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Una advertencia antes de que sigan leyendo. La gran mayoría de cántabros cumple con el confinamiento y este texto no es una caza de brujas (ojo a las denuncias y los abucheos vecinales, que están provocando errores, según la propia Policía). Es, si acaso, una nueva llamada a la responsabilidad. Bajar la guardia ahora supondría un riesgo. El mensaje lo recuerdan las autoridades, preocupadas porque el pasado fin de semana se produjo un repunte de las sanciones (401, un 5,7% más). Por eso y por algunas escenas cotidianas que aún se ven en un paseo por Santander. Por ejemplo, la de bajar a la panadería a diario -incluso mañana y tarde- a por un cuarto de pan o la de llevar tres naranjas en una bolsa y dar vueltas por el centro tomando el aire hasta que se ve, a unos metros, a un policía local. Las dos escenas son de ayer mismo. Esa no es la idea. Si usted era de bajar a comprar todos los días, ahora toca cambiar de hábitos.
Primero, los datos. Sábado y domingo creció el número de actas levantadas y también el de personas detenidas (catorce, frente a seis el fin de semana anterior). En total, desde que entró en vigor el estado de alarma, en Cantabria se han instruido 5.514 propuestas de sanción y se han realizado 57 detenciones por parte de la Guardia Civil, la Policía Nacional y las policías locales. Además, estos días de Semana Santa se han intensificado los controles en las carreteras de la región. Todo, ante el grave riesgo de bajar la guardia. De suavizar la disciplina del 'quédate en casa'.
Porque, más allá de los datos, la sensación de un paseo ayer a media mañana es que había más gente por la calle que los dos últimos lunes (ya van cuatro de confinamiento). Sobre todo, en la 'hora punta' de los recados y en las calles donde se concentra mayor cantidad de comercio esencial. Las doce y la calle San Fernando, en Santander, es un ejemplo. No es que los vecinos allí sean menos responsables -por supuesto que no, que quede claro-, pero coinciden varios aspectos que dan lugar a una mayor concentración de gente. De entrada, un núcleo vecinal importante (grandes edificios de pisos allí y en las zonas adyacentes) y, sobre todo, numerosos establecimientos abiertos en su calidad de esenciales. Entre bancos, panaderías, fruterías, carnicerías, quioscos, estancos, herbolarios, cajeros o talleres de reparación de móviles, casi uno de cada cinco locales en esa zona permanece abierto y con una pequeña cola en la puerta. Esa estampa se repetía ayer por Vargas, Jesús de Monasterio o la calle Burgos -mientras del Ayuntamiento a Puertochico estaba casi desierta-. Y, por eso, en algunas imágenes sorprende el movimiento, en contraste con las fotos de estos días. Gente haciendo recados. Casi todos, urgentes (seguro). Pero algunos, posiblemente, no tanto.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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