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Puede parecer exagerado pensar que Miguel Ángel Revilla anda más preocupado por la unidad interna de su partido que de las elecciones de dentro de ... cinco meses, pero no lo es tanto. Ya en el Congreso del PRC de hace solo un mes, cuando fue elegido por décima vez presidente de los regionalistas, insistió tanto en la necesidad de ganar los comicios para evitar que Vox llegue a las instituciones como en pedir a sus filas que no se acuchillen entre ellos cuando él se retire. No es que ahora exista más ruido de sables que en otras ocasiones, pero a sus 80 años, Revilla cree necesario insistir más que nunca en ello. Y ayer, en la comida de Navidad que reunió a 840 afiliados en Mogro, a la misma hora que echaba a rodar el balón en la final del Mundial, el presidente se puso más serio que nunca: «Los partidos se rompen desde dentro, como las familias. Y no me gustaría, en este último periplo, ver al PRC convertido en una jaula de grillos. La unidad siempre ha sido un activo de este partido y, además, es un gran valor electoral».
Le quede por delante la vida política que le quede, el siguiente capítulo marcado en rojo llegará el próximo mes de mayo. El PRC llega en una posición privilegiada tras el rédito logrado en 2019, cuando ganaron las elecciones autonómicas por primera vez, recuperaron la Alcaldía de Torrelavega, se quedaron con la mitad de los ayuntamientos de la región, consiguieron su primer diputado en el Congreso, un senador y, además, el primer cargo público en Europa, en el comité de las regiones.
Miguel Ángel Revilla
Presidente del PRC
Ahora el contexto ha cambiado e intuyen que puede pesarles su vínculo con el PSOE de Pedro Sánchez, fuertemente cuestionado por sus pactos con los independentistas y por las reformas penales y del Tribunal Constitucional. Al menos así lo creen en el PP pese a que su diputado nacional, José María Mazón, votó contra la segunda investidura del presidente del PSOE por su alianza con los separatistas, y contra los cambios en los delitos de sedición y malversación. «El ingenuo de Sánchez pensó que contaba con el PRC para todo, pero en este partido tenemos un límite. Él no cumplió con lo prometido y, desde el principio, no me gustó que quisiera estar con quien no comparte nuestros principios», denunció Revilla, quien dijo entender las «ansias de poder», pero «no pueden ser a cualquier precio».
Lo que Revilla sí concede al Gobierno central es haber cumplido con las obras y la financiación. Mencionó el tramo de Ave en Alar del Rey, que el año que viene estará «todo lleno de máquinas»; el pago de la deuda de Valdecilla; el estudio informativo del tren a Bilbao; la financiación del Mupac y de La Pasiega; las obras en La Hermida... «El Gobierno está cumpliendo», dijo.
El líder regionalista también tuvo palabras de reproche para los últimos escarceos en el Congreso, donde los diputados se tiraron a la cara el Golpe de Estado del 23-F a cuenta de la reforma en el Constitucional. «Qué desastre de Congreso tenemos, vaya jungla de vociferantes», lamentó Revilla, en comparación con las loas a Mazón, «un orgullo de diputado». «Ya no somos solo un partido de Cantabria, tenemos influencia en España y, a veces, tener un escaño en el Congreso vale como tener 15».
Miguel Ángel Revilla
Presidente del PRC
Más allá de las encuestas prematuras, que dan al PRC un ligero retroceso y un empate técnico con el PP, Revilla tiene claro con quién pactará llegada la hora y con quién no: «Jamás entraríamos a gobernar con Vox, que dice que quiere volver a la unión con Castilla y está en contra de la autonomía de Cantabria. Podemos pactar con PP y PSOE, pero nada más, con extremos no».
Precisamente, el presidente regionalista cree que el «mayor peligro» de las urnas es que den una mayoría a la suma de populares y Vox. «Si sacan los 18 diputados los tendremos gobernando en la región, y eso no es bueno para Cantabria. No lo vamos a consentir», aventuró. También se guardó una puntilla para la debacle de Ciudadanos: «Algunos querían tocar el cielo y se van a quedar en el purgatorio o en el infierno. Para consolidarse hay que hacer una travesía por el desierto como en su día hicimos nosotros».
El presidente, como la postal navideña que repartió a los afiliados, en la que aparece dibujado subiendo a Peña Labra' bajo el título de 'La última escalada', quiere saborear la victoria electoral por última vez –aunque lleva siendo la última vez más de una década–. «Nos lo merecemos por la historia de lucha y tenacidad de este partido», reclamó. Y finalizó con un grito por un 2023 «sin guerras internas ni externas». «Ni internas ni externas», repitió. De nuevo salió el miedo más primitivo de Revilla a la 'jaula de grillos'.
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