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Es una mariposa, concretamente un lepidóptero nocturno. Su nombre científico es Thaumetopoea aunque probablemente solo los expertos sepan de qué especie se trata si alguien ... utiliza esa denominación, porque comúnmente es más conocida como procesionaria del pino. Su ciclo vital se compone de cuatro fases diferentes: huevo, oruga, crisálida y adulto. Cuando está en el segundo escalón de su desarrollo vive en bolsones de seda que sitúan en las copas de los árboles y que las propias orugas tejen. Durante el día se quedan en el interior de la bolsa porque les da calor y por la tarde salen a comer. Es entonces cuando dañan al árbol dado que se alimentan de sus hojas. Y, además, si lo defolian, pueden hacer lo mismo con los pinos que están próximos. Por eso hay que tener siempre controlado en qué fase del ciclo vital se encuentra.
Javier Espinosa, jefe de servicio de Montes del Gobierno de Cantabria, señala que «la clave está en hacer un buen seguimiento de la plaga y saber en todo momento en qué zonas se encuentra». Y a partir de ahí, en función de si el pinar está más o menos afectado, actuar en consecuencia. Así se trabaja ahora, antes simplemente se realizaba un «un vuelo con un hidroavión y se rociaban todos los pinares con insecticida». No importaba si el árbol estaba o no afectado, era indiferente.
16.297 hectáreas de pinar distribuidas en 1080 parcelas están incluidas en el Plan de Lucha Integrada
352 es el total de hectáreas que van a tratarse este año en la región con cañones nebulizadores
Ahora el planteamiento para combatir el problema ha cambiado. El Gobierno regional coloca la opción del insecticida como la última de la lista y opta por usarlo en «su justa medida y solo en determinadas ocasiones cuando los pinos están gravemente atacados». Porque por delante está cuidar el medio natural. Y así se recoge en el Plan de Lucha Integrada contra la procesionaria del pino que ha desarrollado la comunidad autónoma. El programa tiene varias patas y la primera de ellas es la de recabar datos durante los doce meses.
Con los recogidos este año se ha determinado que «la cantidad de procesionaria en la región es somera» y que, además, está en pinares altos por lo que, para las 352 hectáreas que van a tratarse, «se usará un nebulizador». Un cañón que dispara el insecticida y que crea una nube alrededor de las copas de los árboles.
El plan aprobado prevé como primer paso saber en qué estado se encuentra la especie y la abundancia de la misma en los pinares. Este insecto, que puede llegar a medir 4 centímetros, está cubierto por «unos que son urticantes y afectan a perros y personas», señala Espinosa. En los primeros días primaverales bajan una detrás de otra por el tronco, en procesión -de ahí su nombre- para enterrarse en el suelo donde pueden quedarse varios años. Esta es la tercera fase, la crisálida.
Existe un indicador que se llama «curva de vuelo» y permite conocer el estado de madurez de la especie. Es decir, en cuál de las cuatro fases está. «Es una mariposa y hace daño al pino cuando todavía es una oruga». ¿Y cómo se recaban estos datos? Con trampas. Se colocan unas bolsas en el tronco de los árboles que en su interior llevan unos botes con feromonas que atraen a las procesionarias.
Con la información en la mano se decide que método aplicar para cuidar los montes. «Ahí está la eficacia del plan», añade.«En el primer escalón están los métodos físicos que se usan cuando hay pocos daños». Se queman las bolsas o se llevan los árboles que están «enfermos, se cortan, se trocean y se queman». Algo que, desde el punto de vista ambiental, no tiene coste.
No se trata de erradicar la plaga sino de conseguir «una estabilidad». Si no es posible o no funciona este escalón, la siguiente fase «son los métodos de lucha biológica». Esto supone valerse de otras especies «para que se coman a la procesionaria». Por eso en algunos pinares hay casetas de pájaros. Se colocan nidales y «los que son insectívoros se las comen». E incluso refugios para murciélagos. Y es que la procesionaria es una especie autóctona que ya forma parte de la dieta de muchas aves.
También se utilizan bacterias que se comen las orugas o que inhiben el crecimiento de la especie y hacen que no llegue a desarrollarse. Y luego se encuentra el «control químico». En este escenario, cuando son pinares pequeños, el lugar está muy localizado y es accesible para una persona se rocía el árbol con «una mochila individual nebulizadora» que tiene un dosificador para aplicar a cada pino.
Si los bolsones están en pinos altos «lo que dificulta el acceso» en lugar de mochilas, se usa un «cañón nebulizador» (como puede verse en la foto). Este aparato crea una nube alrededor de las copas que acaban con la procesionaria. No obstante, si los datos reflejan que la afección es mayor y no queda otra opción, se hace un vuelo con insecticida aunque siempre se fomentan los elementos naturales para reducir el impacto. En la región se presta especial atención a esta oruga porque los pinares son, en su mayoría, plantados. Se trata de bosques con interés comercial y su explotación tiene un impacto económico importante en Cantabria por lo que su afección supone, para muchas empresas, perder rendimiento económico.
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