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María José Sáenz de Buruaga tuvo la opción de seguir los pasos de sus correligionarios en otras comunidad autónomas (Valencia, Aragón y más recientemente Murcia) e integrar en su Gobierno a Vox. Podía haber cerrado un acuerdo con la formación de Santiago Abascal para ... disfrutar de una legislatura tranquila con una cómoda mayoría absoluta, pero la líder del PP de Cantabria, que se quedó a tres escaños de no depender de nadie tras las elecciones del 28M, utilizó la libertad que Feijóo dio a sus barones -libertad relativa, porque Génova sí impuso su criterio en Extremadura- y decidió iniciar su propio camino: ser presidenta en minoría al precio de tener que negociar en busca de apoyos externos cada vez que toca votar un asunto relevante en el Parlamento. Lo decidió porque quiso, pero también porque podía. Porque a diferencia de lo que les pasaba en otras cámaras regionales, en Cantabria los populares tenían en el PRC una alternativa distinta -y aparentemente menos incómoda- a la de Vox. Todo eso se materializó en un pacto de investidura de mínimos por el que los regionalistas se abstuvieron y que, tras cuatro años de bipartito, dio paso a un nuevo Ejecutivo y a un nuevo escenario.
El verano ha servido básicamente para que los nuevos consejeros tomen posesión de sus cargos y diseñen sus equipos. Con los socialistas y regionalistas aún asumiendo sus nuevos roles fuera de Peña Herbosa y con un Vox al que doblar en las urnas los resultados de hace cuatro años por ahora no le ha servido para ser más trascendente que durante la pasada legislatura pasada, la oposición también ha utilizado los meses de julio y agosto para recolocarse en el nuevo escenario. Pero ya en las últimas semanas han ido mostrando la artillería y registrando en el Parlamento de Cantabria distintas iniciativas sobre las que cuestionar al Ejecutivo. Sobre los problemas en los consultorios rurales, la revisión del contrato del Mupac, la renuncia a la construcción del centro de refugiados internacionales en el antiguo psiquiátrico de Parayas con cargo a fondos europeos...
1-El Mupac El PSOE pide a Cultura que explique el modificado del proyecto. «Con la vuelta del PP vuelven los sobrecostes», afirma.
2-Sanidad y enfermedad hemorrágica Los consejeros deberán responder sobre los cierres de consultorios rurales y la crisis bovina.
3-La Pasiega Tras el inicio de las obras el pasado 5 de septiembre, Vox pide explicaciones sobre el proyecto y la financiación.
4- 'Caso obras Públicas' Vox intentará por enésima vez que haya una comisión de investigación a la que el PP por ahora se niega.
5- Financiación autonómica El PP busca el apoyo del resto de partidos para que el nuevo modelo no perjudique a la región.
Todos estos temas irán saliendo en los plenos que arrancan hoy. El hemiciclo será el lugar en el que semana a semana, cada lunes, se irán viendo las muchas o pocas dificultades que tiene Buruaga para navegar sobre su minoría mayoritaria y también para comprobar si es verdad que el PP «no tiene un socio prioritario», como dijo la semana pasada el nuevo portavoz de los populares, Juan José Alonso, que no cierra la puerta al PRC y a Vox, pero tampoco al PSOE aunque los puntos en común programáticos y sobre todo la lógica parlamentaria hacen pensar que serán pocas las votaciones en las que populares y socialistas coincidan.
No hay socio prioritario, pero sí algunos antecedentes que apuntan a que el PRC puede convertirse en algo no muy distinto. El principal es lo que ocurrió durante la investidura. Y después están los diferentes guiños y gestos de cordialidad que se han repetido hasta este momento. Especialmente desde Peña Herbosa hacia Revilla. Un ejemplo fue lo que ocurrió en el acto de colocación de la primera piedra del centro logístico de La Pasiega, donde Buruaga reconoció el empeño y el empuje del regionalista para que este proyecto comience a ser una realidad. La presidenta lo encuadró en un ejercicio de «honestidad política que puede llegar a sorprender en estos tiempos que corren», pero también hay que leerlo en clave parlamentaria.
También en esa clave puede interpretarse el aterrizaje tranquilo del PP en el Gobierno. Ningún consejero ha levantado la voz para criticar la herencia recibida por parte de los regionalistas. Desde que tomaron posesión los nuevos responsables de las carteras no se ha mirado especialmente al pasado. Quizás algo más en las áreas que antes eran socialistas -por ejemplo con el Mupac, donde el PP acusa a Zuloaga de hacer el proyecto con prisa y ser responsable del sobrecoste que ya ha aprobado Cultura-, pero poco o nada en las áreas del PRC. No ha pasado lo que ocurrió en 2011, cuando Ignacio Diego, con Buruaga como vicepresidenta, llegó al poder levantando alfombras y haciendo una enmienda a la totalidad a todos los proyectos que se encontró de la etapa anterior.
