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El juego y las dinámicas colaborativas son clave en las clases para el aprendizaje del español del CEIP José María de Pereda. Luis Palomeque
Hamza o el valor del refuerzo educativo

Hamza o el valor del refuerzo educativo

Setenta colegios e institutos participan en el programa Proa+. «Da muy buenos resultados», valoran desde uno de ellos, el CEIP José María Pereda de Torrelavega

Mada Martínez

Santander

Domingo, 13 de marzo 2022, 07:38

Hamza coge un taco de fichas de animales y le muestra a Anwar la primera. «¿Este cómo se llama?», le pregunta a su compañero de pupitre. Anwar duda un segundo. «Perro», responde en perfecto español. Hamza asiente, sonríe y sigue repitiendo la jugada. Las fichas van revelando osos, tigres o pulpos que los niños identifican con tino. De pronto una de las tarjetitas hace titubear a Hamza. Es un pájaro, sí, pero con ese pecho henchido y tornasolado tiene que tener nombre propio. «¿Paloma?», se pregunta el niño en voz alta. «Paloma, correcto», le responde Gloria Gómez Dacal, profesora a cargo del aula que asiste a la escena a poca distancia.

El juego, las dinámicas colaborativas y la docencia compartida son esenciales en la clase de enseñanza del español '¡Hablamos!' del CEIP José María Pereda, un colegio casi centenario, fachada mostaza, aulas luminosas y varios patios exteriores. Las imágenes que visten las paredes del recibidor –mapamundis y lemas en distintos idiomas– reflejan bien la diversidad sociocultural del alumnado del centro y del barrio torrelaveguense donde se ubica: La Inmobiliaria. De los 188 escolares matriculados, cerca de un 73% tienen origen extranjero. En el colegio cuentan 22 nacionalidades y ascendencias distintas, entre ellas, la árabe de los pequeños Hamza y Anwar, que a esta hora de la mañana están enfrascados en el juego de las fichas. Juntos acaban de identificar al delfín.

Esta clase de enseñanza español y el puesto que ocupa Gloria –maestra de Primaria de perfil francés– han llegado de la mano del Programa Proa+ para la orientación, avance y enriquecimiento educativo; en esencia, un mecanismo de cooperación territorial entre el Ministerio de Educación y las autonomías dirigido a los centros que presentan complejidades educativas. Entre sus objetivos están la mejora de la convivencia, del bienestar socioemocional y de los resultados académicos del alumnado.

El curso pasado se implantó en 69 centros cántabros con la meta de paliar efectos negativos de la pandemia en la comunidad educativa. Colegios e institutos presentaron proyectos ligados a sus necesidades y, sobre esa base, recibieron recursos. Se contrató en total a 90 docentes, a tres integradores sociales y diez servicios de monitores; y se procuraron más de 80 acciones de formación para familias y profesorado.

«Estoy muy contenta. Cada adelanto es un triunfo. Las dinámicas colaborativas y el apoyo entre los alumnos es muy importante»

Gloria Gómez - Profesora del Programa Proa+

«Queremos crear un colegio abierto, una cultura de centro. Y hacemos todo lo posible por integrar a las familias»

Natalia Martínez - Jefa de estudios del colegio José María de Pereda

Alumnos y profesores se disfrazaron para celebrar La Patarrona. Luis Palomeque

Durante estos tres próximos cursos, el programa lo financia el Ministerio con fondos europeos (Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia). Este año tiene un presupuesto de 2,56 millones, unos 400.000 euros más que la edición anterior, y objetivos redefinidos. Con idea de reducir el absentismo y el abandono escolar, se han fijado ejes, acciones y estrategias, que, entre otras cosas, persiguen la mejora de los resultados y competencias del alumnado con alguna dificultad para alcanzarlos. Setenta centros cántabros –36 colegios y escuelas; 15 institutos; 15 centros concertados y cuatro de educación especial– se han sumado este curso a este Proa+ reestructurado.

«Actividades palanca»

Las líneas de trabajo se concretan en 45 «actividades palanca». Si el año pasado el Pereda optó por un plan lingüístico y de lectoescritura –tan exitoso que ya forma parte de sus rutinas educativas–, este ejercicio ha planteado otro para la alfabetización y enseñanza de español para extranjeros, con el objetivo añadido de mejorar la digitalización del alumnado y de sus familias. El colegio también cuenta con clases de educación compensatoria al abrigo del mismo programa.

Lo explica Natalia Martínez, jefa de estudios del colegio y una «entusiasta» de la educación según la definen sus compañeros. Ella se ha enfundado esta mañana en un disfraz de vaca, orejas moteadas incluidas. El centro celebra de esta guisa La Patarrona y docentes y estudiantes se han disfrazado para la ocasión. «Hoy vamos a cantar, a bailar y a hacer un desfile», avisa Meryem, que, después de comprobar que la periodista ha escrito correctamente su nombre, se atreve con una canción. La recita del tirón.

Ella, la pequeña Safa, Youssef, Ayoub, Zakaria, Hamza o Anwar, que también aprenden y juegan a esta hora de la mañana en el aula, ejemplifican bien cómo el programa Proa+ surte efecto. Han adquirido conocimientos, competencias lingüísticas, soltura y confianza. «Aquí aprendemos a escribir, aprendemos muchas palabras», celebran los niños.

«El programa da muy buenos resultados», confirma Hala Zouiten, ingeniera, profesora auxiliar de Lengua en origen de perfil árabe y una figura clave para que niños y niñas sigan las clases y el curso con éxito. O bien les acompaña en el aula de referencia, o complementa la labor de Gloria con la enseñanza de español.

Hala también es esencial para que muchas familias estén conectadas al centro. Minutos antes de entrar en clase, en la entrada del colegio, se ha encargado de traducir las reflexiones sobre el Proa+ que hace un grupo de madres de origen marroquí. Ilham, Ghizla, Fátima Ezzahrae y de nuevo Ilham proceden de la zona del Atlas y llevan apenas un par de años residiendo en Torrelavega. A la pregunta sobre si el programa ayuda de forma tangible a sus hijos, la respuesta es unánime: «Sí». Los niños, de hecho, les echan una mano con algunos trámites y con esas palabras en español que aún se les resisten. «Espero que controlen el idioma y que triunfen desde el punto de vista académico», resume Ghizla en nombre de sus compañeras.

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