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Semana intensa para el mercado inmobiliario del Gobierno de Cantabria. Pocos días después de volver a sacar a la venta la discoteca Aqua -un 65% más cara que hace dos años-, la Consejería de Economía quiere aligerar todavía más su cartera de edificios sin ... uso y ha puesto en alquiler la residencia La Pereda (Cueto) por 27.120 euros al mes. El edificio, vacío desde que el Gobierno del PP decidió cerrarlo hace seis años «por motivos de seguridad», saldrá a subasta por cuarta vez sin que nadie se haya interesado todavía por él. Las tres primeras veces lo hizo solo en venta, por una cantidad que ha ido cayendo en picado convocatoria tras convocatoria. En un primer momento se estimó que La Pereda tenía un precio de unos 28 millones de euros, pero en aquellas pujas su valoración se hundió un 80% y ahora se estima en alrededor de 6 millones.
El pasado mes de abril, el consejero de Economía, Juan José Sota, ya adelantó que existía una empresa interesada en alquilar La Pereda, aunque las negociaciones eran todavía «incipientes y muy iniciales». Fuentes de ese mismo departamento han confirmado a este periódico que la convocatoria de alquiler actual no guarda ningún vinculo con aquella oferta. Lo que ha motivado al Gobierno a publicar esta nueva convocatoria es su confianza en la recuperación del mercado inmobiliario. Hasta el punto de que tiene pensado sacar a subasta en cadena los edificios de su propiedad que no solo se encuentran sin uso, sino que su mantenimiento cuesta miles de euros a las arcas públicas. En el caso de Aqua, por ejemplo, que ahora sale a la venta por 305.939 euros, pagar la vigilancia y los impuestos asciende a 70.000 euros anuales. En un caso similar se encuentran la Quinta Labat (3,3 millones), el palacete de la calle Sol (1,5 millones) y la antigua escuela de música en Menéndez Pelayo (657.000 euros).
La duración del contrato de alquiler de La Pereda tendrá un plazo máximo de 20 años, sin posibilidad de que se concedan prórrogas. El arrendatario dispondrá de un derecho de opción de compra, por un importe mínimo de 6,5 millones de euros, sin contar con los impuestos que graven la compraventa. En ese caso, se descontará del importe lo que haya pagado hasta ese momento de alquiler.
Este inmueble del Gobierno sólo puede ser utilizado para una actividad asistencial de carácter público, tal y como figura en el Plan General de Ordenación Urbana de Santander de 1997, que es el que está en vigor tras la anulación del de 2012 por parte del Tribunal Supremo. Así, aunque el Gobierno quiere que el edificio mantenga ese uso asistencial, considera que la actividad pueda ser tanto pública como privada.
De culminarse con éxito una hipotética operación de alquiler, la empresa que se haga cargo de La Pereda tendrá que realizar una importante inversión para adaptar las habitaciones a la legislación actual. Cuando la residencia echó el cierre tan solo un tercio de las habitaciones ya estaban adaptadas. En el resto existían deficiencias. A ello hay que sumar los efectos del paso del tiempo.
Aunque un sistema de videovigilancia ha impedido que el edificio vacío fuera víctima de los vándalos –hay algunos cristales rotos y mucha suciedad acumulada, pero se mantiene en condiciones dignas– y los jardines están igual de cuidados que cuando La Pereda estaba a plena actividad, los casi seis años que han transcurrido desde que se trasladó al último usuario han pasado factura. Desde el exterior se aprecian goteras en algunas estancias, persianas rotas, placas metálicas arrancadas... Hasta han comenzado a crecer plumeros en una cornisa.
La Pereda, situado en un lugar privilegiado de Santander, a poca distancia de la playa de La Magdalena, fue mandado construir en 1974 por el Sindicato Vertical como residencia de ocio para sus trabajadores, pero debido a los sucesivos retrasos nunca se le dio ese uso. No se inauguró hasta enero de 1980 y a partir de ese verano comienza a albergar la Residencia de Tiempo Libre Marcado –así se le conoce popularmente– para jóvenes durante los meses estivales.
En julio de 1992, el Gobierno de Hormaechea propone su demolición para construir un hotel, pero la propuesta nunca llegó a materializarse y al curso siguiente comienza a funcionar como residencia de estudiantes de septiembre a junio. En 2001 se le da una nueva vida como residencia de la tercera edad hasta su cierre en 2012.
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