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Zona donde ocurrió el accidente mortal de la joven holandesa.

"La falta absoluta de medidas de seguridad" causó el accidente del 'puenting'

El informe del Greim sobre el accidente que costó la vida a una joven holandesa revela que "no existía línea de vida", sistema de protección que hubiera evitado la caída mortal

CONSUELO DE LA PEÑA

Martes, 22 de septiembre 2015, 07:15

El informe realizado por expertos de la Guardia Civil sobre las circunstancias que rodearon la muerte de la joven holandesa Vera Naomi Mol cuando practicaba 'puenting' el pasado mes de agosto desde el viaducto del río Cedeja, en Cabezón de la Sal, es demoledor. Las conclusiones del documento, que ya está en manos del juez, ponen de manifiesto que «la falta absoluta» de medidas de seguridad en la realización de la actividad por parte de la empresa Aqua 21 pudo ser la causa del accidente mortal, lo que señala directamente a su propietario y monitor Juan José B. S., encargado de la seguridad y montaje de la actividad, y a su empleado Rene R. R. C., que realizaba tareas de traductor y montaje de arnés en los saltadores.

Ambos se negaron a testificar ante la Guardia Civil, pero a la vista del atestado policial se da por hecho que el juez que investiga el caso, Pablo Fernández de la Vega, les citará a declarar en los próximos días como imputados por un supuesto delito de homicidio por imprudencia grave, castigado con penas de entre uno y cuatro años de prisión.

La deficiencia más grave detectada por los expertos del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (Greim) es la ausencia de una «línea de vida», que hubiera evitado la caída de la joven, de 17 años, al vacío. Inicialmente se especuló con una falta de entendimiento entre el monitor y la saltadora, y así lo declaró una compañera de la fallecida en sede judicial al relatar que la chica «estaba muy nerviosa y saltó antes de que el instructor terminara de dar las órdenes». Pero el redactor del informe relativiza este hecho, al señalar que de haber dispuesto de ese dispositivo de seguridad la caída se hubiera frenado. «La sincronización entre cliente y monitor para realizar el salto no puede basarse en el lenguaje verbal o de signos, más aún cuando no comparten una lengua común; tiene que haber algún elemento físico (parapeto o cabo de anclaje a la línea de vida)», enfatiza el experto.

El informe reconoce que la práctica del puenting «no se encuentra regulada ni existen unas directrices concretas» que haya que cumplir. Pero, dado que se practica en lugares con caídas peligrosas, «existen unas normas básicas de actuación lógicas, que todo instructor, monitor o colaborador debe saber y respetar de manera escrupulosa». Según esa legislación, los desniveles, huecos y aberturas con un riesgo de caída superior a dos metros «requieren de protección utilizando los medios y equipos adecuados para cada caso». Por eso, en este caso, durante todas las maniobras que se realizaban en la parte superior del puente, «tanto los monitores, como los colaboradores o clientes, deberían de permanecer unidos a una 'línea de vida' con sus respectivos cabos de anclaje», y no lo hicieron, cuestiona el Greim.

Lo sucedido

La joven holandesa disfrutaba de unos días de vacaciones en el camping del Rodero, en Oyambre, junto a otros chicos que habían venido con la empresa Flowtrack. Como actividad extra contrataron con Aqua21 Aventura el puenting. Ese día, el 10 de agosto, el grupo (ocho chicos según unas versiones y cinco según otras) ascendió la rampa de hormigón de 18 metros que da acceso a la plataforma de saltos. Iban sin ropa adecuada para una práctica de este tipo, con chanclas, bermudas y camisetas sin mangas, y su única ayuda fue una cuerda con nudos (aún no les habían colocado ningún sistema de seguridad, ni arnés ni casco). Tampoco existió la citada 'línea de vida'.

Una vez en la zona más alta, a 32 metros del suelo, «permanecen con total libertad de movimiento sin ningún equipo de protección individual que evite una posible caída». En la parte alta, se encontraban dos monitores: Juan José B. (que dirige las maniobras) y René R. C. (que colabora con él y hace de intérprete con los chicos), además de un fotógrafo de la empresa. Bajo la estructura, en el lecho del río, estaba otro empleado para recoger a los saltadores.

Antes que Vera, saltaron otros dos jóvenes. Cuando le tocó a ella, le colocaron el arnés y el casco y permaneció a la espera de efectuar el salto «con libertad de movimientos». Tan sólo una raya pintada en el suelo diferencia la zona de espera de la de impulso para el brinco. Según el relato del Greim, los monitores tensaron las cuerdas y la instalación del sistema de frenado. En el momento de tensar la segunda, «por causas desconocidas», la chica se lanzó al vacío y cayó los 32 metros sin que nada la retuviese.

El informe del Greim destaca la particularidad de la estructura del viaducto, que, a diferencia de la mayoría de puentes donde se realizan estos saltos pendulares, carece de barandillas que permitan a las personas que esperan para realizar puenting moverse libremente sin mayor peligro. En este caso, el acceso a la plataforma del salto «supone en sí un grave riesgo», por lo que la seguridad de los clientes debió garantizarse «desde el momento» en el que se realizó el ascenso a la estructura. Además, a su juicio, tanto los saltadores como los monitores debieron estar asegurados con un sistema anticaída que «conecte en todo momento a las personas con la estructura».

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