«Mucha gente vive atada a su pasado»
La charla del sábado ·
Compagina su familia numerosa con una editorial, una librería y la escritura. Más que una valiente se ve como una «insensata», pero con organización «se llega a todo»Secciones
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La charla del sábado ·
Compagina su familia numerosa con una editorial, una librería y la escritura. Más que una valiente se ve como una «insensata», pero con organización «se llega a todo»Philippine González-Camino (Madrid, 1972) se pasó la infancia «devorando» libros y con 18 años publicó su escribió su novela, «¡la cual nunca publiqué porque era muy mala!», cuenta entre risas. Los libros y la escritura marcarían su vida desde muy joven. De padre ... español y madre francesa, sus veranos transcurrían entre las casas de campo de Francia y de Esles de Cayón (Cantabria), rodeada de primos y de meriendas en el jardín. Esa admiración por los libros la llevó a querer crearlos y difundirlos. A modo de desafío, en un mundo dominado por los Goliat de la venta digital, abrió, junto a otros dos socios, una librería en pleno barrio Salamanca, de Madrid, Los Editores, y montó su editorial, La Huerta Grande. Además, este año ha escrito su cuarto libro. Divide su tiempo entre Madrid, Esles y Nueva York, donde estudian sus hijos. Una intrépida que se atreve con todo aquello que le hace ilusión y que sabe que puede.
-En su último libro, 'La memoria de los vivos' (Galaxia Gutenberg), se ha metido de lleno en la historia de su familia. Muchos no somos capaces de pasar de nuestro cuarto apellido. No veo a las nuevas generaciones muy interesadas en su propia historia.
-Conocer el pasado de una familia es algo bonito y desde luego muy enriquecedor. Saber de dónde venimos es parte de un conocimiento, que nos ayuda a entender mejor las cosas. Pero debe servir para construirnos, no para limitar nuestras opciones de vida. Mucha gente vive atada a su pasado, sin ponerlo en cuestión y eso nos hace menos libres para tomar nuestras decisiones. Y está ese dicho atribuido a tantos: 'Quien no conoce la historia está condenado a repetirla'. Hay que buscar un equilibrio entre conocer y saber desprenderse de eso que heredamos, para avanzar.
-¿Cómo ha sido ese salto en el tiempo? ¿No le ha dado miedo en algún momento encontrar algo que no le gustara sobre su familia?
-Yo misma tengo cosas con las que no me gustaría encontrarme. Como persona parto de esa premisa fundamental. Y como escritora, mi interés es reflejar a las personas con todas las aristas posibles, porque si no, nunca se podrán crear caracteres ricos y creíbles. Hay además, un peligro en el que trato de no caer: juzgar el pasado con mis valores, los que yo me doy y los de mi tiempo. Por eso, mirar hacia atrás exige un esfuerzo de comprensión mayor. De todos modos, no encontré crímenes ni cosas horribles. Este trabajo también ha sido especial porque ha tenido a un buen investigador. Rotundamente, sí. Mi tío Fernando González-Camino, que lleva años investigando y a quien dediqué la novela. Digamos que le he robado su investigación y encima la he puesto patas arriba, poniéndola al servicio de la ficción y de la literatura. Sin él no hubiera escrito esta novela. Tampoco sin mi madre, que es la que siempre me contó más cosas de la familia.
-En un mundo en el que las librerías a pie de calle empiezan a ser un concepto romántico, usted abre una en pleno barrio Salamanca, de Madrid, donde se codea con las grandes marcas de lujo. ¿Cansada de que le digan que es usted una valiente?
-Diría más bien que soy una insensata. Hemos abierto en la 'milla de oro' una tienda en la que el margen de ganancia es del 30% con un precio medio de la mercancía de 15 euros. No salen los números, se mire por donde se mire. La valentía está en aguantar.
-¿Los Editores es un espacio exclusivo para los libros o es más camaleónica?
-Es un espacio concebido para los libros y todo lo que tiene que ver con ellos. Organizamos presentaciones, clubes de lectura, tertulias, conciertos, lecturas poéticas, actividades infantiles...
-¿En qué librería del mundo me recomendaría que me perdiera?
-En las que tenga cerca de su casa o en su ciudad.
-¿Cómo ve la salud de las librerías en Cantabria?
-Como las del país en general. Regular. No porque sus propietarios o los libreros no tengan entusiasmo y ganas de sacarlas adelante, porque hoy todo va en contra de este negocio. En Sarón, al lado de mi pueblo, una chica abrió hace unos años una pequeña librería. Duró menos de dos años. Una pena. Pero quisiera saber si tuvo alguna ayuda. Supongo que no.
-¿A qué escritor vivo o muerto le gustaría hacer una presentación en su librería?
-A Flaubert. Leía a sus amigos en voz alta sus libros antes de llevárselos al editor. Le pediría que hiciera una lectura de 'Madame Bovary' antes de ser publicada. Como primicia mundial.
-También es editora. Junto a otros dos socios creó La Huerta Grande. ¿Además de por ilusión personal, podría decirse que un poco por obligación ante la imposibilidad de muchos escritores de sacar adelante sus libros?
-Creamos La Huerta Grande hace cinco años. Empecé con Fernando Gomarín, que editaba la colección de los Encuentros de Esles, que dirige él (encuentros culturales). Me picó el gusanillo. Y sí, quise dar oportunidad a gente que aún no había sido publicada, aunque también publicamos a autores que tienen una carrera muy consolidada. La edición es otra cosa peligrosa porque el gusanillo se agarra bien.
-¿Se siente más escritora que editora o ya no hay frontera entre uno y otro oficio?
-Escritora. Sin lugar a dudas. Ambos son oficios maravillosos, pero si tengo que prescindir de algo será de la edición. Escribir es para mí una manera de estar en la vida.
-Su pasión por los libros la combina con una familia numerosa (cuatro hijos). He leído que creó su librería porque las cosas se intentan cuando se puede. Y usted podía. ¿Cómo se organiza la vida?
-Apoyándome en los demás. Es cierto que he pasado cinco años frenéticos con tantos frentes abiertos. Lo más difícil fue montar un equipo. Contar con gente en quien delegar y confiar. Eso ya lo tengo. Y siempre digo a mis hijos que con una buena organización el tiempo da para hacer muchas cosas.
-'Cotubín' es la casa familiar de Esles. Posee uno de los jardines más especiales de Cantabria. Y también dónde se organizan encuentros culturales. ¿Qué supone para usted pasar tiempo en este lugar?
-La gloria. Es mi hogar, está mi gente: mi familia y mis vecinos. Es donde quiero pasar algún día la mayor parte de mi tiempo.
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