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María José Sáenz de Buruaga acaba de cumplir cuatro años como líder del Partido Popular de Cantabria tras la ajustadísima victoria -con el 50,22% de los sufragios- de marzo de 2017 frente a su rival en el último Congreso, el expresidente regional Ignacio ... Diego. Una legislatura que ha sido de todo menos sencilla por la profunda división que sufrió la formación conservadora a causa de las heridas de aquella cita cainita, la pérdida de apoyos electorales en los comicios autonómicos que por primera vez propició que el PRC se convirtiera en la lista más votada o los choques y diferencias de criterio entre las direcciones nacional y regional tras la llegada de Pablo Casado al poder. Desencuentros que culminaron con el intento de descabalgar a la candidata natural a la Presidencia de Cantabria en favor de la exatleta Ruth Beitia por el método del 'dedazo'. Decisión discrecional de la calle Génova sin consultar a los cargos y militantes de la comunidad autónoma que no llegó a materializarse, pero sí sirvió para enrarecer aún más el ambiente.
En ese contexto se presenta Sáenz de Buruaga ante los afiliados a pocos meses del Congreso regional del PP. Un cónclave que se celebrará, previsiblemente, en el mes de septiembre. El equipo de Casado está diseñando una convención nacional para el mes de octubre y quiere que para entonces estén renovados todos los órganos de los territorios. Antes del verano deberán resolverse los congresos provinciales y posteriormente vendrán los autonómicos. Y el secretario general del PP a nivel estatal, Teodoro García Egea, la persona a la que Casado ha encargado la coordinación de esta tarea, ya tiene casi cerrada la fecha para Cantabria. No sólo eso, sino que trabaja decididamente para que los populares lleguen a la cita con una única candidatura.
El objetivo es doble. En primer lugar, la dirección nacional considera que la formación no puede permitirse el lujo de afrontar los costes de otra batalla interna de la dimensión de la de hace cuatro años. Un riesgo que considera cierto teniendo en cuenta que aquel cisma no se ha resuelto y el abismo entre las dos familias sigue sin cerrarse. Es más, personalidades destacadas que en la última ocasión apoyaron a Sáenz de Buruaga ahora se han convertido en la verdadera oposición interna por encima de los restos del 'dieguismo', como es el caso del diputado Diego Movellán -amigo personal de Casado desde su etapa en Nuevas Generaciones- y distintos cargos en las Cortes y en el Parlamento de Cantabria como Lorenzo Vidal de la Peña y Álvaro Aguirre.
Cuatro años difíciles Pese a las diferencias con el líder nacional, Buruaga mantiene un alto apoyo de alcaldes y militancia
Ronda de llamadas García Egea está hablando con cargos representativos de la región con la idea de crear una lista «de unidad»
Los posibles aspirantes Movellán es de la máxima confianza de Casado, que también ve con buenos ojos a Gema Igual
Se vio, por ejemplo, en la última reorganización del Comité de Ejecutivo de Cantabria, cuando la senadora Amaya Landín, la diputada Elena Castilla, el que fuera director de la campaña de Casado en la región, Juan Corro, o la concejala castreña Ana Urrestarazu entendieron que habían sido excluidos de este órgano por su sintonía con el líder nacional. O más recientemente, cuando Génova suspendió de forma tajante aludiendo a la pandemia el proceso de renovación de las juntas locales -algunas muy importantes como Torrelavega, Laredo, Castro o El Astillero- al comprobar que los afines a Sáenz de Buruaga habían reunido más avales que los de la corriente crítica.
Eso en clave regional. Pero es que en clave nacional también hay una estrategia muy marcada. García Egea pretende en Cantabria lo mismo que en el resto de federaciones: propiciar que estén al frente personas afines a Casado. Por el momento, pese a los intentos de rebelión de algunas provincias de Andalucía, Castilla y León o la Comunidad Valenciana, el secretario general se ha salido con la suya y las candidaturas promovidas -al menos respaldadas- por Madrid son las que han triunfado.
Cabe recordar que Buruaga, que en estos años se ha logrado el apoyo de una parte importante de la militancia y los alcaldes, apostó por Soraya Sáenz de Santamaría, la aspirante que resultó perdedora en la pugna por sustituir a Mariano Rajoy tras la moción de censura. También lo hicieron Alberto Núñez Feijóo en Galicia o Juanma Moreno en Andalucía, pero la diferencia es que ellos sí están en el Gobierno.
Génova tiene clara la meta y también que no se pueden cometer los mismos errores que con el 'caso Beitia', así que antes de intervenir quiere sondear el terreno de juego e intercambiar impresiones con quienes están en el día a día del partido en Cantabria. En las últimas semanas, García Egea ha emprendido una ronda de conversaciones con figuras relevantes de la formación para que expongan sus argumentos. Que opinen sobre la situación del PP en la región y aporten ideas sobre la persona que debería encabezar esa hipotética candidatura de unidad. Aparentemente no hay nada decidido, pero es sabido que Sáenz de Buruaga no tiene la simpatía de Madrid.
El otro nombre que se pronuncia con frecuencia en esas conversaciones es el de la alcaldesa de Santander, Gema Igual, otra de las caras más conocidas por los cántabros además de la propia presidenta regional y el diputado Movellán. La alternativa «más evidente» si Sáenz de Buruaga da -de forma más o menos inducida- un paso atrás. La duda es si la regidora de una de las pocas capitales españolas que siempre ha estado en manos del PP, que en su momento apoyó a la actual líder, quiere asumir este reto.
Además de su proyección pública, entre las virtudes más importantes que ven en la calle Génova a la regidora es su capacidad para reconstruir puentes internos. Porque a pesar de que se posicionó al lado de la actual líder regional en el último Congreso, está bien vista por muchas de las principales figuras del equipo de Ignacio Diego.
A solo 48 horas para el inicio de las votaciones, el Comité Ejecutivo del PP cántabro tuvo que suspender el pasado mes de noviembre el proceso de renovación de las juntas locales tras una orden directa de la dirección nacional. Génova argumentaba que el órgano que convocó las elecciones -el Comité Ejecutivo- no era «el competente» y que las restricciones como consecuencia de la pandemia podían limitar los derechos de los candidatos y los votantes, por lo que obligó a paralizar todo el proceso interno para sorpresa del equipo de Buruaga.
Fue el secretario de Organización nacional, Teodoro García Egea, el que comunicó la decisión a la presidenta autonómica y por el momento no ha permitido reanudar estas primarias que afectaban a municipios como Torrelavega, Laredo o Castro. A día de hoy, todo sigue paralizado.
La medida provocó un profundo revuelo entre la militancia y el enfado de alguno de los aspirantes. Se renovaban los órganos locales en 33 municipios y en cinco de ellos se habían presentado dos listas: en Torrelavega, Castro Urdiales, Laredo, El Astillero y Noja. En estas cinco localidades, los candidatos cercanos a la presidenta regional iban por delante en la recogida de avales. Es decir, que por lo menos 'a priori' tenían más posibilidades de hacerse con la victoria. La lectura que hicieron los afectados fue que, en el marco de la batalla interna, el equipo de Pablo Casado había frenado el proceso en busca de una mejor oportunidad para favorecer así a los afines al diputado Diego Movellán, cabeza visible de la corriente crítica.
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