Los históricos del ciclismo piden prudencia

Hace un par de semanas, un conductor arrolló de frente y tras cambiar a gran velocidad de carril a un pelotón de ocho miembros del Club Ciclista de Rubí en el municipio barcelonés de Castellbisbal. El balance: dos fallecidos, de 67 y 72 años, tres heridos críticos, y un conductor que, tras una peineta y un gesto de pasotismo, se dio a la fuga. Como si nada hubiera pasado. Hace poco más de un mes, en Almería, un conductor de 24 años encaraba una curva con una tasa de alcohol en sangre de 1,07 mg/l y con una velocidad desorbitada, llevándose de frente a tres ciclistas, de los cuales dos no pudieron contarlo, muriendo en el acto.

Los accidentes de tráfico en los que se ven involucrados ciclistas han supuesto una lacra durante el presente verano. Si bien es cierto que los datos de las dos últimas décadas suponen una gran mejora respecto a los registros de los últimos años del siglo pasado -en 1994, por ejemplo, hubo 152 fallecidos, algo que dista mucho de los 21 ciclistas muertos durante este año-, «aún queda mucho por hacer». La solución para muchos ciclistas y miembros de asociaciones relacionadas con este deporte pasa por agravar las multas para los conductores infractores responsables de estos delitos, además de aumentar la frecuencia de controles en las carreteras. Para otros, la solución va un paso más allá, hasta la raíz. La concienciación, el hacer visible un problema que en el último mes se ha cobrado varias vidas, y de una forma cruel y repentina, creen que puede ser la piedra de toque.

Para poder contestar a la pregunta sobre la ansiada solución a este aspecto, cuatro grandes nombres de la historia del ciclismo cántabro dan su opinión sobre la situación actual de un deporte «en el que se debe tener respeto pero nunca miedo»: Óscar Freire, Herminio Díaz Zabala, Iván Gutiérrez y Enrique Aja. Su holgada experiencia como ciclistas profesionales, a menudo participando en varias ediciones de grandes vueltas como el Tour de Francia o La Vuelta a España, sumada a la narración de vivencias personales de toda una vida ligada a la bicicleta, servirán para entender qué pasa por la cabeza de un ciclista cuando, con el culotte y las zapatillas enganchadas a la bici, se lanza a la carretera donde conviven con vehículos a motor.

Óscar Freire Gómez (Torrelavega, 1976) fue, es y será una de las figuras más icónicas del ciclismo cántabro y nacional. Con un gran palmarés a sus espaldas, el torrelaveguense, que sigue practicando este deporte de forma asidua pero más relajada, comparte algunas de sus experiencias sobre la bicicleta -«Más de una vez me ha pasado un coche a diez centímetros de la oreja», precisa-, concebida de una forma muy diferente en algunos países a como lo está en España. Asegura que «en Cantabria se respeta mucho al ciclista y a la bici, ya que es una región con gran tradición». Freire considera como «crucial» el hecho de ser consumidor del ciclismo de alta competición por televisión, ya que, de esta forma, «la gente lo practica más, y, por tanto, es conocedora de lo que hay detrás de él». Y también del riesgo en la carretera. El cántabro, tres veces campeón mundial de ciclismo en ruta, insiste en la capacidad de entendimiento que debe tener el conductor de un vehículo ante un ciclista: «A los conductores les diría que, aunque tengan la razón, intenten comprender y respetar al ciclista, pese a que éste lo pueda estar haciendo mal».

José Iván Gutiérrez Palacios (Hinojedo, 1978) encontró en el ciclismo una pasión a la que ha dedicado más de 20 años, 14 de ellos como profesional, desempeñando actualmente labores de ayuda en La Vuelta a España. Respecto a los cambios entre el ciclismo y la carretera con su época de joven corredor, Gutiérrez destaca el «estratosférico» cambio de los últimos diez años hasta la actualidad en lo que a concienciación sobre el respeto al ciclista se refiere. «Aunque queda mucho por hacer», como él mismo reconoce, cree que el ciclista también «debe poner facilidades», destacando «la anticipación», algo que «a menudo falla en los corredores inexpertos que hay ahora», que deben «poner todo y un poco más de su parte», sabiendo que «en la carretera, tienen las de perder». Por otro lado, también hace hincapié en el empuje de las asociaciones para lograr una ley justa sobre sanciones a los conductores, «algo que con mucho esfuerzo se consiguió». Además, Iván Gutiérrez se muestra muy crítico con algunos carriles bici, que considera incluso «aberrantes». A su juicio, «las autoridades deberían dejarse aconsejar por los ciclistas, que somos los que sabemos del medio».

Herminio Díaz Zabala (Reocín, 1964) forma parte de una de las épocas más laureadas del ciclismo español. Desde la cafetería del hotel que regenta en la actualidad, Zabala cuenta que el ciclista ha de ser consciente de que es «la parte débil», pero que no ha de mostrar miedo sino respeto, el cual «ha de exigirlo, pero también ser estricto a la hora de mostrarlo a los demás». El exciclista, retirado hace veinticuatro años pero en continuo pedaleo, insiste en que, en la bici, «la razón no es una armadura, por mucho que tengas la razón en un momento dado, no es un escudo protector, vale más frenar a tiempo que tener un susto». Pese a los últimos casos de atropellos a ciclistas, opina que la concienciación «es cada vez mayor», aunque hay países del centro y el norte de Europa que «parten con ventaja, ya que muchos de ellos se ven cada día tanto usando el coche como la bicicleta, por lo tanto saben lo que hay detrás de cada caso». Además, el exciclista lanza un llamamiento para todos los conductores infractores: «A los que cometen estas barbaridades les diría que piensen que el de la bici puede ser su hijo, padre o hermano».

Enrique Aja Cagigas (Pontones, 1960), exciclista cántabro que participó en seis Tour de Francia, insiste en la mejora de los datos sobre fallecimientos de ciclistas en la carretera de los últimos años, asegurando que «en mi época, rondaban los 130 casos de ciclistas muertos al año», y que, aunque se ha mejorado, «quedan cosas por hacer». Aja se dedica actualmente a impartir clases de ciclismo para todos los niveles, insistiendo en los conocimientos de seguridad vial que requiere este deporte. «La clave es anteponerse, al principio cuesta pero luego lo haces de una manera automática», añade el cántabro, recordando una de las lecciones que le dio su padre cuando comenzó a pedalear con siete años: «Siempre insistía en que, aunque tengas prioridad, debes pensar que el otro no lo va a hacer bien, hay que tener una visión profunda y periférica en la bicicleta, no solo ir mirando la carretera hacia adelante». Además, Aja defiende con orgullo su eslogan: «Con educación y respeto, en la carretera cabemos todos». «Por lo general, coches y bicis convivimos cada vez mejor», apunta el exciclista, para el que la culpa, por lo general, «no suele caer de un solo lado».

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