

Secciones
Servicios
Destacamos
Al final de la charla sirven una ronda en unos vasos fríos. Leche de pantera. «Dicen que le pidieron a Perico Chicote una bebida enérgica, vigorosa y barata», explica alguien en la mesa. En la 'receta', ginebra, canela y leche (puede que condensada). «Y cuando se entraba en combate le echaban pólvora». Todos sonríen al oírlo y brindan. Entre paredes forradas de imágenes y objetos que rezuman simbolismo. «A mí me sirvió para tener un coraje especial ante las dificultades de la vida», dice José María Fernández de su paso por el Tercio Tercero. Del 77 al 79, voluntario. Ha escrito hasta un texto en un papel que se empeña en leer al final de cada historia de sus compañeros. La de Juan Pedraja, que dio «un gran disgusto» a su padre cuando tomó la decisión. O la de Facundo Díez, que con los relatos que escuchaba por la radio a los diez años de la Guerra de Ifni en el 58, ya andaba como loco por alistarse. Todos forman parte de la Hermandad de la Legión de Cantabria. Entre antiguos legionarios y simpatizantes, algo más de setenta socios, y casi 35 años de vida.
José María Fernández Tercio Tercero (1977-1979). «A mí me sirvió para tener un coraje especial ante las dificultades de lavida, a ser especial»
Juan Pedraja Tercio Segundo (1979-1980). «Los que teníamos estudios enseñábamos a leer y escribir a los que no sabían»
Facundo Díez Tercio Segundo (1966-1969). «Mi mejor recuerdo es haber desfilado en la Semana Santa de Málaga del 67»
José Luis García Tercio Segundo (1956-1959). «Tenía 19 años al alistarme, que era menor entonces, y me dijeron: ‘Bueno, le pondremos 21’»
José Compostizo Tercio Tercero (1979-1980). «Era cartógrafo y tuve que hacer el plano de un ataque para las maniobras de un ejército mexicano»
«Los que teníamos estudios enseñábamos a leer y escribir a los que no sabían», dice Pedraja, que estuvo en Ceuta con el Segundo Tercio. «Recuerdo que unos legionarios que volvían de pasar la tarde entraron en un cafetín y montaron un 'cristo'... Yo era cabo y el capitán me mandó ir allí para preguntar qué se decía de los desperfectos. 'Dígale al capitán que no se debe nada', me dijeron». Historietas. Como la de la camisa de oficial que le dejaban a José Compostizo para que pudiera jugar de portero en el equipo del Tercio (en Fuerteventura). «Yo en teoría no podía jugar porque era tropa y estaba reservado a los oficiales». Allí, como cartógrafo, le tocó hacer el plano de un ataque para las maniobras de un ejército mexicano. Son anécdotas amables. «Mi mejor recuerdo es haber desfilado en la Semana Santa de Málaga en el 67», dice Díez. Igual que la forma que tiene de contar cómo se alistó José Luis García. «Estaba por aquí un sábado por la mañana con tres amigos. Yo no trabajaba, me los encontré y me dijeron que iban a alistarse. No me lo pensé. Tenía 19 años (menor de edad por entonces) y me dijeron: 'Bueno, le pondremos 21'. Esa misma noche estaba en un tren a Vallecas». Estuvo en Dar Riffien (Marruecos) y fue legionario del 56 al 59. «Nos perdimos una vez en el desierto con dos guías (el Sáhara). Tres días estuvimos perdidos y un avión nos tiró un saco de pan y latas de sardinas... Sacamos media cantimplora del radiador del camión y nos echaron una bronca tremenda porque decían que nos íbamos a envenenar», recuerda.
En la tarjeta de visita de Juan Moreno Gómez figura la Gran Cruz de Caballero de Santiago o el reconocimiento como Caballero Cruz de la Orden del Mérito. Hijo de militares y «criado en cuarteles» ocupa la presidencia de la Hermandad desde hace ya seis años, aunque –como curiosidad– nunca estuvo en la Legión. «Soy un amante del cuerpo y me siento tan legionario como el que ha estado. Siento y vivo la Legión como cualquiera que ha estado y lo demuestro constantemente con mi dedicación a esta Hermandad».
Pero a esa lista de anécdotas se suman también otros relatos. Más serios. Fernández, que insiste en decir que sirvió junto a algunos «de los mandos más carismáticos», recuerda las 'generalas' (las llamadas al Tercio para armarse y estar listo) en la época de la transición. O la «intervención en el cinturón de seguridad del único secuestro de aviones que ha habido en España». Año 79 (aunque no se conocían, allí también estaba Compostizo). «Nosotros vigilábamos la frontera -se arranca Pedraja- y yo recuerdo una generala porque las fuerzas marroquíes habían entrado en la zona neutral. Marchamos todos, con los carros de combate... Se armó una gorda».
Díez (voluntario, Segundo Tercio) se pone muy serio al final de su turno. «Cuando pasamos del campamento a la bandera a un compañero madrileño y a mí nos nombraron para la hacer la guardia del polvorín de Ceuta. Se llevó unos pantalones que le presté para su guardia y se voló la cabeza. Ese es mi peor recuerdo» -todos, casi a coro, le responden con un «que el señor le tenga en su gloria»-.
Es el propio Díez el que sale al paso de las leyendas negras. Del 'nada importa su vida anterior' y de la fama de refugio de borrachos y criminales. «Al que se movía, le metían caña. A mí me enseñaron a hacerme como persona y siento mucho orgullo». «Disciplina, orden, compañerismo», dice Pedraja, que volvió con su mujer hace tres años al Tercio de visita, y cuenta que «ella se quedó muy sorprendida del buen trato». «Todo son recuerdos buenos», insiste García. Lo mismo que Compostizo. «Es -bromea- un buen sitio para bajar kilos. En un mes te ponen muy fino». Fernández, con los papeles que ha escrito entre las manos y nada más recordar que en la Hermandad volverán a celebrar el 20 de septiembre el aniversario de la Legión, resume: «Es un cuerpo especial, donde destaca la integración y la convivencia».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.