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Cuesta adivinar qué pueden tener en común un bebé que este otoño ha recibido por primera vez el pinchazo que le previene de la bronquiolitis provocada por el Virus Respiratorio Sincitial (VRS), un paciente con leucemia, un alérgico a los ácaros con frecuentes crisis de ... asma y otro con una miastenia gravis, enfermedad autoinmune neurológica que provoca el debilitamiento de los músculos hasta el punto de no poder controlar los párpados.Los cuatro son ejemplos concretos en los que se utiliza inmunoterapia, bien para prevenir o para entrenar al organismo para que se defienda del mal que le acecha.
«En las últimas dos décadas, el avance ha sido espectacular», destaca Marcos López Hoyos, jefe de servicio de Inmunología de Valdecilla. De limitarse casi al uso de fármacos inmunosupresores –empleados para evitar el rechazo de un trasplante–, como los corticoides –para frenar reacciones alérgicas–, a abrir la puerta a tratamientos entonces impensables, como la manipulación de las células del paciente en laboratorio para 'armarlas' y que, de vuelta al organismo, puedan defenderse y combatir la enfermedad con más garantías de éxito. «En Valdecilla se están viendo grandes resultados», subraya.
32 pacientes
han sido tratados en Cantabria con terapias CAR-T, 17 infundidas en Valdecilla
Tal ha sido la «revolución» que muchas de las aplicaciones que tiene hoy en día la inmunoterapia apenas se conocen fuera del ámbito hospitalario. «No sólo se utiliza para determinados tipos de cáncer (en lugar de quimioterapia), sino también para alergias, enfermedades autoinmunes e infecciones», añade. En síntesis, esta terapia consiste en «la manipulación del sistema inmunitario para prevenir o tratar enfermedades cada vez de forma más dirigida a mecanismos específicos». Es medicina personalizada. López Hoyos explica que «hay dos tipos de inmunoterapia: la pasiva, cuando infundimos al paciente para su tratamiento algo que hemos manipulado fuera; y la activa, en la que le administramos algo para que su propio sistema inmunitario reaccione, responda y luche». Un ejemplo de la primera son «los anticuerpos monoclonales (fármacos biológicos) que van dirigidos frente a inhibidores de puntos de control de cáncer, es decir, actúan sobre la respuesta inmunitaria».
También se tratan por esta vía inmunodeficiencias (carencia de anticuerpos) que producen infecciones. Para resolverlas, se administran inmunoglobulinas intravenosas (preparados sacados de plasma de donantes) «para reponer aquellos que les faltan». Pero también se pueden emplear para «inmunomodular una respuesta inmunitaria», comenta. Y ahí encaja uno de los casos de la introducción: la miastenia gravis, una de las enfermedades autoinmunes tratadas con esta terapia. También la reciente campaña de protección de los bebés para prevenir la oleada de bronquiolitis está basada en un anticuerpo monoclonal –en este caso frente al VRS–. Es otra pata de la inmunoterapia pasiva. «No es una vacuna», aclara el inmunólogo.
Hasta aquí, la explicación de los tratamientos basados en anticuerpos. «Porque también hay inmunoterapia pasiva con células». Las más conocidas son las CAR-T frente a tumores en la sangre (leucemias, linfomas y mielomas) sin solución con los tratamientos convencionales. «El procedimiento consiste en extraer células del paciente y manipularlas en el laboratorio para introducirlas un receptor específico frente a lo que queremos luchar –son células muy específicas y potentes–; lo habitual es frente a los linfocitos B, por eso se utilizan en Hematología». Con esta terapia avanzada que puede llegar a costar 300.000 euros y busca reactivar un sistema inmunitario casi vencido por el cáncer, se han tratado en Valdecilla hasta la fecha 32 pacientes, 17 de los cuales han sido infundidos en el propio hospital, que desde 2022 es centro acreditado para su administración. «Ya hay ensayos en fases muy precoces para tratar con CAR-T enfermedades autoinmunes como el lupus».
Con la inmunoterapia activa se genera memoria inmunológica –con una duración de meses, años o para toda la vida–. «Con ella, tu sistema inmunitario es capaz de recordar de lo que tiene que defenderse si vuelve a estar en contacto frente a ello». El caso más claro son las vacunas para evitar infecciones (gripe, sarampión, varicela, herpes zóster...). La pandemia de covid se encargó de dar a conocer al mundo las debilidades y fortalezas del sistema inmunitario. «Con las vacunas, administramos una molécula que puede ayudar a prevenir y tratar una enfermedad no solo infecciosa, sino también autoinmune, alérgica y cáncer», expone López Hoyos. En el caso de las alergias, la inmunoterapia (vacunación con alérgeno) lo que persigue es contrarrestar el exceso de respuesta inmunitaria (anticuerpos IgE) que produce el contacto con gramíneas, ácaros, alimentos... Y la forma de conseguirlo es favoreciendo que «el organismo produzca otro tipo de anticuerpos (IgG) para evitar así la sintomatología que produce la alergia, dependiente de IgE, y que genere una especie de tolerancia inmunitaria».
Aplicado a las enfermedades autoinmunes, «se hacen vacunas con autoantígenos (son nuestras propias moléculas frente a las que el sistema inmunitario reacciona y produce la enfermedad). Ahora están desarrollándose modelos animales de inyectar autoantígenos para tratar la esclerosis múltiple». Y en el horizonte está la vacuna frente al cáncer. «Si somos capaces de usar el RNA de antígenos de cáncer (el premio Nobel ha sido para la vacuna RNA frente al SARS-CoV2) podemos inmunizarnos y producir una respuesta específica frente a nuestro propio antígeno tumoral. Eso supondría disponer de una vacunación personalizada», subraya el inmunólogo. Pero eso, por ahora, es más deseo que realidad. Mientras tanto, otro salto de gigante se está gestando con la terapia celular en ensayos clínicos para inducir una mayor respuesta inmunitaria del paciente frente al antígeno tumoral.
Tratamientos de cáncer. La inmunoterapia más conocida es la de las células CAR-T, que se modifican genéticamente para tratar tumores hematológicos en los que los tratamientos convencionales ya no funcionan.
Enfermedades autoinmunes. En este caso, el cometido de la terapia es modular la respuesta del propio sistema inmunitario que es el origen de la enfermedad. Ya hay ensayos clínicos para controlar la esclerosis múltiple.
Alergias. Los síntomas de la alergia se producen por un exceso de respuesta inmunitaria. Aquí la inmunoterapia lo que busca es dar armas al organismo para contrarrestar ese desequilibrio de anticuerpos.
Infecciones. Las vacunas para prevenir complicaciones infecciosas (gripe, covid, sarampión, herpes zóster...) son inmunoterapia activa. La protección frente a la bronquiolitis infantil por VRS entra dentro de la pasiva.
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