«El hidalgo nace, ningún rey da el título»

«No es club social, es una forma de vida. Supone mantener una lealtad absoluta al rey de España y a la princesa de Asturias, así como al resto de la Familia Real, comprometiéndonos, además, a la defensa de la patria y de sus tradiciones», afirma Fernando Gómez de Olea, decano-presidente del colectivo.

«Para formar parte del cuerpo hay que presentar una solicitud a través del correo electrónico (secretaria@hijosdalgocantabria.es). Es necesario acreditar las pruebas de la hidalguía del solicitante con documentos como partidas de nacimiento o padrones», añade Gómez de Olea.

«Cantabria es una de las regiones de España con mayor número de hidalgos. Consideramos que en un momento como el actual, en el que, por diferentes intereses, se quiere romper con la unidad del país y en el que las tradiciones están perdiendo terreno, es bueno que se creen asociaciones como la nuestra, con miembros a los que no les importe mostrar el orgullo por su país y sus antepasados», recalca.

Los primeros hidalgos aparecieron durante la Reconquista. «La diferencia con los nobles es que estos no tenían que pagar tributos a la Corona. Sólo necesitaban tener caballo, espada y tierras», explica. Por ello, continúa, «aquí no importa el dinero, sino la persona. Además, se es hidalgo por sangre. Se nace. Nadie te puede dar un título de hidalgo. Se es o no se es».

Entre las actividades de este colectivo está la digitalización de los expedientes y de las publicaciones sobre Cantabria y sus hidalgos. Incluso se están organizando para «crear turnos para colaborar con algunas ONG e instituciones como la Cocina Económica», subraya Gómez de Olea. «Pero también es importante la conexión que se da entre personas de todas las edades, desde gente de la mía (tengo 86 años) hasta menores como Ariel García de Lago, de sólo 17 años, cuyo padre y abuelo también son hidalgos», apostilla.

Otro de sus miembros, José María Martín-Abad y de Miranda, de 33 años, explica que para él «es un orgullo saber de dónde vengo». «Hay gente que no sabe quiénes son sus bisabuelos y se sorprenderían. En el fondo, un hidalgo es una buena persona, que busca ayudar a los demás, un romántico. Somos como don Quijote, es el mejor ejemplo», afirma entre risas.

Las damas también ocupan un lugar destacado. «Me lo propuso un amigo y accedí. Espero que nadie lo vea como algo trasnochado, sino como una agrupación de personas que no tienen vergüenza de defender España de todos los disparates que se están cometiendo», relata Patricia de la Vega.