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El exmagistrado de la Audiencia Nacional, Manuel García-Castellón, aprovechó la conferencia que ofreció ayer en el Ateneo de Santander, bajo la organización de la Asociación Foramontanos Siglo XXI, para hacer una férrea defensa de los jueces, en general, y de su trayectoria profesional, en ... particular.
García-Castellón lamentó la situación actual que vive el colectivo de jueces por los ataques constantes por parte de la clase política. «Cuando te metes con los que son muy malos, como no hagas lo que quieren, te van a destruir profesional y personalmente, me advirtió un compañero. Ahora me doy cuenta de que ha sido mucho peor».
El exmagistrado de la Audiencia Nacional entiende que se critiquen las sentencias, pero otra cosa es llegar a la «calumnia, la injuria y el insulto». «Sabía que los malos me tenían en su punto de mira, pero no podía imaginarme ataques de otras instituciones del Estado. Es muy grave que en un Congreso de los Diputados te llamen de todo menos bonito y ni la Fiscalía General del Estado ni la Abogacía del Estado intervengan. No nos defiende nadie», lamentó.
A García-Castellón, que divide su trayectoria profesional en tres etapas, le «preocupa» ese mensaje que se manda a los compañeros y, sobre todo, a los jueces jóvenes, de «no toques a los poderes porque si no les gusta te van a poner la cabeza del caballo en la cama». Por eso, hace unos días planteaba, en declaraciones a este periódico, que «la Constitución tendría que tener un poder fuerte que proteja a los jueces».
Dicho esto, confesó su «forofismo» por el sistema anglosajón, donde «el respeto a los jueces es inmaculado». «En Estados Unidos la figura del juez es Dios. Pero aquí, cuando en el año 1985 desapareció el delito de desacato, nos quedamos con una mano delante y la otra detrás. Es muy grave lo que está pasando», afirmó, al tiempo que dijo que «jugar con las instituciones del Estado es muy doloroso para mí». «No se dan cuenta de la frivolidad que supone descalificar la labor de los jueces».
Y de lo general a lo personal. García-Castellón, que durante su conferencia contó varias anécdotas como esa en la que tuvo que invitar a una decena de cigarros al cabecilla del comando Andalucía de ETA para que reconociese 22 asesinatos, describió esos meses de «angustia» que vivió cuando se querellaron contra él por presunta prevaricación. «Desde que se presentó la querella hasta que se archivó pasaron seis meses en los que tuve sobre mi la espada de Damocles. Lo he pasado muy mal».
Una vez finalizada su intervención, los asistentes tuvieron la oportunidad de plantear preguntas al exmagistrado. Algunas de ellas cuestionaron su profesionalidad al hacerse eco de informaciones periodísticas (y otras que no lo son) que le encasillan como un juez conservador alineado con el Partido Popular y en contra de Podemos.
De todo ello se defendió García-Castellón. Sobre su vinculación con el PP, explicó que los archivos de los casos contra Esperanza Aguirre y Dolores de Cospedal fueron ratificados por la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional y que procesó al exministro popular de Interior Jorge Fernández Díaz. «Para llevar a alguien a juicio tiene que haber un fundamento, pruebas. No se puede tener a alguien durante meses con pena de banquillo sin algo sólido. Porque lo fácil en los bares es juzgar, pero luego hay que tener pruebas. Además, el juez está muy vigilado y me alegro de que sea así. Está el fiscal, las acusaciones particulares, los abogados de las defensas», explicó, al tiempo que reconoció que «si lo llego a saber, me meto a fiscal, para no tener que sufrir lo que he vivido».
Respecto a Podemos, quiso dejar claro que no ha llevado «ningún procedimiento contra ese partido político».
Antes de jubilarse, García-Castellón tuvo que archivar el 'caso Tsunami', en el que había imputado por terrorismo al expresident Carles Puigdemont, después de que la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional lo corrigiera por haber prorrogado un día después de lo permitido la causa (en julio de 2021).
«¿Con esta causa pretendía hacer justicia o estar en los medios?», planteó un asistente. A lo que el exmagistrado respondió que él remitió al Supremo una exposición de 53 folios con los indicios que había recopilado. «Desgraciadamente, cada cierto tiempo hay que prorrogar las instrucciones. Nos cogió el covid, apenas había gente en el juzgado y se nos pasó el plazo por un día».
«¿No debería ser más autocrítico por perder meses investigando en causas que no han llevado a nada?», interpeló otro asistente. «Claro que me habré equivocado, pero siempre he trabajado con buena fe y cuando me miro al espejo no me avergüenzo de nada».
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