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«Más turistas y más sol, más gente en la playa y más trabajo». La ecuación es obvia para los socorristas y este verano tocará resolverla. Al frente del equipo de Cruz Roja estará un año más Agustín Salán (Santander, 1974). «Estamos preparados», repite.
–¿ ... Cómo va la temporada?
–Muy tranquila. No hemos tenido muchos días de buen tiempo, pero estamos preparados, en coordinación con los ayuntamientos, el Gobierno de Cantabria y el 112, para lo que nos pueda venir, para el máximo en cuanto a turistas.
–¿Cuál es el día tipo en el que saben que la cosa se complica?
–Los de mucho calor, perfectos de playa, con poco viento. Mucha temperatura y un grado de humedad muy alto. Por eso recomendamos que se eviten las horas centrales del día. Los problemas son por golpes de calor, infartos... Cosas graves. Si hay mucha gente podemos tener picaduras o cortes, pero las cosas graves son las vitales. O un ahogamiento, pero eso viene más influido por el tema de las olas y, teniendo el servicio como lo tenemos establecido, se suele dar en otras circunstancias, fuera del horario o donde no hay socorristas.
–Entonces, les da más trabajo la playa que la mar.
–Mucho más. El agua es nuestra principal fuente de vigilancia porque no es nuestro medio, la zona primaria. Pero los problemas gordos se dan en tierra. El tema es que en tierra se subsanan mejor. Por eso, lo que intentamos es prevenir para que esos problemas no se produzcan dentro del agua, porque se complicarían. La prevención es lo más importante.
–Hablaba de picaduras. El año pasado el número de atenciones fue alto por las medusas y los peces escorpión. ¿Se repetirá?
–No lo sabemos, pero parece que sí. Por estadística, cuando empieza el verano con temperaturas altas del agua, las corrientes de la zona del Golfo de Vizcaya que van entrando desde el Atlántico van trayendo las medusas. A las carabelas portuguesas las mueven las corrientes y el viento. Esas temperaturas nos indican que hay muchas posibilidades de que lleguen.
–O sea, que confirman que el agua está más caliente.
–Sí, sí. Otros años empiezas el servicio y no se baña mucha gente. Pero ahora da gusto meterse. Estamos con temperaturas normales de mitad de verano.
–¿Qué hay de distinto en el socorrista de hace veinte años y en el de ahora?
–Más que en el socorrista, en el socorrismo. Se trabaja más la prevención. Antiguamente estábamos vigilando y de la torre saltábamos al agua. Ahora intentamos estar en la orilla, en contacto con los usuarios, señalizar los peligros. Una actuación más proactiva que reactiva. Siempre decimos que el mejor rescate es el que no hacemos. En cuanto al perfil es gente joven. Y dado que eligen venir, suelen ser muy responsables y sensibilizados con lo que hacen.
–¿Y el comportamiento de la gente ha cambiado?
–Algo sí. La gente es más responsable, está más sensibilizada con el trabajo. Si pones una bandera o señalizas un peligro, lo asumen y son más conscientes. Hay más información. Antiguamente, ponías carteles para prohibir el baño y te colocaban la toalla encima. No es una anécdota puntual. Pasaba. O te decían que no lo habían visto. Ahora te hacen más caso.
–Este año son 280. ¿Tienen problemas para encontrar personal, como pasa en otros gremios?
–Más que por falta de gente es porque andamos justos con los tiempos para la burocracia. Nuestro departamento de Recursos Humanos se pega un trabajo extraordinario para cuadrar todo. Obviamente, cumplimos toda la reglamentación y te cuesta dar las charlas de prevención, de protocolos... Y empezamos en época de exámenes de la EBAU o la universidad, propio del perfil que tenemos.
–El sol, la playa... Parece idílico, pero habrá situaciones difíciles.
–Es un trabajo que te da cosas gratificantes pero también es tedioso estar horas vigilando la misma superficie de agua o por la orilla vuelta y vuelta. Y hay paros cardíacos, gente que has tenido que sacar del agua o que, desgraciadamente, ha fallecido. Es duro. En Cruz Roja tenemos un departamento de psicólogos por si vemos que algún compañero tiene un problema. Imagina un socorrista, con ese perfil de edad que hablamos, que ha sacado el curso y en la primera semana tiene algo así.
–Seguro que, en lo personal, recuerda algún caso.
–Contaré uno que acabó bien. En Liencres, llegamos al servicio unos 25 minutos antes de la hora y, llegando, desde la carretera, vimos que había tres personas en el agua. Del coche saltamos directamente al agua y sacamos a los tres por los pelos. Eran dos niñas y el padre, y a una de las niñas la tuvimos que trasladar a Valdecilla. Por suerte, se recuperó, pero si nos hubiera cogido un semáforo más o si ese día no hubiéramos ido antes...
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