El gran reto y la gran promesa: desatascar las peores listas de espera de la historia

Si ya eran malas el año pasado, el balance del primer semestre de 2023 ha marcado otro récord, superándose por primera vez los 16.000 pacientes pendientes de una operación, frente a los 15.322 de diciembre. Traumatología, Oftalmología y Cirugía General son las tres especialidades con más demanda. En general, la demora media se sitúa en 141,7 días (baja 12), pero hay hasta 1.287 pacientes que tienen por delante más de un año de espera y otros 2.579 que tendrán que ver pasar entre seis y doce meses hasta llegar a quirófano. El compromiso que ha lanzado ya la propia Buruaga –y que habrá que ver cómo cumple– es que en el umbral de esta legislatura «nadie esperará más de 90 días para una intervención quirúrgica». Es más, dice que en un año reducirá los tiempos de espera a 30 días para una prueba diagnóstica, a 60 para una consulta con el especialista y a 180 para ser operado.

Eliminar las esperas de más de un año era una de las metas que se marcó la gerente del SCS, Celia Gómez, en 2019 cuando llegó a Cantabria de la mano de Miguel Rodríguez. Pero el covid dio al traste con cualquier amago de lograrlo. El pasado diciembre, desde Sanidad reconocieron que, incluso habiendo más entradas en la lista que nunca (cerca de 36.000, frente a los 32.708 del año anterior) y haber operado hasta un 10% más, no se había logrado bajar «las cifras que infló la pandemia». La conclusión parece evidente: sólo se atajará el atasco con mayor actividad. Y ahí cabe recordar que está sin renovar el acuerdo marco quirúrgico, el contrato que convierte a la privada en aliado para aligerar la carga (el principal, históricamente, ha sido Santa Clotilde), cuyo concurso tuvo que anularse por errores en los pliegos.

El plan de autoconcertación para reducir las listas de espera con personal propio –los programas especiales para operar por las tardes– naufragó cuando apenas había echado a andar. Desde la Gerencia, en manos de Rafael Sotoca en la etapa Pesquera, se justificaba la necesidad de habilitar más peonadas ante la gran acumulación de pacientes por operar y «la escasez de profesionales que permitan incrementar la actividad en jornada ordinaria». Y aunque se habían presupuestado para este fin hasta 3,2 millones, buena parte del montante no se ha llegado a tocar por el plante que aún mantienen anestesistas y cirujanos.

Sí se reactivó, en cambio, la actividad extra en pruebas diagnósticas. Y el meollo ahí está en los servicios de Radiodiagnóstico, con listas de espera desbordadas, sobre todo para resonancia magnética, la prueba estrella. Sólo Valdecilla realiza más de 2.600 todos los meses (en 2022 sumó 32.305, casi un 20% más que el ejercicio anterior) y aún así no logra reducir una lista en la que esperan su turno más de 13.000 personas –el equivalente a todas las realizadas entre enero a mayo de este año–, y eso que las máquinas funcionan incluso en horario nocturno y sin parar los fines de semana.

Precisamente, parte de este servicio está en plena reforma para incorporar las nuevas salas de radiología intervencionista, un escáner y una resonancia financiados con fondos europeos a través del plan Inveat del Ministerio de Sanidad. En concreto, Cantabria ha recibido 17,2 millones de euros, lo que ha permitido acometer una histórica puesta a punto tecnológica de Valdecilla, con 17 equipos (los de Rayos, más los destinados a Cardiología, Medicina Nuclear y Oncología Radioterápica), dotar a Tres Mares de un escáner y a Sierrallana de otra resonancia magnética. Menos suerte ha tenido Laredo en el reparto. Allí se acaba de poner en marcha una resonancia portátil (hasta ahora se derivaban las pruebas a Valdecilla), porque aún sigue pendiente la incorporación de la máquina definitiva, que acumula los mismos años de demora que las propias obras del hospital –se anunció en el mandato de Luisa Real–.

Y los números en el área de consultas no pintan nada mejor. En el último balance difundido desde el Ministerio, con la comparativa por comunidades, Cantabria es la que salió peor parada, con una tasa de 108 casos por cada mil habitantes, el doble que Madrid o La Rioja y cuatro veces más que País Vasco. El embudo es tal que, en sólo dos años, la cifra de cántabros pendientes de una primera cita con el especialista se ha duplicado, hasta llegar a los 61.577. Una cifra que representa el volumen de pacientes que aún no han entrado en la rueda de ser vistos por el especialista que corresponda para su patología, que le indicará las pruebas a realizar para afinar el diagnóstico (resonancia, escáner, técnicas de intervencionismo... lo cual implica otra espera añadida, que varía en función de la preferencia o urgencia del volante) para, después, iniciar los trámites para operar. Entre una cosa y otra, no son ni mucho menos excepcionales las personas con más de un año dentro del circuito sanitario hasta llegar a quirófano. Por especialidades, son los oftalmólogos los que acumulan más consultas por atender dentro de la red del SCS, seguido de cerca por los dermatólogos. Solo estas dos especialidades concentran el 25% de la lista total.