El desplome del vaso ha generado una alerta medioambiental y sanitaria por la proximidad a grandes núcleos de población, como Eibar o Ermua, que aglutinan a más de 50.000 personas. Además, ha puesto en evidencia la incapacidad de las instalaciones para almacenar los despojos de la industria, como reconoció ayer la consejera vasca de Medio Ambiente, Elena Moreno. La responsable socialista avanzó que su Ejecutivo ha abierto «contactos» con otras comunidades autónomas -entre ellas, Cantabria- para llevar parte del medio millón de toneladas que acogía el vertedero de Zaldibar y que ahora tienen un futuro incierto.
Son los desechos nuevos que están por llegar, no los que ya se encontraban dentro cuando el vaso se vino abajo, que son tóxicos y peligrosos. La estrategia del Ejecutivo vasco pasa ahora por dar con una solución «en cuestión de días». Otra de las preocupaciones es encontrar los restos de los dos operarios que perdieron la vida, una vez han conseguido sofocar el incendio registrado. Para ello cuentan con la ayuda de perros adiestrados que olfatean y rastrean los materiales que los camiones sacan a diario. Sólo el lunes registraron 44 vehículos con más de 1.000 toneladas.
La planta de Meruelo ya recibió entre 2016 y 2017 168.977 toneladas de basura de Guipúzcoa
El antecedente
En el hipotético caso de que Cantabria diese el visto bueno a la llamada de auxilio del Gobierno vasco, no sería la primera ocasión en la que basura del territorio vecino acaba en Meruelo. La instalación regional, que gestiona Mare, recibió 168.977 toneladas de desperdicios llegados desde Guipúzcoa entre 2016 y 2017. Lo hizo en virtud a un acuerdo que supuso para las arcas públicas cántabras una inyección económica de 12,4 millones. A cambio, vio como la planta reducía su tiempo de vida útil en casi dos años. Sin embargo, un 20% de ese dinero (2,4 millones) se utilizó para conseguir la prolongación de la actividad de Meruelo en otros 36 años. Esto significa que el trasiego de camiones cargados de desechos continuará hasta el año 2067 y no hasta 2031, el horizonte que existía con el cálculo de entrada de 95.000 toneladas anuales.
La ampliación del vertedero regional no aumentará la superficie de la planta sino que incrementará el volumen del vaso donde se depositan actualmente los residuos. O dicho de una forma mucho más gráfica: el hueco a rellenar no tendrá un mayor diámetro, ya que crecerá verticalmente. Cuando se selle definitivamente el vertedero, tendrá una cota sensiblemente superior: unos 250 metros. Por debajo quedarán 5,2 millones de metros cúbicos de basura.
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