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El pasado sábado El Puntal volvió a sufrir las consecuencias del botellón masivo. La gente fue llegando en los barcos desde el mediodía, decididos a quedarse hasta la madrugada para disfrutar de la ya tradicional fiesta que se organiza frente al chiringuito. Esto ha ... provocado que se vuelva a desatar la polémica. A pesar de que el número de jóvenes no fue tan desmesurado como el fin de semana anterior, la tarde noche del sábado también dejó imágenes impactantes, no tanto por la cantidad de personas, sino por las condiciones en las que dejan la playa una vez regresan a sus casas.
El ayuntamiento de Ribamontán al Mar solicitó la semana pasada la ayuda de la Guardia Civil para controlar la situación y, aunque sí que acudieron, al alcalde, Paco Asón, no le parece «suficiente». Por El Puntal se dejó ver una zodiac con tres agentes que patrullaron por mar desde las 18.30 horas «hasta bien entrada la noche» (según explica la Benemérita) realizando inspecciones a embarcaciones y a motos acuáticas. En total, cinco denuncias. Tres por no tener la documentación en regla, una por navegar bajo los efectos del alcohol -dio positivo en el control de alcoholemia- y otra por exceso de velocidad. Además, también se inspeccionaron las embarcaciones que hacían la función de 'taxi', pero la Guardia Civil asegura que tenían «todos los permisos». Además, se realizaron 40 controles de alcoholemia por carretera en las salidas de la localidad, resultando todos negativos. Estar, insisten, estuvieron. Al menos en donde tiene permitido «desarrollar sus competencias».
De hecho, según esta establecido en las ordenanzas municipales, quien tiene que controlar lo que ocurre en el arenal es la Policía Local. Actualmente en Ribamontán al Mar hay doce efectivos, de los cuales diez son refuerzos de verano. «No puedo mandar a dos agentes a multar a los jóvenes que hacen botellón porque se les echarían encima», asegura Paco Asón, que ha vuelto a requerir refuerzos de Guardia Civil a pie de playa y también ha querido advertir al dueño del chiringuito de su parte de responsabilidad.
Por otro lado, los investigadores del IHCantabria alertan del impacto que tiene dejar allí la basura. «El sistema dunar es una zona protegida. Es una barbaridad dejarlo lleno de residuos y pisar la vegatación», dice César Vidal, del Instituto de Hidraúlica. Y lo mismo opina el biólogo Gerardo García-Castrillo. «Es una salvajada porque los residuos afectan a toda la bahía, a la fauna y a la flora».
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