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La primavera es la época del año en la que más animales nacen. Y no es casualidad. Son previsores. Saben que es cuando más alimento hay y cuando más acompañan las temperaturas. Ahora que ya llevamos un mes de verano, en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno ya se dejan ver los nuevos integrantes de la familia. Osos, hipopótamos, leones, cebras, víboras… Hay un poco de todo. Y es que, al vivir en semilibertad, los animales se reproducen con una frecuencia imprevisible. Pero no se vayan a pensar que esto supone un problema de espacio porque, además de contar con 750 hectáreas, desde el parque trasladan a muchas especies a otras reservas. En pleno mes de julio, el Parque de la Naturaleza de Cabárceno se ha convertido en una guardería animal. Cuidadores hay muchos, pero al frente de todos está Santiago Borragán. Es jefe de los servicios veterinarios y, a su vez, es el más veterano del parque. Se incorporó hace 33 años, así que de nacimientos entiende un poco. «Toda una vida como quien dice», recuerda mientras empieza su jornada laboral.
El cielo está encapotado y comienzan a caer las primeras gotas de lluvia, pero eso no es excusa para los trabajadores del parque, los animales tienen que comer todos los días. Santiago se pone su chaleco verde y se monta en su todo terreno para poner rumbo al recinto de los osos. El recorrido podría hacerlo con los ojos cerrados, se lo conoce como la palma de su mano. Allí le reciben otros cuidadores esperando a que el reloj marque las 9.00 horas para darles de comer. Pan, verduras, fruta y pollo. Como por arte de magia las hembras van saliendo de las oseras junto a sus crías. Más o menos unas diez, pero «es imposible hacer un recuento exacto». Dentro de la 'guardería' son las más mayores. Nacieron en enero, como cada año. Eso sí, todos han visto la luz del día por primera vez hace apenas tres meses, cuando terminó la hibernación. A pesar de la amplitud del terreno, desde el coche se pueden apreciar a varios oseznos del tamaño de un perro. «Ahora estarán en unos 12 kilos, pero cuando nacen pesan 200 gramos y no tienen pelo», explica Santiago.
Próxima parada: leones. Hay dos cachorros que apenas tienen dos meses, pero su madre los tiene cobijados en una de las cuevas por el mal tiempo. No se dejan ver, aunque con los prismáticos Santiago consigue avistarlos. Están detrás de la leona, todavía durmiendo. Precisamente en esa cavidad es donde nacieron, algo fuera de lo normal. «Tienen una paridera con calefacción y todo, pero prefirió hacerlo en la cueva. La leona dijo 'nosotras parimos, nosotras decidimos'. Nos dimos cuenta porque un día escuchamos a los cachorros llorar y gemir. Son muy escandalosos», explica.
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Santiago cuenta emocionado que hace menos de un mes el parque celebró «un acontecimiento importante». El nacimiento de una hembra de bisonte europeo de pura raza, una especie muy valiosa en peligro de extinción. De hecho, solo hay 120 en todo el mundo, ocho de ellos en Cabárceno. «Este nacimiento es una reliquia», asegura Santiago. Al ser una manada, los siete bisontes adultos cuidan a la pequeña incondicionalmente, aunque ella sigue siempre los pasos de su madre. «Los bisontes son muy solidarios entre ellos y van todos a una, si ahora entráramos con el coche en su terreno podrían volcarlo», advierte.
Los animales más agresivos de África también han ampliado la familia. Santiago se acerca hasta el recinto para ver si localiza a las tres crías recién nacidas que han hecho de Cabárceno el parque con más hipopótamos de Europa. En total, nueve. «Difícilmente se dejan ver». Los tres son hijos de madres diferentes y han nacido con poco tiempo de diferencia entre sí. Ahora ya están integradas en el grupo, pero al principio las hipopótamas paren en el agua, apartadas del resto, y después están tres o cuatro días dando de mamar a las crías a escondidas. Pesarán unos 30 kilos y todavía no saben si son machos o hembras. «Cualquiera le dice a mamá hipopótama que nos deje acercarnos a sus bebés», bromea Santiago.
También han nacido cebras. El propio Santiago se queda maravillado al llegar a las cuadras. «Parece que están posando». Son tres y tienen unos dos meses. «Al principio solo eran cuatro largas patas y una cabeza y ahora están enormes. Crecen muy rápido, como los caballos», explica. Todavía están mamando, lo hacen durante unos seis meses. «Pero es puro vicio, ya comen hierba perfectamente». Quien también nació hace dos meses fue una hembra de camello. «No es muy valiosa desde el punto de vista de conservación, pero tiene su encanto», confiesa Santiago. Y es que es uno de los animales favoritos de los niños, sobre todo en Navidad.
Las últimas en nacer han sido las 23 crías de víbora del Gabón, la serpiente que puede llegar a inocular más cantidad de veneno en su presa. El responsable del reptiliario, Antonio Moro, las tiene divididas en grupos de cinco. Nacieron el 8 de julio y con apenas 15 días de vida ya son mortales. «Es la víbora de mayor tamaño, aunque crece poco a poco. Hasta que las traslademos a un reptiliario más grande pasarán unos dos años», explica Antonio.
Pese a la buena racha, no se conforman. Todos en Cabárceno esperan más nacimientos en lo que queda de año para dar paso a las nuevas generaciones.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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