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Ganaderos que se rinden

Ganaderos que se rinden

Declive ·

Las malas condiciones del sector provocan un cierre progresivo de estabulaciones en Cantabria

Abel Verano

Santander

Lunes, 20 de diciembre 2021, 06:52

José Manuel - San Emeterio Secadura

«Cobras la leche, pagas el pienso, la luz y el gasoil; y no te queda sueldo»

José Manuel San Emeterio junto a su tractor Sane

El pasado mes de abril, José Manuel San Emeterio decidió poner fin a 44 años dedicado a la explotación lechera. La malas condiciones que atraviesa el sector y el agotamiento que genera un trabajo tan «esclavo», con jornadas de «doce y catorce horas», fueron el detonante de una decisión de la que se siente muy satisfecho. «No me salía rentable y el cuerpo ya no te responde igual». Ahora, a las puertas de su jubilación (tiene 64 años), este vecino de Secadura (Voto) ha optado por pasarse a la ganadería de carne con el objetivo de que su mujer, que ha tirado del negocio hasta ahora junto a él, «tenga un sueldo».

Cuando apenas tenía 20 años, José Manuel adquirió una finca de su padre, que fue pagando «poco a poco», y compró 30 vacas de leche. Con el paso de los años su estabulación fue creciendo hasta llegar a contar con 60 reses, en el momento en el que decidió poner fin a este trabajo. «Treinta las manejas bien, pero sesenta para un matrimonio ya es demasiado. Y eso que teníamos maquinaria».

Cuando puso en marcha su estabulación tuvo que acometer una «importante inversión»: la cuadra, un tractor, un cargador-segador que le costó cuatro millones de las antiguas pesetas (24.000 euros), ordeñadoras, tanque... «Dedicarse a la leche es muy esclavo, da mucho trabajo. Hay que tirar mucha leche, desperdiciar muchas vacas. Cobras la leche, vas a pagar el pienso y no te queda sueldo. Echas gasoil, pagas la luz, pagas lo que te viene por el banco… Y hay que tener en cuenta que los autónomos no tenemos sueldo. A veces te queda sueldo y otras no te queda nada y tienes que comer con el del mes anterior. Y es mucho trabajo mañana y tarde». Y no solo eso, porque luego están los gastos de los productos que se echan a la leche, «que siempre han sido carísimos», además del pienso, cuyo precio ha subido «cinco céntimos el kilo». «Gastaba 14 kilos por cada una de las 60 vacas que tenía», afirma.

«El ordeño es muy esclavo, tienes que estar todo el día con él y da pérdidas»

José Manuel asegura que hace años los ganaderos estaban «muchísimo mejor» porque no les exigían tantos requisitos y había que matar menos vacas. «No digo que no estén bien todos esos requisitos que piden ahora, pero que luego nos paguen lo que nos corresponde. Es que está la leche más barata que hace 30 años cuando se tiró a 60 pesetas el litro y estaba en ollas».

Este ganadero de Secadura explica que a día de hoy se mantienen los grandes productores. «Menos de 2.000 o 3.000 litros al día no vende nadie ya, los ganaderos que vendían de 500 a 1.000 litros han tenido que cerrar todos. A las fábricas no les salía rentable, por el transporte, ir a buscar la leche a aquellos que vendían poca cantidad. Y lo han tenido que dejar porque no les recogían la leche. Si estabas un poco lejos y tenías muy poca leche no les interesaba ir a buscarlo».

Un futuro negro

José Manuel se muestra satisfecho con la decisión que ha tomado. «Me he quedado 35 vacas de carne. Las mantendré gracias a la finca. Yo tiraré con la jubilación y con esto a ver si me da para el sueldo de la mujer. Sin generar gastos a ver si vendo unos 'terneritos' gordos y salimos adelante. La finca algo da».

Desde que decidiera poner fin a la explotación lechera, vive una etapa de su vida mucho más tranquila. «El ordeño es muy esclavo. Tienes que estar todo el día en él. Y ahora es la cuarta parte de trabajo. Las tienes paciendo ahí y se arreglan ellas solas. Es un mundo aparte. El no trabajar no está pagado con dinero. Y el dinero que se gana con la leche es esclavo, esclavo, esclavo si ganas algo, porque muchas veces trabajas para tener pérdidas», lamenta. Con este panorama, este veterano ganadero ve el futuro del sector «negro». «Leche tendrá que seguir habiendo. Pero que en España no podamos trabajarla por los bajos precios puede provocar que al final el campo desaparezca».