El objetivo de Buruaga es cumplir al 100% su programa electoral. Bajo esa premisa, a los populares les da igual el compañero de viaje. O eso dicen... Afirman que para llegar a ese fin buscarán los votos alternativos de PRC y Vox, aunque por ahora hay más sintonía con los de Revilla.
Revilla insiste en que hará un seguimiento detallado de la labor del Gobierno y vigilará que el PP cumpla lo que puso por escrito en el pacto de investidura, pero a la vez mantiene abiertas todas las puertas a llegar a nuevos acuerdos, incluido para sacar adelante los Presupuestos de 2024. Todo mientras el PRC espera a que el líder confirme el calendario de la sucesión.
El PSOE aún está asimilando que su crecimiento en las elecciones no le ha servido para seguir en el Gobierno. Zuloaga y los suyos buscan su hueco en el Parlamento y lo hacen presentándose como referencia de la oposición denunciando la derechización del PRC y dando por hecho que el partido de Revilla será la muleta de Buruaga durante los próximos cuatro años.
Vox inicia la legislatura reforzado con cuatro diputados, que son el doble de los que tenía antes de mayo. Lo que ocurre es que su crecimiento no les convierte en la muleta imprescindible del PP gracias a la predisposición regionalista. Por ahora, con Leticia Díaz al frente, ha optado más por hacer una oposición dura que por presentarse como posible aliado del Gobierno.
En sentido contrario, Revilla sí ha hecho alguna crítica sutil al nuevo Ejecutivo. En general y en asuntos concretos como el sanitario, pero manteniendo cierto equilibrio para no cerrar puertas y tampoco parecer condescendiente. Ha dicho que hasta ahora los consejeros y la presidenta han estado de vacaciones y que en los 60 primeros días de mandato «no hay buenos síntomas y proyectos prácticamente ninguno». También ha dicho que el PP, al paralizar la creación del centro de refugiados de Parayas, ha «incumplido», al menos de forma genérica, el pacto de investidura en el que se comprometía a seguir adelante con todos los proyectos que estaban en marcha.
Aunque la palabra 'incumplimiento' suene gruesa y casi belicosa, el tono que utilizó el expresidente iba por otro sentido. De hecho, no habló de peticiones de explicaciones ni consecuencias a futuro y se mostró partidario de estudiar la propuesta de Presupuestos para 2024 que lleve Economía al Parlamento para una hipotética aprobación mientras los regionalistas siguen de cerca fiscalizando la labor del Gobierno.
Fiscalizar la labor del Gobierno al que han permitido que eche a andar. Eso, para los socialistas, es una contradicción. Ya en el mes de junio acusaron al PRC de haberse derechizado para convertirse en la muleta de Buruaga y Pablo Zuloaga, con esa premisa, se autoproclamó como líder de la oposición. Y luego está Vox, que no quería ser oposición y parece que no le va a quedar otro remedio.
¿Podrán ser los votos de Leticia Díaz (la nueva portavoz de la formación de Abascal), Cristóbal Palacio, Armando Blanco y Natividad Pérez los que conviertan la minoría de Buruaga en una mayoría? Pues podría ser, pero el camino que llevan ambas formaciones en este inicio de legislatura es el contrario. El contrario y contradictorio. Vox no apoyó la investidura y fue muy crítico con la nueva presidenta, pero ello después de conseguir un puesto en la Mesa del Parlamento gracias a un acuerdo puntual con el PP.
Desde entonces, Díaz -entre 2011 y 2015, antes de romper con el PP, fue consejera de Presidencia en el mismo Ejecutivo en el que también estaba Buruaga- y los suyos han dado caña al nuevo Ejecutivo. Sobre todo por la decisión de no poner en marcha una comisión parlamentaria sobre el 'caso Obras Públicas', algo que en Vox consideran como un pago oculto al PRC por la investidura.
De hecho, la petición de esta comisión de investigación será uno de los asuntos que se traten en el pleno de hoy a iniciativa de Vox. La sesión arrancará a las 16.00 horas y, por la gran cantidad de asuntos presentados, se prolongará durante cinco horas. Primero se debatirán tres proposiciones no de ley sobre cuestiones laborales de la Abogacía (PRC), financiación autonómica (PP) y la ya citada sobre la comisión por la presunta corrupción en el área de carreteras.
Además, los consejeros deberán responder las cuestiones que planteará la oposición sobre la enfermedad hemorrágica epizoótica que afecta al ganado y sobre el sobrecoste en la obra del Mupac. Este último asunto a iniciativa del PSOE, que lamente que «con el regreso del PP al Gobierno han llegado también los sobrecostes». Se hablará de los protones y sobre los cambios en la Crotu. Por último, como cada primer pleno del mes, los grupos de la oposición plantearán preguntas directas a la presidenta. Esta vez estarán relacionadas con la economía real (PRC) y el desarrollo del centro logístico de La Pasiega (Vox).
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