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No es bueno que Cantabria tenga Presupuestos y que se empiecen a ejecutar el 1 de enero? Yo creo que sí, pero parece que hay gente que no lo ve así’. Miguel Ángel Revilla se envolvía en esta reflexión retórica el lunes pasado en los ... pasillos del Parlamento, apenas unas horas después de que el consejero de Economía, Juan José Sota, registrase en la Cámara las cuentas para 2018 y sólo unos minutos antes de que el propio Sota compareciese ante el Pleno para dar explicaciones por el retraso en el trámite presupuestario. Revilla volvió al pasillo en este momento para ahorrarse otro cabreo como el que mostró siete días antes, cuando el portavoz de Podemos, José Ramón Blanco, le desafió a no pactar los Presupuestos con el diputado que abandonó Ciudadanos, Juan Ramón Carrancio. Pero a Revilla no le hacía falta el mutis por el foro: la presidenta de la Cámara, Dolores Gorostiaga, bien aleccionada desde los escaños que protegen al Ejecutivo, puso coto al discurso podemita antes incluso de que entrase en terreno escabroso.
La escena parlamentaria ayuda a ilustrar hasta que punto inquieta al Ejecutivo que el debate político se centre en que los Presupuestos 2018 vayan a depender del voto del ‘diputado 18’ de la coalición PRC/PSOE, según la expresión que ha hecho fortuna para describir a Carrancio tras desvincularse ruidosamente de la disciplina de Ciudadanos.
«El Gobierno tiene amarrado los Presupuestos con el tránsfuga Carrancio», claman indignados desde Podemos y Ciudadanos. El PP también lo entiende así, pero se pone de perfil porque el gobierno de Gema Igual en el Ayuntamiento de Santander también depende de los dos concejales afines a Carrancio. Ellos sí son considerados tránsfugas y no tienen la consideración legal ni las prebendas que el Parlamento ha mantenido a su jefe. En fin, normas diferentes en una institución y en la otra para tratar un mismo caso. Todo será legal, pero resulta muy poco convincente
El Ejecutivo, en efecto, cuenta con el salvavidas de Carrancio para sumar la mayoría parlamentaria, aunque preferiría tener un respaldo más sólido y más presentable. Ni es fácil ni hay tanto donde elegir. Del PP, claro, no espera ninguna colaboración sino la rotunda enmienda a la totalidad de las cuentas como todos los años. Tampoco del único diputado de Ciudadanos, Rubén Gómez, que prepara su propia reprobación presupuestaria.
O sea, sólo queda Podemos, que ya propició la investidura de Revilla y la aprobación de los primeros presupuestos de la legislatura. De entonces acá ha corrido mucha agua bajo el puente, porque el aliado de antaño se convirtió luego en el adversario más fiero, pero el Gobierno cree que la posibilidad de negociación con Podemos debe ser explorada –de hecho ya lo hace– y que hay margen para asumir algunas de las prioridades presupuestarias en materia económico-social y medioambiental que la formación morada ya fijó en el acuerdo de investidura de 2015. Podemos aborda su estrategia presupuestaria en los órganos de dirección y se mantiene a la expectativa.
En esta posibilidad de diálogo operan muchas variables. Para empezar, la división interna en Podemos, que genera posicionamientos y sensibilidades diferentes entre los tres diputados de su grupo. Por otra parte, un hipotético respaldo presupuestario al Gobierno no sería compatible con el de Carrancio. En cambio, la relación con el nuevo PSOE de Pablo Zuloaga podría ser más fluida de lo que ha sido bajo el mando de Eva Díaz Tezanos, sobre todo si en estos días se sustancia el relevo de Salvador Blanco al frente de Sodercán que Podemos persiguió como un gran objetivo durante tanto tiempo.
El Ejecutivo y los partidos que lo sustentan, PRC y PSOE, que han demostrado cintura de sobra para alcanzar con unos y otros grupos la mayoría parlamentaria que no tienen, comenzarán esta semana a tomarle la temperatura a la oposición. Su intención es llegar al 28 de noviembre, la fecha fijada para el debate de las enmiendas a la totalidad, con una idea cabal de los apoyos que pueden esperar para los Presupuestos de 2018, el año previo al de las elecciones autonómicas y municipales.
Si prospera un acuerdo con un partido homologado como Podemos, mejor. Si no, siempre podrán decir que lo han intentado y jugar el comodín de Carrancio. En este caso, aguantar el tirón, exprimir el discurso de que el Gobierno no tiene ninguna responsabilidad en la fractura interna de Ciudadanos y de que el voto del diputado fugado es legal, libre y no comprado, Y claro, confiar en que el eco mediático de esa alianza tan controvertida que acompañe a la aprobación de los Presupuestos el 22 de diciembre se difumine entre la resaca de las elecciones catalanas, la emoción de la lotería de Navidad y los villancicos que reciben a la Nochebuena.
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