Juan Antonio Regato - Ribamontán al Mar

«La situación actual, psicológicamente, te desgasta mucho. No es rentable»

Juan Antonio trabaja ahora en una granja por cuenta aejan Sane

«Trabajamos con un producto que si a las 48 horas no te lo han recogido, lo tienes que tirar». Apenas tenía 16 años cuando comenzó a trabajar en la explotación lechera que tenía su madre en Suesa (Ribamontán al Mar). Empezó con 25 o 30 vacas y llegó a tener 45, pero hace año y medio decidió dar de baja la estabulación porque «no me salía rentable». A diferencia de otros ganaderos, Juan Antonio Regato no había realizado una gran inversión y, por tanto, «me fui sin créditos».

Ahora trabaja en una ganadería más grande que la suya, SAT El Cruce (Pontones), pero por cuenta ajena. «Hay mucha diferencia entre lo que tu cobras por tu producto y lo que cuesta lo que tienes que comprar. Mi granja la sacaba adelante con la siega de los prados. Pero hay momentos en los que no es suficiente. Tienes que comprar pienso, pacas... Yo contrataba a empresas que me prestaban ciertos servicios, que venían a hacerte el silo, por ejemplo. Pero eso también se ha encarecido como consecuencia del incremento del precio del gasoil».

Juan Antonio, que está soltero y vive con su madre, cuenta que tardó bastante tiempo en dar el paso de cerrar su estabulación. «Alargué muchísimo la situación». Dice que empezó a tener menos vacas y que el desencadenante fue que tuvo que someterse a una operación de una hernia inguinal. «Dije: Lo quito y luego empiezo con otra cosa».

«Al final quedarán en Cantabria 300 o 400 ganaderías a base de subvenciones»

Según reconoce este ganadero, «hubiera preferido dedicarme a otra actividad». Pero le ofrecieron trabajar en la granja de El Cruce y, después de un año, «no es que esté mal pero sigo amarrado. En la producción de leche sabes que hay que estar domingos». El día en que atendió a este periódico se encontraba de día libre, «aunque he trabajado todos los días de fiesta».

«Ahora sigo con las manos atadas, trabajo de 06.00 a 12.00 y de 16.30 a 20.00 horas. Todos los días, salvo uno que descanso. Si te vas a una granja, aunque sea por cuenta ajena, sigue siendo esclavo», cuenta.

Aun así, su nueva vida laboral nada tiene que ver con la que tuvo durante 37 años (ahora tiene 53). «Nunca tuve un día libre. Si quería ir a alguno sitio, cuando volvía tenía que hacer las tareas. Y vacaciones no he tenido nunca. Todo eso, psicológicamente, te desgasta muchísimo», señala Juan Antonio, al que le fue «imposible» contratar ni siquiera un empleado. «Con tener un sueldo para mi y para mi madre me tenía que conformar».

Aunque, por el momento, tiene una estabilidad laboral, reconoce que el futuro del sector pinta «mal». «Mucho tiene que cambiar». Además, ha variado su percepción sobre las grandes explotaciones lecheras. «Creía que las granjas grandes funcionaban de otra manera. Ahora veo que están trabajando para pagar los créditos que tienen acumulados. Han ido mejorando, han invertido, han hecho naves... pero todo eso está sin pagar».

Juan Antonio cree que, viendo la tendencia que está teniendo el sector, «al final quedarán 300 o 400 ganaderías a base de subvenciones, porque encima están cobrando de la Política Agraria Común (PAC)». «En el momento que les quiten eso igual es cuando tienen que cerrar. Eso, en cualquier momento, se tiene que acabar porque no puedes mantener un negocio a base de subvenciones».

Con lo que tampoco está de acuerdo este ganadero es con las manifestaciones que se han producido en las últimas semanas delante de las fábricas, «porque también están cogidas, ya que los supermercados les imponen un precio». «Si ellos tuviesen buena salida de su producto, seguro que nos pagarían más. Las manifestaciones habría que hacerlas en los supermercados que son los que se llevan la mayor tajada». Eso sí, dice que en los supermercados el problema que tienen es que «venden muy poca leche».

