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A. Machín
Tama
Miércoles, 22 de febrero 2023, 18:54
Paco tiene 91 años y, en sus recuerdos, está el relato de niñez de un paraje que incluye un camino con una curva en el río, una ermita y una estructura de piedra que él llama «paredón». Lo que trata de describir Paco es el ... lugar de Tama (Cillorigo de Liébana) en el que enterraron a las víctimas de uno de tantos brutales ajustes de cuentas entre bandos durante la Guerra Civil. En este caso, de los sucesos en Liébana de septiembre de 1937. El río es el Colio, la ermita es la de San Francisco (Castro Cillorigo) y el 'paredón' es una estructura de piedras como contención de la carretera que va unos metros por encima. Lo que Paco contó hace pocos días a los investigadores abre otro frente. Puede encajar. Por ahora habían estado buscando una fosa «con once o doce personas» muy cerca de allí. En una zona a unos doscientos metros que también podría ajustarse a la descripción. En una superficie de 8.000 metros cuadrados han rastreado con un magnetómetro y con un georradar. Pero, a falta de cotejar esos datos y procesarlos, la información obtenida no parece, en principio, concluyente. Por eso, las esperanzas están puestas ahora en ese punto que describe Paco. Desbrozarán y empezarán las tareas de prospección con las máquinas.
Una de esas máquinas es el magnetómetro. Nacho Jiménez, arqueólogo (de NJ Arqueología y Patrimonio), lo montaba este miércoles en presencia del vicepresidente Pablo Zuloaga y de la directora general de Patrimonio y Memoria Histórica, Zoraida Hijosa, que visitaron la comarca. Es un espacio conocido como Coterón de la Pra, junto al tramo de carretera que va de Castro-Cillorigo a Tama. Lo primero (esa tarea es de la Dirección General) fue recabar testimonios. «La colaboración es esencial», indicaba Zuloaga, que hablaba, en base a esos testimonios, de unos hechos que «encajan con la llegada del bando nacional a Liébana y el famoso paseo que se produjo las noches del 3 y 4 de septiembre de 1937 en las calles de Tama. Un paseo ejemplarizante en el que las víctimas que buscamos, a raíz de los testimonios, fueron arrastradas amarradas a un camión». Habló, en este sentido, «del «alcalde de Pesaguero, gente de la industria de Liébana, transportistas...». Once –podrían ser doce– personas.
Jiménez describió los trabajos que se han llevado a cabo. Tras los relatos para tratar de delimitar la zona, la tarea técnica (lo que él ha hecho). El magnetómetro, que busca anomalías en el terreno compatibles con un enterramiento, y, después, «haciendo especial hincapié en esos puntos», el georradar. En la primera zona (también en otro punto de búsqueda en Anievas) ya han terminado las dos fases. Ahora toca procesar los datos. Pero no parece haber indicios suficientes como para empezar a excavar. «Y las certezas solo se obtienen excavando». No es, en todo caso, un terreno fácil. Está muy 'trillado'. A simple vista destaca una red de riego con canalizaciones, elementos de estabulaciones, de saneamiento, la sucesión de obras de sobreancho de la carretera... Y las crecidas del río. Hechos que han removido mucho el terreno y, de estar allí, incluso podrían haber afectado a la fosa.
Por eso, tocó darse un paseo. Siguiendo el cauce del río, un camino estrecho y algo embarrado hasta llegar, en un terreno algo más elevado, a un claro que ahora está cubierto de zarzas. Lo dicho, la curva, la ermita en la otra orilla, el «paredón»... «Es habitual que los testimonios apunten al buscar una fosa a lugares distintos, pero cercanos. Entre las dos localizaciones puede que no tengamos doscientos metros», comentaba el arqueólogo. Hablamos de los recuerdos infantiles de personas de edad avanzada. «Sabiendo el número de personas –continuó Jiménez– buscamos un tamaño de fosa aproximado. Buscamos anomalías geofísicas coincidentes con ese tamaño». En este caso, al tratarse de «once o doce personas» (en otros puntos buscan restos de un único cuerpo o dos) sería un espacio removido de dimensiones considerables.
¿Y a qué profundidad? «No suelen ser elementos muy profundos. No esperaríamos más de tres metros. Además, es un terreno con afloramientos rocosos, que dificultaría cavar. Pero no es sólo la profundidad en la que se realizó la fosa en su momento. También lo que se puede haber aportado a posteriori al estar cerca el talud de una carretera reformada en distintas ocasiones», explicaba el experto.
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