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Marcelino Menéndez Pelayo, que guardaba con amor todos los libros, incluso los viejos, «de mal papel y tipos revesados», dejó escrito en su testamento que los más de 42.000 que reunió en vida los legaba al Ayuntamiento de Santander por el ... agradecimiento que sentía hacia la ciudad que le vio nacer. Un tesoro inabarcable, guardado desde entonces por diversas personas. Rosa Fernández Lera y Andrés del Rey Sayagués –para todos Rosa y Andrés– han sido los últimos custodios de este santuario cultural, depositarios de las llaves de un edificio que dormía tranquilo con sus cuidados. Andrés se jubiló recientemente. Rosa, como directora, siguió en su puesto un poco más porque quería permanecer ojo avizor en un momento de transición muy delicado: el del traslado de los libros y objetos del interior al Archivo Histórico Provincial, con el fin de rehabilitar el edificio y acondicionarlo según las necesidades del siglo XXI.

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