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Es fácil que este viernes, en el patio del Parlamento de Cantabria, no hubiera nadie más emocionado y exultante que Irina San Joaquín Cano y Sergio Gorostegui Frías. Estos alumnos del Centro de Educación Especial Pintor Martín Sáez de Laredo fueron dos de los presentadores ... del acto del Día Docente, y además de cumplir a la perfección con su parte del guion, supieron transmitir el alcance de la docencia con una sencilla frase: «Gracias a vosotros, profesores, somos capaces de hacer cosas maravillosas».
Sergio e Irina brindaron este agradecimiento a los últimos docentes que se han jubilado en Cantabria, doscientos profesionales a los que la sociedad local –representada por el Gobierno, con Miguel Ángel Revilla a la cabeza, así como por diputados, la alcaldesa de Santander y otros miembros de las instituciones y la comunidad educativa– reconoció su «aportación imprescindible, irremplazable y primordial» al progreso social, destacó la consejera de Educación y FP, Marina Lombó.
Sin embargo, en el Día del Docente, los alumnos llevaron la voz cantante. En una suerte de aula invertida, ellos enseñaron a sus maestros y profesores qué les aportan y cómo les empujan en su día a día. Participaron centros públicos, concertados, grandes, pequeños, rurales y urbanos. Los alumnos del Colegio Mayer (Torrelavega) y del CEIP Valle del Nansa (Puentenansa) tomaron la palabra en un vídeo para agradecerles a sus maestros su flexibilidad, los juegos y también la paciencia. La paciencia, de hecho, fue lo más repetido. «Gracias por darme la mejor infancia del mundo», les reconoció además la alumna Azahara con mucha solemnidad.
El Día del Docente se convirtió en «un sencillo acto con un gran significado: el agradecimiento de la sociedad cántabra a los docente por su compromiso con el futuro de esta tierra», resumieron Rodrigo Fernández y Adela Delgado, alumnos del Colegio Mª Reina Inmaculada que hicieron de portavoces de los cerca de 23.300 matriculados cántabros en la ESO. El resto de etapas también estuvieron representadas por alumnado del IES Fuente Fresnedo (Laredo), Las Dunas (Liencres) o el CEIP Eugenio Perojo (Liérganes), o del Conservatorio de Torrelavega, que interpretó varias piezas musicales. Cerraron el acto los escolares del Colegio El Salvador, en Barreda, cantando a coro 'Viento del norte'.
Por su parte, dos de los docentes que se han jubilado recientemente tomaron la palabra en representación de sus compañeros. Fueron María Elena Vellido, profesora del colegio La Milagrosa de Polanco, y José Nicasio Gutiérrez, exdirector el IES Marqués de Santillana de Torrelavega. «Nuestra generación y las generaciones cercanas tenemos que gozar también de sentimientos de orgullo y satisfacción por el empuje que hemos dado a la educación en nuestra región», celebró Gutiérrez, y esa contribución ha estado marcada, recordó, por la adaptación al trabajo en equipo, a la atención a la diversidad y al cambio tecnológico.
Después de su intervención, entre bambalinas, Sergio e Irina aún seguían alborozados. Alumnos de TVA (Transición a la Vida Adulta), continuaban recibiendo felicitaciones por haber transmitido tan bien cómo el medio millar de alumnos de los centros especiales cántabros aprenden a leer, a escribir, a nombrar los ríos y los mares y, en definitiva, a llevar una vida más autónoma.
El colegio les gusta, se sienten arropados. «Nos enseñan a estudiar, aprendemos mapas, usamos las nuevas tecnologías», enumeró Sergio. «Y los profesores nos ayudan mucho», añadió Irina, consciente de que hoy era su gran día.
Cuando por fin llegó el momento estrenarse en un aula, María Ascensión Gómez, María José Perales y Gema Fuentes sintieron cierto vértigo. «Yo era muy joven. Empecé en una escuela unitaria de San Martín de Quevedo. Estaba muy asustada, tenía entre ilusión y miedo», evoca Gema cuarenta y cuatro años después. Ella y sus dos compañeras del Colegio Los Torreones de Cartes empezaron en las aulas cuando apenas estrenaban la veintena, y, hasta su reciente jubilación, entre las tres suman casi 120 años de docencia. Los han vivido muy atentas a las necesidades de los niños, a «la diversidad que nos hemos ido encontrando en las aulas», a la transformación tecnológica y a ese vaivén legislativo que a veces les ha cansado y hasta disgustado. «Tienen que ponerse de acuerdo [los partidos políticos]. Los niños son lo primero», coinciden. Y de ellos, dicen, también han aprendido mucho.
Maestras de Primaria, las tres comparten una inclinación temprana y genuina por la docencia. «Lo llevas en el ADN», asegura María José y su compañera María Ascensión se apresura a añadir que de niña no se imaginaba trabajando en nada más.
Por todo lo vivido y lo aprendido, su mensaje para aquellos que empiezan en la docencia está empapado de optimismo y también de responsabilidad. A los 'nuevos' les aconsejan, no sin cierta timidez, que tengan presente que lo «primero siempre son los niños» y que por esa razón es preciso «amoldarse a sus características, respetar sus circunstancias» y adecuarse a sus ritmos de aprendizaje. «Pero que sepan que han escogido la mejor carrera del mundo», se despide María Ascensión esbozando una amplia sonrisa.
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