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La lentitud del tren de Cercanías que conecta Santander con Liérganes ayer sacaba de sus casillas a algún pasajero: «Dan ganas de salir a ... empujarlo», protestaba Albillo Fernández cuando el vagón avanzaba a apenas diez kilómetros por hora. «Si la línea ya estaba mal y encima la empeoran con esto, apaga y vámonos». Esta frustración, compartida por otros usuarios, coincidió ayer, domingo, con el estreno del nuevo sistema de Anuncio de Señales y Frenado Automático (ASFA), que obliga a reducir la velocidad en algunos tramos y ralentiza el viaje. Ahora, el trayecto entre la capital y el final de la línea de cercanías en Liérganes dura 54 minutos, cuando antes eran 40. Esto es, 14 minutos más, lo que obliga a suprimir 44 de las 212 frecuencias semanales que FEVE ofrecía hasta el sábado.
El ASFA es una obligación del Reglamento de Circulación Ferroviaria que las líneas de Ancho Métrico, las de la antigua FEVE, deben tener instaladas como muy tarde el 1 de julio. En la línea Santander-Cabezón de la Sal ya está en funcionamiento desde hace tiempo, así que sólo faltaba el que une la capital y Liérganes, que comenzó ayer entre las protestas de los usuarios.
«No hay derecho a que hagan esto. Será por seguridad, pero no le veo mucho sentido que en algunos ratos vayamos casi parados. Si salgo a andar, casi que llego antes», criticaba otro pasajero que prefirió omitir el nombre.
Luz Cepeda | Viajera
Pilar Pigazo | Viajera
Este hecho será uno de los puntos importantes a debatir en la próxima cita de la Mesa del Ferrocarril, que se reunirá mañana con la presencia de ADIF, que se ausentó en la anterior cita de diciembre.
La taquillera lo advertía ayer ya en las estaciones de Santander: «Tenga en cuenta que a partir de hoy se cambian los horarios. Las salidas de Santander son a las horas y cuarto; y desde Liérganes, a las horas y veinte». En el tren, alguno iba despistado: «No tenía ni idea porque no voy con prisa, pero esto va a ser una faena muy gorda para todos los que lo cogen a diario para ir a trabajar. Te obliga a reorganizarte la vida», opinó Luz Cepeda, que ayer viajaba de la capital cántabra a La Cavada.
El problema para los más mayores es que ADIF no ha hecho mucha publicidad del cambio. «No nos han dado ni un mísero papel. Y yo no puedo estar a buscar los horarios en el móvil, ni lo puedo mirar en las pantallas porque no veo nada», protestó Pilar Pigazo. «Lo que sí sé es que igual mañana (por hoy, lunes) a alguno que lo coja para ir a trabajar le va a dar un buen susto».
Ayer, domingo, el panorama era más relajado porque nadie tenía prisa. Sin urgencias. Subió al tren un matrimonio con hijos en El Astillero para tomar algo en Solares; unos chavales que volvían de una noche de diversión en la capital; o gente mayor.
El viaje entre Santander y Liérganes en el tren que salió de la capital a las 11.15 horas, llegó al destino justo a la hora prevista: las 12.09 minutos. El trayecto fue ágil porque en un día festivo, con pocos pasajeros, fueron varias las estaciones donde nadie subió ni bajó, como en San Salvador, Heras o Ceceñas.
Hubo pasajeros que se tomaron con filosofía la espera a la que obliga el nuevo horario. Como un grupo de jóvenes: «No nos importa mucho si tarda más o menos pero es verdad que esto va lentísimo», protestaban sin mucha convicción porque durante la espera comentaban en un corrillo algo gracioso que habían visto en las redes sociales.
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