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La fotografía es terrible, pero el relato es aún peor. La encontraron en el pueblo de Vargas, en Puente Viesgo, después de una semana deambulando, guiándose por el olfato, ya que sus ojos no le permitían ver el camino. El izquierdo estaba arrancado de la cuenca ocular y el derecho, inflamado y tapado por una gran costra, fuera de la cavidad orbitaria. Había más heridas. Tenía la cara llena de contusiones, como si hubiese estado rascándose para desprenderse del dolor, y en el cuello aún se ve la profunda marca de la cuerda naranja de nailon.
«No nos explicamos qué ha podido pasar para tener a un animal en este estado. Ver casos así, como tantos que hay, nos genera indignación con el ser humano», señala Ana Losada, una de las veterinarias que, durante dos horas, estuvo este martes operando a la perra en una clínica de Soto de la Marina.
Que este animal, una hembra mestiza de lobera, esté a salvo, recuperándose de las heridas, alejado de quien le sometió a tanto sufrimiento y dolor es gracias a una gran cadena humana. En primer lugar a un vecino de Vargas que, viendo el estado de la perra, la sacó de la calle. Después se hizo cargo AyreCan, una asociación protectora que la puso en manos de dos veterinarias de Soto –además de poner los hechos en conocimiento del Seprona de la Guardia Civil– y finalmente llegó a la casa de acogida de Mercedes Vega. «Es un encanto, parece mentira que una perrina a la que han hecho tanto daño haya confiado en nosotros desde el minuto uno. Se ha portado muy bien, ha dormido toda la noche, ya nos conoce por la voz y se guía por el olfato», dice Merche, la vecina de Rumoroso que se ocupa de cuidar a Jana–e ha puesto este nombre en homenaje a una amiga «guerrera y luchadora»– hasta que encuentre una familia definitiva «que le pueda dedicar mucho más tiempo que yo».
La protectora AyreCan, que ha costeado, con la colaboración del Ayuntamiento de Puente Viesgo, la operación de Jana, no parará hasta tener el nombre y apellido del culpable. Ya lo hicieron con otro caso de maltrato ocurrido en La Cavada y así lo harán ahora, «aunque tengamos que patear todo Vargas preguntando a los vecinos», señala Sheila Ruiz, miembro de la organización. El enfado que ha generado este caso de maltrato en el grupo se torna en tristeza cuando describen el estado en el que se la encontraron: «Era lamentable. Tenía un ojo reventado, el otro fuera podrido, no podía tragar saliva por lo prieta que estaba la cuerda y no pesaba ni 13 kilos».
Además de dar con el responsable del maltrato a Jana, AyreCan quiere encontrar una familia definitiva e idónea. «Después de todo el sufrimiento que ha pasado y teniendo en cuenta que es ciega, queremos que esté en un hogar en el que sea un miembro más, que viva dentro de la casa, cuidada y protegida, no fuera en un jardín o vigilando vacas», solicita Ruiz. Los interesados pueden ponerse en contacto con la organización a través de sus redes sociales (Facebook o Instagram) y en el número de teléfono 650 918 205.
Existen distintos tipos de maltrato animal después de la reforma de 2023. Por un lado, el delito en su tipo básico, regulado en el apartado 1 del artículo 340 bis del Código Penal, consistente en causar a un animal doméstico que viva temporal o permanentemente bajo el control humano una lesión que requiera tratamiento veterinario con penas de prisión de 3 a 18 meses o multa de 6 a 12 meses, además de la inhabilitación de 1 a 3 años para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales y para la tenencia de animales. Y por otro lado, el tipo agravado de maltrato animal si concurre con circunstancias como la utilización de armas, ensañamiento, haber causado al animal la pérdida o la inutilidad de un sentido o haber utilizado venenos, entre otras. La prisión para este tipo es de 12 a 24 meses.
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