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Casi tres mil ganaderos de toda la provincia escoltados por cerca de 230 tractores tomaron ayer las principales calles de Santander en una acción sin precedentes en Cantabria para reclamar un precio justo por sus productos y demandar de las administraciones públicas la adopción de ... las medidas que sean necesarias para preservar el medio rural.
Por una vez todos de acuerdo, los colectivos agrarios de la región, UGAM-COAG, Asaja y UPA, lograron que las gentes del campo sacaran músculo en la ciudad, sobre la que los ganaderos volcaron su preocupación por los graves problemas de un gremio que al término de la movilización, que duró unas tres horas y media, se sintió no sólo reforzado sino muy arropado.
Sus hombres y mujeres, protagonistas de la protesta, exponen sus temores, reclamaciones y necesidades
Roberto Fernández se trasladó ayer desde Villamoñico, en el municipio de Valderredible, para «reivindicar unos precios justos para nuestros productos». Y para criticar las contradiciones del comercio exterior. «No todos jugamos con las mismas reglas. A países de fuera de Europa no se les exige lo mismo que a nosotros», indica. Asegura que las fincas que antes eran rentables con una producción en cereal de 2.000 kilos, ya no lo son. «Ahora sólo quedan las fincas con una producción por encima de los 4.000 kilos y, como dependemos del tiempo, andamos un poco mal».
La situación actual de Marta Diego, ganadera de vacas en el puerto de Alisas (Arredondo), es «muy mala». «No llegan los precios para nada, no cubrimos los gastos y, si no es por las ayudas, ni como, ni pago autónomos». Acude sola a la manifestación, pero se siente arropada por miles de compañeros que luchan por hacerse notar. «Sin nosotros, los pueblos desaparecen», explica la ganadera. Entre sus principales preocupaciones está el futuro de su hijo de 16 años: «No veo que mi hijo pueda ser ganadero y, si te digo la verdad, no sé si quiero que siga con estas condiciones».
Manuel Lavín lleva toda su vida trabajando con vacas. «Soy ganadero de leche en Ribamontán al mar». Esa es su carta de presentación para acudir a una protesta por unos precios justos que, concretamente en el ámbito de la leche, «no existen». «La leche se paga a precios muy bajos y no cubrimos gastos». Explica que el sector está «prácticamente arruinado» y que necesitan ayudas para poder mantener el trabajo y la familia «dignamente». «Los políticos pueden hacer más. Tienen que dar seguridad a nuestro trabajo para poder garantizar el relevo generacional en el campo».
A pesar de estar jubilado, José Ramón Acebo no podía faltar a la reivindicación más masiva de su sector en Cantabria. Fundó una sociedad agraria en Meruelo, donde ha trabajado toda su vida junto a su hijo, su mujer y una de sus hermanas. «Es importante que estemos aquí. En mi caso porque mi familia y mi negocio dependen de ello y el sector no termina de salir del pozo». Sobre los nuevos cambios anunciados por el Gobierno en la Ley de Cadena Alimentaria, se muestra incrédulo. «Ya se han oído cambios varias veces y no ha pasado nada».
Acompañada de su hijo, montado en un tractor de juguete, y de su hija, que sostenía una pequeña pancarta, esta ganadera del pueblo de Pedroso, en el municipio de Villacarriedo, no quiso perderse la protesta en Santander. «Toda la vida mi familia y yo hemos trabajado en la ganadería y ahora estamos en un momento histórico para apoyar al sector y pedir unos precios justos», explica Mónica. Aboga, sobre todo, por evitar más recortes de la PAC. «Solo queremos llevar a cabo un trabajo que nos gusta de una forma digna para poder dar de comer a nuestros hijos».
Evaristo Canales, ganadero de carne en Bustablado, celebra la masiva afluencia de compañeros a la manifestación. «Hemos hecho bien en juntarnos para reivindicar nuestros derechos. Hay que ir todos a una porque nos están matando poco a poco». Al igual que expone el mensaje de su camiseta, se consideran casi una especie en extinción. «Cada vez somos menos y las administraciones tienen que ayudarnos para poder sacar esto adelante». Y aprovecha para criticar que los gobiernos anteriores no han hecho «nada» por ellos. «Si hubieran hecho algo, no estaríamos aquí».
José Manuel ha ligado toda su vida a la ganadería. «Ahora estoy jubilado y te puedo decir que antes se vivía más o menos bien. La situación era tranquila, pero ahora está jodida», asegura. Quería que su hijo fuese ganadero, pero «no va a ser posible». «Es una pena ver todo el campo abandonado que tenemos. No hay derecho». Para poner al sector «en el sitio donde se merece», Fernández pide a los gobiernos que ayuden a la promoción de «los productos de aquí». «Eso se consigue haciendo política sin olvidarse del campo y las familias que vivimos de él», sentencia.
«Mis padres y mis abuelos han sido ganaderos desde siempre. Ahora mi hijo se ha incorporado, pero veo difícil que pueda seguirme». Así expresa Teresa Gómez, ganadera de Vega de Pas y vicepresidenta de Aigas La Unión, la falta de un «relevo generacional en el sector». Su familia es un ejemplo de la falta de apoyo a nuevos ganaderos: «Me gustaría que siguiese y él también quiere pero, si no hay ninguna administración que le ayude, tendrá que dejarlo». Entre otras reivindicaciones, la ganadera aboga por unas elecciones en el campo y que se promocione al agricultor ATP.
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