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El examen MIR se celebra el próximo 21 de enero. Hasta entonces, Elena Pérez Barquín (Santander, 1998) tendrá poco margen para la improvisación. Mejor ... Expediente Académico de Medicina en 2022, mérito que le reconoce el Colegio de Médicos el próximo 23 de diciembre, esta joven prepara los exámenes para convertirse en Médico Interno Residente con pasión, disciplina y buscando hueco para el descanso. No renuncia, dice, a pasear por Oviedo, donde se esmera estudiando para superar una nueva prueba de fuego. Una más.
Su nota media en la carrera de Medicina, que ha cursado en la UC, es de 9,43 puntos. Eso implica «muchas matrículas de honor», admite con timidez. Empujada por el ejemplo de su hermana, también alumna brillante en esta carrera, Elena entró en el curso 2016-17 en la Facultad y lo hizo en la primera lista abierta gracias a un expediente de Bachillerato y una nota EBAU sobresalientes.
Su vocación ha ido creciendo con el paso de los cursos. Fue asomarse a las asignaturas clínicas y a las prácticas hospitalarias y prender definitivamente la llama. Eso también le ha ayudado a reconocer la dimensión humana de la Medicina. «No es hasta que llegas al hospital cuando empiezas a ver verdaderamente el trato con el paciente. Aprendes a fuerza de ver a otros médicos interaccionar. Considero que es muy importante. Mucha gente se centra solo en la teoría y en la dimensión más científica, pero un médico tiene que ser capaz de hablar con el paciente».
En la carrera se graduó tal que un sábado y el lunes ya comenzó preparar el MIR, un tipo de reto que se supera a veces por centésimas o milésimas. «Al final es un examen, son 200 preguntas y de ahí sale una lista y decides lo que puedes hacer o no. Un mal día lo puede tener cualquiera y eso asusta», admite Pérez Barquín, que no menosprecia el factor suerte. Además, la peor presión es la autoimpuesta. «Es una época complicada en la que pasas mucho tiempo sola y estudiando. Cuesta desconectar aunque el descanso sea sagrado. Por mucho que estudies, si llegas anímicamente destruido, da igual».
La capacidad y esfuerzo personales son fundamentales, pero también lo es el apoyo del entorno. Sin un ambiente propicio para el estudio, las buenas calificaciones y las aspiraciones se diluyen. «Tengo la suerte de estudiar y de que esa sea mi única preocupación. Tengo una familia que me ha apoyado y el ejemplo de mi hermana. Eso hay que valorarlo».
Volcada en el MIR, Elena quiere trabajar en un hospital. ¿Qué especialidades baraja? «No lo tengo nada claro todavía», admite. Le gustan las médicas -cardiología, neumología o, incluso, nefrología-, pero «hasta que no haga el examen y sepa cuáles son mis opciones, no quiero precipitarme tomando una decisión». Y en cuanto al hospital, ¿Valdecilla está entre opciones? «Desde luego está entre ellas. Valdecilla es un referente y es potente en muchas de las especialidades que contemplo. Desde luego que me gustaría, pero al final tampoco es mi decisión. Pero si no es en la residencia, a largo plazo me gustaría trabajar en Valdecilla».
De superar el examen, Elena tendrá que enfrentarse al trámite de elegir plaza. Sus compañeros se han echado a la calle años atrás para protestar contra el actual sistema de asignación telemática, que no le convence en absoluto. «No es solo el factor de ansiedad que genera depender de una página que funciona mal y se cuelga, sino que ese era un momento de gratificación personal: llegar al Ministerio y escoger tu plaza; ser plenamente consciente de ello era una forma de cerrar la etapa».
Los médicos también protestan por sus condiciones laborales. ¿Cómo lo ve quien aún está en vías de convertirse en una de ellos? «Soy estudiante y tampoco puedo opinar mucho de este tema porque no lo he vivido, pero es cierto que parece que, cuando hacemos la residencia, tenemos un contrato y no vamos a ir al paro nunca. Y no es así», expone Elena, que adivina que, una vez expira el contrato de residente, es habitual encadenar experiencias a corto plazo. «En Medicina eso ocurre a una edad en la que rondas los 30 años y es difícil tener estabilidad».
Pérez Barquín atiende a este periódico en un momento robado al estudio. Se despide con un mensaje para los compañeros MIR: «Aunque es duro y pueda asustar entrar a trabajar en el hospital, todo pasa. Merece la pena. Ánimo».
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