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ÁNGELA CASADO
Santander
Viernes, 10 de abril 2020, 07:42
Ramón es un superviviente. Pertenece al grupo de riesgo del coronavirus por partida doble -tiene 82 años y es diabético- y ha salido victorioso de su lucha contra el Covid-19. Tanto, que durante su estancia en Valdecilla ni siquiera pisó la UCI y abandonó el hospital cantando a los sanitarios a pleno pulmón. Aunque ya se encuentra como una rosa, el hombre, natural de San Vicente de la Barquera, lleva dos días ingresado en Liencres a la espera de dar negativo en el test del virus. Sólo entonces, podrá volver «con el amor de mi vida, Carmina». Junto a ella, le quedan largas jornadas de vacaciones en Benidorm que por el momento tendrán que esperar.
Ramón Martínez no sale mucho de casa. Lo justo para hacer los recados. Así que desconoce cómo se contagió de coronavirus, ya que ninguno de sus familiares ha tenido síntomas. A finales del mes pasado, empezó a sentir sensación de ahogo y dolor de cabeza. Sus hijos no se lo pensaron mucho y el 27 de marzo lo llevaron a las Urgencias de Valdecilla. Allí, fue ingresado de inmediato y pasó dos días en la sala de vigilancia de Urgencias y otros diez en la octava planta. Pero su peor recuerdo es la soledad y el aburrimiento. «A los pocos días ya me encontraba bastante bien. El virus no ha podido conmigo, con 82 años estoy fuerte todavía», relata tranquilo. Se queda con lo bueno y recuerda con cariño a los sanitarios que lo han atendido, especialmente a Laura, la enfermera, que le prestaba su teléfono para que pudiera hacer videollamadas con su familia. El trato fue tan bueno que le dio pena irse, por eso les dedicó una canción de despedida, la habanera 'Ya no me miras como me mirabas'. «Significa mucho para mí, la he cantado siempre con mi mujer y es una manera de tenerla presente. Me trae buenos recuerdos».
Ahora, se recupera en el hospital de Liencres, donde «más que una habitación, tengo un palacio». Se encuentra estupendamente y cuenta los días para poder volver a casa. «Me han dicho que igual a finales de esta semana me puedo ir». Por supuesto, ya tiene planes. Está deseando reunirse con toda su familia: su mujer -con quien se casó hace 62 años-, sus tres hijos, sus dos nietos y sus cuatro bisnietos. Aunque lamenta que para ello «habrá que esperar a que pase todo esto». También tiene ganas de volver a Benidorm con Carmina. «Vamos dos veces al año, en mayo y en octubre. El mes que viene ya lo veo imposible, pero espero que después del verano sí podamos». Van desde hace 26 años y les encanta participar en concursos de canto. «Mi mujer también canta muy bien, hacemos un buen equipo». Por el momento, se conforma con recuperarse al 100% para poder volver a casa con ella. «Lo último que quiero es contagiarla, prefiero estar el tiempo que haga falta aquí para protegerla».
Ramón es un ejemplo de superación. El coronavirus apenas ha hecho mella en él a pesar de ser diabético. Debido a esa enfermedad, en 2019 tuvieron que amputarle un dedo y, a principios de 2020, otro. Aún así, sus buenos hábitos y una vida muy dinámica le han ayudado a sobrellevar los achaques. Siempre ha sido un apasionado del ciclismo, «aunque ya no ando en bicicleta» y su trabajo le ha mantenido activo, en movimiento. «He sido navegante y también he trabajado muchos años en un astillero naval -en El Astillero-, donde he cargado siempre con mucho peso». De ahí viene la fuerza con la que se enfrenta a todos los males.
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