconfortada en el momento clave del parto. «Me daban aliento, me animaban diciéndome '¡tú puedes, eres una guerrera!', y eso me motivó mucho», destacaba. «Ha sido una experiencia única, no hay palabras, muy bonito todo, nunca se me olvidará», relataba emocionado el papá.
Ambos parecían haber olvidado la intensa Nochevieja que habían pasado, cuando, a las cinco de la mañana del sábado, se plantaron por primera vez en el hospital pejino ante las primeras contracciones seguidas de la rotura de aguas. «Pero nos mandaron de regreso, porque apenas había dilatado un centímetro», relataba Winy. Ya por la tarde, regresaron al centro sanitario, porque las sensaciones auguraban un desenlace más próximo.
Y más inesperada aún fue la llegada de Jaime, en Valdecilla, puesto que faltaba casi un mes para que su madre saliera de cuentas (el 26 de enero). Laura y su marido, Jaime, se habían desplazado a Santander desde Madrid el pasado viernes para pasar la Nochevieja, el Año Nuevo y los Reyes con su familia. Así que iban a aprovechar estos días de vacaciones para hacer las compras de Reyes. Nada hacía pensar otra cosa hasta que en la madrugada del domingo, alrededor de las seis de la mañana, Laura comenzó a sentir algunas molestias, «algo que no me había pasado en todo el embarazo» y «como se repetían y no se me pasaban, decidimos venir al hospital». Una vez en Valdecilla, la informaron de que había roto aguas. «Este ha sido el mejor regalo de Reyes», comentaba la madre con satisfacción mientras explica que «el seguimiento del embarazo lo he hecho tanto en Madrid como en Santander y, aunque ha sido un poco más engorroso, al final ha sido una suerte porque así tenían también toda la historia en Valdecilla».
Santanderina de nacimiento aunque vive en Madrid desde hace doce años, donde trabaja en marketing, Laura (37 años) tenía pensado dar a luz en la capital cántabra, eso sí, dentro de cuatro semanas. El bebé, el primer hijo de la pareja, se llama Jaime como su padre y pesó al nacer 2,250 kilos. «Es chiquitín», dice la mamá esbozando una sonrisa y, por ello, deberá estar 72 horas en el hospital en lugar de las 48 habituales para hacer un mayor seguimiento de sus primeros días de vida. «Estará un día más porque está rozando lo prematuro», explica, mientras Jaime emite un pequeño sonido que hace sonreír a los papás, quienes comentan que «lo de prematuro parece que no le ha gustado».
«La famosa hora corta se me ha hecho larga», confiesa Laura al recordar un parto que «ha sido muy intenso porque no hemos llegado a la epidural». Ya han decidido que alargarán un poco sus vacaciones en Santander y esperarán a que «Jaime crezca un poquitín para volvernos a Madrid porque allí están todas sus cosas». Ambos destacan el trato recibido desde su llegada al centro sanitario donde «no he visto gente tan encantadora, desde la primera persona que nos atendió cuando llegamos hasta el último, todos han sido amabilísimos», insiste Jaime.
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