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Esta Semana Santa excepcional en la que la Iglesia no puede celebrar los actos principales de su fe deja tristeza en la comunidad cristiana, pero el obispo de Santander, Manuel Sánchez Monge, explica que «el gran dolor viene por los fallecidos, que no son números sino individuos con familias que no ha podido despedirles». También agradece que los hospitales dejen a algunos sacerdotes dar asistencia espiritual a los enfermos.
-¿Cómo vive esta Semana Santa que no se puede celebrar?
-Es una Semana Santa especial, marcada por el dolor y el sufrimiento al no poder celebrar los misterios centrales de nuestra fe en familia, en comunidad, al no poder reunirnos por la urgencia sanitaria. Cómo no echar de menos el Domingo de Ramos a los niños y cofrades que llenaban la catedral. Es un dolor para la familia de la fe al verse limitada, pero este dolor no es comparable con el que sentimos por los fallecidos. Para nosotros no son un número, son individuos con familias que no han podido despedirles. Los enfermos tampoco son un número, son personas que no tienen a sus seres queridos cerca para recibir cariño.
-¿Y su estado de ánimo?
-Estoy tranquilo porque debo mantener la serenidad para transmitirla a los demás, pero también siento una tristeza muy grande y la esperanza de que todo esto pase y que el Señor nos eche una mano. Los hombres debemos colaborar para poner fin a la epidemia, pero el Señor puede echarnos una mano definitiva y estamos seguros que lo hará.
-¿Cuál es su mayor preocupación en esta crisis sanitaria?
-Las personas mayores, que son más vulnerables y añaden, mejor dicho añadimos, porque el obispo de Santander no es precisamente joven, al virus otras enfermedades que ya tenemos y hace más daño. En nuestra diócesis tenemos muchísimas residencias y en la inmensa mayoría de ellas les atienden muy bien y están dando el do de pecho para acompañarles y animarles, procurando entretenerles y vigilando que no entre el virus, que se ha conseguido en muchos centros. En otras, ha entrado y es un momento muy delicado. Las personas mayores han hecho tanto por nosotros y les ha tocado tanto sacrificio en sus vidas que ahora no pueden sentirse abandonadas y que las dejamos solas. Tenemos que ser especialmente cuidadosos y cercanos con ellas.
-¿Cómo se siente dando misa sin fieles en las iglesias?
-Muy mal, se echa mucho de menos a la gente, ya que toda la celebración está pensada para que los fieles canten, respondan y comulguen. Ofrecemos una comunión espiritual y retransmitimos en Popular Televisión los oficios para que lleguen a las casas.
-La Conferencia Episcopal ha solicitado más medios de protección para que los familiares puedan acudir a los entierros.
-En los hospitales se está dejando pasar a un familiar para que acompañe en la despedida y, poco a poco, sé que se va abriendo la mano a los sacerdotes para que puedan dar asistencia espiritual, con las medidas de protección pertinentes. Tenemos que decir una palabra de aliento para todos los médicos auxiliares, celadores, limpiadores, todo el mundo que trabaja en los hospitales exponiendo su vida, a veces sin la protección necesaria. Por eso, tenemos que apoyarles en reivindicar su derecho para ejercer su profesión en unas condiciones mínimas exigibles.
-Cáritas se ocupa de las personas más vulnerables. Como dice la organización 'La caridad no cierra'. ¿Le parece que su labor pasa desapercibida?
-Hay un dicho del Señor que dice 'Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha', pero en esta sociedad de la comunicación tenemos que dar a conocer lo que hacemos. Cáritas siempre está muy cerca de quienes viven en la exclusión social. Esta crisis se ceba con los que están menos protegidos y a Cáritas se le multiplica el trabajo. Cáritas de Santa Cruz de Bezana ha estado tan cerca de las necesidades que los concejales se han sentido movidos a la decisión laudable y que les honra de donar las dietas que les corresponden por los plenos de 2020.
-¿Existe una colaboración fluida en esta crisis entre la Diócesis y el Gobierno regional?
-La diócesis acaba de acoger en el monasterio de Soto Iruz a un grupo de 30 albaneses que estaban sin cobijo, ocupando un local abandonado de Nueva Montaña, viviendo en circunstancias muy penosas. Ha surgido a solicitud de la consejera de Políticas Sociales, a la que ya se lo habíamos ofrecido. Es muy importante la colaboración estos días. Ni el Gobierno regional solo, ni la Iglesia, ni otras instituciones podemos hacer nada aislados, pero sí podemos hacer mucho uniendo fueras y poniendo los recursos al servicio del bien común.
-Algunos medios de comunicación han denunciado un intento de censura a la COPE por parte del vicepresidente Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos. ¿Cree que está en riesgo la libertad de expresión?
-La libertad de expresión, igual que la libertad religiosa, corren siempre peligro. Hay que estar vigilando para que no obedezcan a determinados intereses. No dispongo de esa información a esa escala, pero podría ser cierto porque los planteamientos de Unidas Podemos y de la Iglesia son en muchos puntos divergentes.
-El movimiento 8-M ha llegado a la Iglesia y las religiosas del monasterio de Suesa han reclamado cambios en su papel dentro la institución. ¿Está de acuerdo con ellas?
-Está claro que Jesús en el Evangelio tomó posturas respecto a las mujeres que rompían moldes. La Iglesia ha dado un papel importante a las mujeres, pero todavía tenemos que seguir avanzando para que accedan a puestos de toma de decisión. En nuestra diócesis estoy colaborando para que ocupen más puestos de responsabilidad; tenemos directora en la COPE, en Cáritas y en Proyecto Hombre, y queremos seguir promoviendo su presencia en puestos de responsabilidad.
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