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Cuando José Antonio Castellano partió con su velero, el Escotero, del Puerto de Santa María (Cádiz) con dirección a Santander, nunca imaginó que la travesía ... pudiera llegar a convertirse en inspiración de un argumento para una película de terror. El 14 de agosto, cuando navegaba a vela junto a otros cuatro tripulantes procedentes de Finisterre, dirección La Coruña, a unas dos millas al nordeste de las islas Sisargas, sufrieron el ataque de un grupo de orcas. «Fueron varias embestidas que terminaron con la orza destrozada. Veíamos cómo iban saliendo trozos a flote. Nuestro mayor temor era que nos hicieran una vía de agua», cuenta el patrón. Por suerte para todos ellos, la aventura tuvo un final feliz, a pesar de que tuvieron que dejar el barco en un astillero coruñés a la espera de ser reparado. Salvamento Marítimo tuvo que ir a su rescate y los dejó a todos a salvo en tierra firme.
Según datos del centro de Salvamento Marítimo, dependiente del Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, entre julio y agosto de este año, en la costa gallega se registraron 18 asistencias por culpa de ataques de orcas a embarcaciones, aunque la mayoría se dan en el estrecho (22 casos con necesidad de asistencia en lo que va de año) y también en la costa portuguesa. En la cántabra aún no se ha dado ningún incidente.
«Cada vez hay más casos -alerta Castellano- y, o se toma alguna medida, o algún día va a ocurrir una desgracia. No entiendo por qué no se informa como se debe de estos ataques. Debería existir algún método que avisara a los navegantes dónde se hallan las orcas para estar advertidos y prevenidos».
Su relato de los hechos no deja duda de que su incidente fue un ataque, «no una interacción, como me han dicho una y otra vez desde las distintas asociaciones protectoras. En ningún momento yo fui por ellas. El barco seguía su rumbo, cuando una de ellas, de unos dos o tres metros de largo, se acercó y empezó a golpear el casco del barco. Cuando se alejó, intentamos abrir velas para apartarnos de ella. Enseguida volvió a la carga, y esta vez acompañada de otros dos ejemplares, una de tamaño similar, con una cría más pequeña. Llamamos a Salvamento Marítimo, desde donde nos comunicaron que enviaban asistencia inmediata desde La Coruña. Arriamos velas y apagamos toda la electrónica. Nos encontrábamos en ese momento a unas 20 millas de dicho puerto. Así estuvimos una hora y media».
Durante ese tiempo, «las orcas empezaron a dar vueltas al barco y a golpear la pala del timón. A continuación, aparecieron otros dos ejemplares. Uno de ellos más grande que los demás, de unos siete u ocho metros, que también golpeaba y mordía el timón. La grande era capaz de voltear el barco, como si de una peonza se tratase». Fue entonces cuando empezaron a salir a la superficie «trozos de espuma y fibra de lo que suponíamos era parte del timón», relata.
La imagen desde la superficie, a bordo del Escotero, era la de la tripulación con chalecos puestos y «la balsa de emergencia preparada. Esperábamos con mucha impaciencia la llegada de la salvamar. Nuestra mayor preocupación era que en uno de los golpes abrieran una vía de agua», explica. Tras una hora recibiendo los ataques, «un trozo grande del timón, de aproximadamente 60 centímetros, salió a la superficie. Pensamos que ahí terminaba todo, que se marcharían. Sin embargo, continuaron con el mismo comportamiento».
A pesar de la tensa situación, Castellano asegura que «en todo momento nos mantuvimos serenos y tranquilos, haciendo caso a las indicaciones que les daba yo, como patrón, y con un comportamiento ejemplar, dada la situación y la poca experiencia en el mar de alguno de ellos».
Por fin, apareció la salvamar Betelgeuse de Salvamento Marítimo de La Coruña. «Dio un par de pasadas, con un par de acelerones, y las orcas desaparecieron». Pero los cetáceos se la tenían jurada al Escotero, ya que, con el rumbo puesto al Real Club Náutico de La Coruña, aparecieron por nuestra popa y nos golpearon de nuevo. Hasta el patrón de la salvamar se sorprendió por la intensidad de los golpes».
La indignación de Castellano se eleva cuando recuerda los comentarios de los representantes de asociaciones o instituciones protectoras de animales. «No comprendo que hablen de interacciones. Como solución, nos dicen que tengamos precaución. Como de verdad alguien se vea en peligro, ya veremos entonces la reacción».
Mientras Castellano se encuentra ya en Santander, el velero sigue en un astillero de La Coruña, donde está siendo reparado. «No creo que pueda ir a recogerlo hasta dentro de un mes o más».
Desde la coordinadora para el estudio y protección de las especies marinas (Cepesma), su presidente, Luis Laria, explica que las orcas son animales «muy inteligentes, que tienen una gran memoria». Pueden medir hasta nueve metros y pesar 6.000 kilos. Los primeros ataques a embarcaciones, de manera llamativa, comenzaron en 2020. «Lo habitual es que ocurra más en la zona del estrecho, donde vive la mayor parte de las poblaciones de estos cetáceos», señala Laria. Aunque desde hace dos años «estas interacciones se ven también en la costa de Portugal y Galicia, aunque las orcas llegan incluso hasta el Golfo de Vizcaya». En cuanto a los motivos de estos ataques «pueden tener relación con algún accidente con un barco, de forma intencionada o no. Esta mala experiencia hace, que dada su memoria, vayan contra las embarcaciones que se encuentran a su paso», dice.
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