«Tengo ganas de jubilarme y miedo a perder la rutina laboral»

Entre ellos, algunos han hecho hincapié en sus ganas de disfrutar de la nueva etapa, pero otros han manifestado cierto temor a perder su rutina laboral, como Elena Cuesta: «Siento algo de miedo a que la casa me atrape. Perder la costumbre de ir a la oficina y ver a mis compañeros no va a ser fácil. Creo que es bueno tener obligaciones y estar atareada. Como tengo nietos, me voy a volcar en ayudarles y llevarles al colegio y a sus actividades».

Muchos han acudido a la convocatoria acompañados por sus familiares y bromeando sobre cómo les ha cambiado la vida: «Me acuesto más tarde y me levanto también más tarde y, a pesar de todo el tiempo que tengo para mí, me da la sensación de que hago menos cosas al día. El tiempo da menos de sí al estar libre», contaba Marta García, que ocupó durante años un puesto en el Hospital Sierrallana dependiendo del Icass.

Otro recién jubilado, Manuel Fernando -durante años chófer del presidente Miguel Ángel Revilla- reconoció que él se ha sentido «muy a gusto trabajando, pero asumo este momento con ilusión. Estoy bien de salud y tengo muchas aficiones: soy algo chapucillas, me gusta ir al pueblo y 'aporrear' el acordeón».

Otros, aunque salen de la vida laboral pública seguirán trabajando. «Voy a ayudar a mi hijo que está montando su empresa y también a mi mujer, que también tiene una empresa», ha señalado Francisco Javier Parra tras poner fin a su carrera en el Instituto Cántabro de Estadística, donde ejerció desde el 2006. El estadístico también tiene planes de ocio: «Estoy haciendo el Camino Lebaniego desde Castilla, por fases».

Pilar Rodríguez, conserje en el IES Santa Cruz de Castañeda, por su parte, hace gala de su iniciativa para aprender cosas nuevas: «Ya me he apuntado a una actividad de caligrama, voy a hacer el Camino Lebaniego y dedicaré tiempo a contemplar a mi marido y a mis nietos».