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Daniel fernández | DM
Gijón | Santander
Lunes, 31 de mayo 2021, 10:09
Como hace todos los días después de cenar, C. S., salió a dar su habitual paseo con unos familiares por las cercanías de Sonande (Cangas del Narcea), donde reside. Sin embargo, el de ayer, fue un paseo que a punto estuvo de acabar en tragedia. ... Porque a la salida de una curva, C. S. fue atacada por un oso, que, según algunos testigos, la arrastró unos metros. La intervención de sus acompañantes sirvió para ahuyentar al animal, dejando a la mujer malherida: con una cadera rota e importantes heridas en su rostro. Pese a la gravedad de las mismas, según fuentes consultadas, no se teme por su vida.
Los hechos ocurrieron alrededor de las 21.45 horas. C. S., vecina de la pequeña localidad de Sonande -de unos 30 habitantes- había acabado de cenar y, junto a unos familiares, daba un paseo por las cercanías de su pueblo. Nada fuera de lo normal. Según explican algunas fuentes, la mujer se retrasó unos metros del grupo a la altura de curva. Y allí, de repente, apareció el animal.
Erguido sobre sus dos patas traseras, el oso dio un zarpazo en el rostro de la mujer. La fuerza la derribó al suelo. Según algunos testigos, el animal la arrastró unos metros, soltándola gracias a la rápida intervención de los acompañantes, que lograron con sus gritos ahuyentar al plantígrado.
La mujer fue trasladada rápidamente al hospital Carmen y Severo Ochoa. Ingresó en Urgencias con una cadera rota y fuertes heridas en el rostro.
Hoy, efectivos de la Fundación Oso y de la Guardería del Principado tienen previsto inspeccionar la zona con el fin de localizar al animal para sedarlo y extraerlo de la zona.
En junio de 2015 Eduardo Velarde se llevó un susto parecido al sufrir el ataque de un oso cuando estaba en el bosque de El Bardal, a escasos dos kilómetros de Villaescusa (Campoo de Enmedio).
«Iba sacando fotos. Oí un gruñido y me encontré a un oso a mi izquierda, a cuatro metros. Se me echó encima, me mordió un brazo y me lanzó un zarpazo que apenas me rozó. A continuación salió huyendo». Así resumía lo ocurrido este reinosano desde la cama del hospital Valdecilla, donde fue operado de una fractura en su brazo derecho.
En los últimos 30 años solo se han registrado cinco ataques en la Cordillera Cantábrica y en ninguno de ellos hubo ensañamiento del oso. «Al ver una amenaza muy próxima reaccionaron para quitarse de en medio esa amenaza. Y, a continuación, salieron siempre huyendo», señala el presidente de la Fundación Oso Pardo, Guillermo Palomero.
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