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No son todas, pero tampoco son pocas. La gran industria cántabra concilia en Navidad porque le sale a cuenta: planifica la producción anual de forma que, en estas fechas, directivos y empleados no tengan que estar pendientes del horario laboral. Y sumando los de unas ... y otras, son miles los cántabros que pasan todo el periodo navideño desconectados del trabajo. Este año, han dicho adiós el viernes 20 y aunque algunos volverán a sus cadenas de producción el día 2, los más afortunados no volverán a poner el despertador hasta el 7.
En Santander detienen las líneas de producción Teka (aunque las oficinas siguen activas), Funditubo, Sistemas Britor y Global Steel Wire, por ejemplo. En Torrelavega paran Aspla (casi 500 empleados, sumando la planta de Reocín) y Bridgestone (si bien esta segunda está inmersa en un ERTE). En el valle de Buelna, Nissan Motor (medio millar de nóminas) también cuelga el cartel de 'hasta el año que viene', si bien la sección de mecanizado continúa al pie del cañón.
En Castro Urdiales, cierra Evobús (más de 200 trabajadores) y en la zona oriental de Cantabria también echan la persiana estos días SEG Automotive (antigua Bosch de Treto, con más de 650 empleados) y Teknia (las antiguas Mecanor y Bravo & Bippus). En Maliaño cierra Prysmian y, en Guarnizo, Fushima. En Reinosa, reduce los hornos Forgings & Castings, la antigua Sidenor.
La lista no es exhaustiva y, por supuesto, hay muchas otras grandes empresas que, por la idiosincrasia de sus procesos, siguen activas. Es el caso de Derivados del Flúor en Ontón, Dynasol en Pontejos, Equipos Nucleares en Maliaño, Ferroatlántica en Guarnizo, Textil Santanderina en Cabezón de la Sal y Solvay en Barreda.
Estas contrastan últimas contrastan también con dos sectores (el conservero y la Construcción) que cierran tradicionalmente en Navidad. En el primero paran o bajan a mínimos la actividad alrededor del 75% de la industria, muy feminizada: está recogido en los convenios para que las plantillas disfruten de tiempo propio repartido por Semana Santa, verano y Navidad. En el segundo, hace ya muchos años que se decidió que era «más operativo» detener las obras los 15 días que van del 20 (más o menos) de diciembre al 7 de enero. Fuentes de la Asociación Empresarial de Constructores señalan que, en los puentes entre las fiestas navideñas, «muchos empleados pedían libre, los grupos de trabajo no estaban completos y había procesos que no se podían continuar».
Así que aunque la hostelería y el comercio, el transporte y la logística, el ocio y el turismo van con la lengua fuera en diciembre, en otras áreas productivas «se pueden permitir una parada que acaba siendo positiva para todos», explican fuentes de USO. «Suelen ser reguladas por convenio, de manera que le viene bien al empresario -que encara el año con toda su casuística de producción y comercial planificada- y también a la plantilla, que puede disfrutar plenamente de estas fechas».
Lo corrobora Eduardo Salcines, director de Operaciones de Fushima, que argumenta que en esta fábrica de productos para la higiene dental el calendario de festivos hace más recomendable el cierre. «Nosotros trabajamos de lunes a viernes, pero no las fiestas. Así que no resulta rentable abrir un día o dos y cerrar otro día o dos». Esos parones, seguidos de aperturas, «te matan económicamente».
Enrique Conde, presidente de la CEOE-Cepyme Cantabria, remarca que clausurar las empresas en esta época puede traer «beneficios para abordar asuntos que en otros momentos del año resultan más complicados, como balances/inventarios, mantenimientos, obras y acondicionamientos, planificación de estrategias... Organizado con tiempo, no debe suponer ningún inconveniente».
Pero Conde también llama la atención sobre el absentismo y «el ausentismo» que puede provocar este periodo con tanta festividad intercalada, entendido el ausentismo como «la ausencia del puesto de trabajo sin justificación. Este es un grave problema en todas las épocas por numerosas razones». Entre ellas, cita el hecho de que «limita y condiciona la actividad, merma la productividad, encarece los costes por las suplencias y las rotaciones, entorpece la necesaria planificación e incomoda al resto de la plantilla por lo que supone de sobreesfuerzo...».
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