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El catálogo de árboles singulares de Cantabria merma de forma natural. El Consejo de Gobierno de Cantabria acordó en una de sus últimas reuniones descatalogar varios de sus ejemplares. El motivo principal es su muerte anunciada por edad, enfermedad o por una ventolada como ... el reciente caso de la centenaria encina de Zurita. Su grado de protección obliga al pronunciamiento de este órgano para que autorice su tala, principalmente por la seguridad de las personas al ser ejemplares que ya no es posible recuperar.
Incluir un árbol en el catálogo de ejemplares singulares de Cantabria requiere muchos requisitos, porque no todo vale. Pero lo mismo pasa si nuestro ejemplar está enfermo y hay que poner fin a su dilatada vida. Se imponen requisitos en los que hay que justificar bien los motivos y hay que realizar varios trámites administrativos y burocráticos, hasta el punto que es el propio Consejo de Gobierno de Cantabria quien autoriza o no su descatalogación y tala.
El pasado mes de noviembre salieron del catálogo tres ejemplares. Uno de ellos era una de las hermanas gemelas de encinas de Hazas de Cesto, ubicada en una finca particular del barrio de La Iglesia. El motivo por el que se decidió su 'apeo' y posterior descatalogación es «porque está enferma y eso puede suponer un peligro», especifica el director general de Montes y Biodiversidad, Ángel Serdio. La encina que se ha autorizado eliminar es la que está ubicada «más al este». Según el catálogo, la misma, al igual que su 'hermana', tenía más de 200 años de antigüedad.
El segundo caso afecta a un fresno ubicado en la finca El Bosque de Las Fraguas, en el municipio de Arenas de Iguña.
Y el tercer ejemplar que ha sido descatalogado es la centenaria encina de Zurita de Piélagos. Un imponente árbol pegado a la ermita de San Julián. El pasado mes de octubre un temporal de fuertes rachas de viento la acabó tirando al suelo, cortando así en seco su dilatada historia en el municipio.
Todo este patrimonio natural, que es al mismo tiempo historia viva ligada a los pueblos, debe ser conservado para que las próximas generaciones puedan disfrutar de la misma forma que nosotros. A esta exigencia respondía la redacción del Decreto 82/1985, de 29 de noviembre, por el que se aprobó la elaboración del catálogo y su reglamento. Una redacción a la que, según el actual director de Montes, «habría que darle una vuelta». Y es que se trata de una perspectiva ya obsoleta, en la que el catálogo ha llegado a incluir especies que muchas veces no reunían los méritos especiales para estar en el singular inventario. «Sí merecería la pena dar un repaso al catálogo, porque puede haber especies autóctonas que merecen estar y otras no, al ser alóctonas», explica Serdio, haciendo referencia a que los criterios por los que se rigió el presente inventario están ya algo caducos tras casi cuarenta años de historia.
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