El gran plató de la ciencia

Aunque a mediodía parecía imposible que escampara, a las cinco de la tarde el cielo de Santander lucía despejado. En la Universidad de Cantabria (UC) sabían a ciencia cierta que el tiempo les iba a acompañar en la celebración al aire libre de la 'Noche Europea de los Investigadores'. «Claro, confiábamos en los modelos de predicción de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Nos dijeron: no os preocupéis, que a las cinco no llueve, y así ha sido», contaba en la santanderina plaza de Pombo Beatriz Salas, responsable de la Unidad de Cultura Científica y de Innovación de la UC, ayer pendiente de que este gran proyecto divulgativo, celebrado simultáneamente en 370 ciudades del mundo, discurriese animadamente en las calles, centros cívicos e institutos científicos de la capital. Se montaron casi una treintena de expositores y 300 investigadores de la UC se esmeraron en divulgar sus proyectos. La plaza de Pombo, epicentro de esta décima edición, se convirtió en un enorme plató científico lleno de pipetas, ruletas, placas de petri, globos sonda y cráneos de neandertal.

La catapulta ideada por el equipo de Rodrigo Díez, investigador-colaborador del Grupo FrontMart, estaba a media tarde de lo más concurrida. Sentados alrededor del sencillo pero efectivo trabuquete, los niños jaleaban a los investigadores cada vez que lanzaban una pelotita contra un monigote con pinta de paisano medieval. La actividad fue una forma de acercar al público a los sistemas de contrapeso y a una máquina tan certera que solo el cañón pudo desbancar. «Es una forma de mostrar que la ciencia no ocurre solo en un laboratorio o es puramente teórica, sino que también se puede transmitir de forma práctica, divertida. Y también ayuda a generar visibilidad: a enseñar la UC, sus campos de estudio. Es una forma de que el mundo sepa que estamos aquí», dijo Díez antes de ejecutar un nuevo lanzamiento.

Cerca pululaban Claudia y Pablo, dos hermanos de 6 años y genuinamente interesados en todo. «Hemos mezclado vinagre con bicarbonato», explicó ella, mostrando un tubito con la mezcla y un globo hinchado coronando el artefacto. Él exhibió por su parte una membrana azul recién hecha en otro experimento. «Es la primera vez que vienen y les está motivando mucho. Les ayuda a tener más curiosidad, a preguntarse qué pasa más allá», celebró su madre, Ana Fernández, tratando de no perderles de vista porque Pablo y Claudia ya se habían alejado unos metros y asistían entusiasmados a las explicaciones de los científicos de la Aemet.

A pocos expositores de allí, Leo Sangari se aplicaba en uno de los concursos celebrados en la plaza; este sobre economía de la salud. «Me está gustando porque aprendo cosas sobre España». Con varios 'quesitos' en su poder gracias a su tino en el concurso, Leo habló con convicción sobre su futuro: «Quiero ser científico e investigar». Podría inspirarse en Pablo Gómez Nicolás, doctorando de la UC cuya vocación se destapó en el programa Estalmat. «Me di cuenta de que las matemáticas me gustaban y podía dedicar mi vida a ello», confiesa. Y ayer le llevaron a formar parte del equipo de divulgadores de la UC para acercar al público, a niños como Leo, una disciplina que tanto explica del mundo que nos rodea. Al final de la jornada fueron más de 6.000 personas, desde pequeños como Claudia, Pablo y Leo hasta mayores de distintas generaciones, los que tomaron parte en las actividades. Ciencia sin límites.

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