«Me dan las gracias y la enhorabuena por ser valiente, pero no es para tanto»

Kazoka recibió ayer su primera dosis de vacuna. Asegura que la noche anterior durmió como una bendita y no hubo ni rastro de nervios. «Lo único que tenía era ganas de que llegase el momento, porque se me ha hecho larga la espera». Tampoco tuvo una despedida emocionante en casa antes de dirigirse al hospital -«Por la mañana estaba sola; mi hija con sus cosas, el perro de paseo... nada»-, ni otra cosa fuera de lo normal.

Al llegar a Valdecilla le tomaron la temperatura y la tensión y le sacaron una muestra de sangre. Poco después le inyectaron la vacuna -«como cuando te ponen la de la gripe»-. Durante la hora que permaneció allí tras recibirla (una medida de precaución habitual, por si se presenta algún tipo de reacción alérgica) le explicaron lo que tiene que hacer en los próximos días. «Durante la primera semana tengo que tomarme la temperatura una vez al día. También me han entregado un diario, muy bien explicado, con preguntas para contestar sí o no, y valorando de cero a tres. Por ejemplo, pregunta si hay enrojecimiento en el brazo o hinchazón, si siento dolor de cabeza... síntomas que puede producir una vacuna cualquiera. Y dentro de una semana tengo revisión y entrego ese diario. Y ante cualquier duda, cuento con un teléfono para llamar».

Ese seguimiento tan intenso de los primeros días se irá espaciando después. Y dentro de dos meses volverá para que le administren una segunda dosis y vuelta a empezar.

Ahora mismo, ese adenovirus que le han inyectado estará provocando una respuesta en su cuerpo. Ella dice que sigue igual de tranquila. Es lo que le preguntan todos los periodistas que hablan con ella: que si no tiene miedo. «Pues no siento miedo. Ahora estoy recibiendo muchísimas llamadas de familiares, de amigos, incluso gente con la que había perdido contacto. ¡Tengo el teléfono lleno de mensajes! Me dan las gracias y la enhorabuena por ser tan valiente, pero no es para tanto: yo no lo veo tanto como valentía, sino como algo que es bueno para todos».

Que nadie crea que lo que pasa con esta profesora de inglés -también es licenciada en Derecho (le dio clase Revilla)-, le atrae el riesgo y que practica el paracaidismo o alguna otra afición así. Más bien es de gustos tranquilos. «He empezado a dar clases de bajo eléctrico. Hice la carrera de piano en el conservatorio y siempre me ha gustado la música. He cantado en un coro durante varios años (la Camerata Coral de la Universidad de Cantabria) y en el coro de la primera ópera cántabra que se estrenó en público ('Silencios y Excusas', de Pedro Terán) hace un par de años».

«Para mí todo esto es mucho más sencillo: me hace ilusión, me emociona participar en este ensayo. Es una experiencia nueva y va a servir a muchísima gente, cuando salga la vacuna va a salvar muchas vidas. A mí me complace ayudar, me resulta gratificante ayudar a la gente».