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Priorizando la conexión con Bilbao, el gobierno y los empresarios de Cantabria han eludido sumarse a las plataformas políticas y económicas que reclamaban extender el Corredor Atlántico, un eje ferroviario en el que la Unión Europea volcará parte de sus subvenciones. A limar esas asperezas se dedicó ayer una mesa redonda organizada en el Centro Asturiano de Madrid. El presidente del Foro Jovellanos, Ignacio García-Arango Cienfuegos-Jovellanos, recordó los lazos comunes de las épocas pre y romana y la Edad Media para defender volver a esas alianzas. «Todos los territorios del noroeste no somos nada solos y debemos unirnos sinérgicamente para buscar la nueva frontera, a la que llamamos ahora Corredor Atlántico», ilustró.
Para lograrlo, propuso «un ejercicio de catarsis, para desechar nuestros localismos, nuestras conveniencias coyunturales, nuestro egoísmo y nuestro afán de protagonismo». Se trata de hacer del Cantábrico «tanto el patio de la casa de todos los ribereños, tal cual lo fue hace siglos, como nuestra puerta al mundo». Un escenario bien diferente al actual, donde «en un tramo de costa que equivale a un tercio de la mediterránea, compiten a muerte Oporto, Vigo, A Coruña, Ferrol, Gijón, Santander y Santurce-Bilbao, así como otra serie de puertos menores, todos ellos absolutamente viciados por su localismo megalómano, que los condena exclusivamente a sus áreas locales de influencia», apuntó el ingeniero.
En la mesa redonda participaron el vicepresidente del Foro Jovellanos, Avelino Acero; la vicepresidenta primera de la Casa de Cantabria en Madrid, Carmen Ruiz Ballesteros; su vicepresidente segundo, Pedro González Macho, y el propio presidente del Centro Asturiano en Madrid, Valentín Martínez Otero.
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