Raúl Aguirre - Seña (Limpias)

«El futuro lo veo mal, van a desaparecer todas las explotaciones pequeñas»

Raul decidió hace unos meses pasarse al ganado de carna Sane

Tenía 36 años cuando su madre se jubiló, dejando 15 vacas de leche. Pensó que era buen momento para coger el testigo, a pesar de que se había dedicado hasta ese momento a la construcción. Cinco años después ha puesto fin a un proyecto que no le sale rentable como consecuencia del aumento de los gastos de producción y los escasos ingresos. Raúl Aguirre, vecino de Seña (Limpias), comenzó su andadura en el mundo ganadero con muchas ganas. «Me dieron una subvención de 40.000 euros por incorporarme al sector como ganadero joven con el compromiso de permanecer al menos durante cinco años». Con ese dinero amplió la estabulación, comprando unas 16 vacas, e invirtió en maquinaria. A partir de ahí fue criando ganado hasta llegar a tener unas 65 vacas. Y dos años después decidió cambiar a la producción ecológica.

El problema vino ya el año pasado, cuando la empresa a la que vendía su leche, Lactalis (Lugo), «nos bajó el precio». «Pero este año la bajada ha sido una barbaridad, hasta 14 céntimos. Y dije que hasta aquí, porque es lo comido por lo servido. Estas trabajando de lunes a domingo y ves que lo que entra por un lado sale por otro», apunta Aguirre, que ahora se ha pasado a la cría de ganado de carne (tiene 25 vacas), además de regentar la Posada Rural El Nozal, dos actividades con las que «voy tirando». También tuvo un bar en Seña, pero lo quitó por la misma razón que las vacas de leche. «No podía estar todo el día silbando, no salía nada».

«El mes que cobras te llevas una alegría, pero el que no, te llevas una depresión»

Raúl comenta que decidió cambiarse a la producción de leche ecológica porque se paga mejor. «Me pagaban el doble, aunque también me daban más trabajo. La comida que viene de fuera, tiene que tener un certificado ecológico, luego te ponen un límite de pienso (de 16 o 17 kilos diarios consume una vaca normal y 7 kilos una ecológica), tienen que salir todos los días a la calle, los medicamentos están censurados, tienes permitidos tres tratamientos al año por vaca...». De media llegó a vender entre 600 y 800 litros diarios. Y dice que cada vez hay más explotaciones de este tipo en Cantabria, «aunque también hay más problemas para entregar la leche». De hecho, conoce el caso de un ganadero de Palencia que ha adquirido una estabulación «y quiere vender más leche pero no se la recogen».

Costes elevados

Raúl apunta a varios inconvenientes a los que los ganaderos de Cantabria tiene que hacer frente, además de la bajada del precio de leche. «El pienso cada vez está más caro. Cuando yo le dejé el kilo se pagaba a unos 60 céntimos. Luego está la subida del gasoil, la del plástico para el forraje, que ha subido 15 euros este año y se prevé una subida de 30 para 2022. Y la luz. Con trifásico se paga mucho más».

Este ganadero cree que si todo esto no cambia, es decir, que el Gobierno reduce los impuestos de todas estas materias primas, «el futuro lo veo muy mal. Las explotaciones pequeñas van a desaparecer porque no renta. Se está cambiando prácticamente el dinero, sin tener un día de descanso ni vacaciones. Si hay meses que no me quedan mil euros lo mejor es dejarlo y marchar a la cantera, por ejemplo, que sí lo voy a ganar y encima tengo días de descanso».

Con todas estas adversidades, Raúl cree que ningún joven va a querer embarcarse en este trabajo. Como ejemplo, cuenta el caso de ganadero de 18 años de Tarrueza (Laredo) que apenas ha tardado un mes en decidir quitar sus vacas después de adquirir una estabulación. «Decía que no le salían los números».

Por eso Raúl lo dejó y se dedica al ganado de carne. «Los gastos y el trabajo son menores. También dicen que los ingresos, pero por lo menos dan un poco más de vida. Porque con la leche, el mes que cobras te llevas una alegría, pero el que no, te llevas una depresión. Ahora las vacas las tengo en casa tres meses por el mal tiempo, pero el resto del año están por el campo paciendo».

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