Hechorías

Pero, como hubiera preguntado Jorge Manrique de haber sido ingeniero de caminos en vez de coplista de pie quebrado, ¿qué se 'fizo' de la Autopista Dos Mares, la nonata AP-69, de Pesquera a Miranda de Ebro, y qué se ha 'fecho' con el cambio postdoctoral en la A-73 de Burgos a Aguilar de Campoo? Todo esto también es importante para los valles y montes del Pas, anejos por el sur a los cañones ibéricos, y necesitados de revitalización de las comarcas de transición entre cordillera y meseta.

Siendo cónsules don José Luis en La Moncloa y don Miguel Ángel en La Peña Herbosa, en vísperas de nuestro Día de las Instituciones de 2010, la Secretaría de Cambio Climático, gerenciada entonces por la actual ministra de Transición Ecológica, doña Teresa, resolvió que no se podía autorizar la AP-69. Se oponían, además de organizaciones ecologistas, algunos municipios e incluso la autoridad ambiental de Castilla y León, comunidad con la que, según parece, nadie había conversado, a pesar de ser don José Luis tan leonés y don Miguel Ángel tan comunicativo.

Cantabria se conformó con este dictamen protector del desmán del Pirineo, el águila perdicera, el visón europeo y otros valores de fauna, flora y paisaje que perviven en comarcas que 'Homo sapiens' ganó hace 40.000 años y donde probablemente ya no estará dentro de 40 (que es básicamente el objetivo, no nos engañemos). No se propusieron opciones mejores para convencer a más personas o minimizar algunos impactos, ni se reclamaron enérgicamente alternativas de conexión al valle del Ebro. Y aquí vamos a la otra obra: la alternativa de unir el sur cántabro con Miranda vía Aguilar y Burgos exige la A-73, como vio en su día el ministro Cascos y ve cualquiera. Esta inversión ya se había detenido en el gran frenazo ferro/auto/viario de 2010 tras la llamada de míster Barack a don José Luis, y sigue hoy sin perspectivas de realización, pues don Íñigo, que apostaba por el modelo alemán, ha dejado de fomentar, y su sucesor no quiere copiar los proyectos 'sernistas', acaso para que no le acusen de plagio, y menos en alemán.

Hay, pues, en nuestra presente historia una distinción entre 'hechos' y 'hechorías'. Quizá la A-73 alcance, en futuro remoto, la categoría de hecho; pero la AP-69 será para siempre una 'hechoría': la gran ilusión de otro Santander-Mediterráneo desmadejada por falta de consensos, prudencias, negociaciones previas y, en definitiva, tacto y tino.

De paso, el temor vizcaíno a un 'bypass' cántabro-burgalés se diluyó. Precisamente, los ecologistas alegaron en 2010 que la AP-69 no era necesaria porque ya había alternativas en la conurbación de Bilbao (la 'súper-sur'), con un tercer carril en la A-8 a Vizcaya (que no está ni licitado ocho años después), la A-73 (que está paralizada sine die) y la A-12 (Logroño-Burgos, paralizada porque ha terminado la concesión de la AP-1 Burgos-Miranda y ahora no está claro qué hacer). El único argumento que queda en pie es que dependemos de la circunvalación de Bilbao, lo cual para el sur de Cantabria es, sin duda, comodísimo, estupendo y emporio de riqueza. Teníamos que haber empezado al revés: declarar a pasiegos y campurrianos especies protegidas, y evaluar el impacto ambiental de no hacer nada, pues hay una especie verdaderamente singular que se va a extinguir en la zona: la nuestra.