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El gran cambio de la sanidad cántabra se llama Valdecilla. Si fue un hito para la legislatura del Partido Popular acabar las obras del hospital y cerrar la herida abierta en el derrumbe de la fachada aquel fatídico 2 de noviembre de 1999, ... el bipartito PRC-PSOE fue el encargado de rematarlo, sacando adelante el macrotraslado para la puesta en funcionamiento del nuevo edificio de las Tres Torres, que conllevaba también el adiós definitivo de la vieja Residencia Cantabria y la mudanza de parte de la actividad derivada quince años antes al Hospital de Liencres. Toda esta compleja y a la vez minuciosa reorganización de servicios encabezaba la lista de deberes del traspaso de poderes. Y la paradoja está ahí: un hito compartido por dos gobiernos de diferente color político, con un protagonista indiscutible que ha sido, a la vez, motivo histórico de confrontación.
Un año después del fin de las obras el nuevo Valdecilla funcionaba a pleno rendimiento, incluido todo el bloque materno-infantil (urgencias pediátricas y ginecológicas, partos, consultas y hospitalización). La apertura, que nunca tuvo inauguración oficial, estuvo marcada por un fuerte componente emocional entre los trabajadores por los recuerdos de la tragedia que partió el hospital y le costó la vida a cuatro personas.
PP: El problema no es tanto de falta de médicos, como de ser capaces de retenerlos, de fidelizarlos, porque hemos sido incapaces de competir con otras comunidades que garantizan unas condiciones laborales mejores. Hace falta un plan de ordenación de los recursos humanos para adoptar medidas integrales en lugar de parches.
PRC: Continuar el camino abierto estos últimos 4 años, en los que hemos convocado todas las ofertas de empleo público que no se convocaron en la etapa anterior. El compromiso del PRC en esta materia es realizar esas convocatorias como máximo cada tres años.
PSOE: Hay que actualizar el plan de recursos humanos del SCS para contemplar las altas tasas de reposición por jubilación y las nuevas necesidades asistenciales y profesionales, fomentando el empleo estable y de calidad a través de ofertas de empleo público anuales. Se prestará especial atención a la formación continua y se desarrollará un plan de igualdad.
Podemos: Hay que incrementar las plazas de MIR, agilizar la homologación de títulos de especialista de médicos formados fuera de nuestro país, mejorar sus condiciones de trabajo para que no decidan irse a otros destinos, dotar de suficientes plazas de enfermería, matronas, fisioterapeutas, psicólogos, podólogos... y redefinición de sus competencias.
Ciudadanos: Tenemos que acabar con la precariedad, el abuso de la temporalidad e interinidad de los profesionales sanitarios. Estableceremos un nuevo baremo de méritos y capacidades que facilite la cobertura inmediata de las plazas vacantes.
Vox: Contratar más médicos. Es un problema de atractivo de la oferta de empleo, de mejora de las condiciones laborales y de eficiencia en el gasto sanitario. No tiene sentido comprar ecógrafos por lotes y luego no poder utilizarlos en Atención Primaria, por ejemplo.
La Consejería socialista, contraria a la fórmula de colaboración público-privada en la que se apoyaron los populares para terminar la construcción, que incluyó en el paquete las obras y la gestión de los doce servicios no clínicos durante 20 años, ha mantenido un tira y afloja constante con la adjudicataria (Smart Hospital-Ferrovial-SIEC), con múltiples contenciosos por resolver. El canon anual por este concepto supone 43,9 millones, el 11,6% del presupuesto de Valdecilla. En total, las cuentas que maneja Sanidad este año ascienden a 874.227.540 euros, un 10,8% más que en el último ejercicio del PP (788.821.603 euros). Un montante con el que el equipo de Luisa Real buscaba «afianzar las políticas dirigidas a mejorar la calidad, seguridad, equidad y accesibilidad a la asistencia sanitaria». Aunque llega al final de su mandato con el sector en pie de guerra, sobre todo en el ámbito de Atención Primaria, donde ha tenido que lidiar con un problema agravado en los últimos años: la falta de médicos de familia y pediatras. Las medidas acordadas para recuperar la jornada de las 36 horas semanales, lejos de resolver las deficiencias, ha acentuado el descontento laboral, traducido en cuatro convocatorias de huelga en mes y medio. Los propios profesionales lamentan el «deterioro» de la 'cenicienta del sistema', pese a que la Consejería presume de haber aumentado la partida a 162,2 millones en 2019, el 19% del presupuesto del Servicio Cántabro de Salud (SCS).
Uno de los medidores de la gestión sanitaria son las listas de espera quirúrgica, que en el último diciembre se situaban en 8.663 pacientes, con una demora media de 86,9 días. Por primera vez desaparecían las demoras de más de un año, frente a los 94 casos de 2015. Esta legislatura se han ido recortando de forma progresiva los números, aunque «el reto está en rebajar la demora de las consultas especializadas» -un dato que la Administración nunca ha facilitado-. El legado de Real se ha visto empañado por las presuntas irregularidades en contratos del SCS, asunto que desembocó en la dimisión de la cúpula de la Gerencia y acabó en los tribunales. Bajo su gestión se adjudicaron varios contratos millonarios, como el de la unificación de los laboratorios hospitalarios, la renovación informática de los centros de salud (con denuncia de «privatización» incluida por parte de los trabajadores) o el del transporte sanitario, readjudicado a la empresa Ambuibérica, que tuvo que renovar la flota de vehículos.
1.- Valdecilla. El PP terminó el hospital mediante un contrato de colaboración público-privada que incluía las obras y la gestión de doce servicios no clínicos durante 20 años, valorado en cerca de 900 millones euros.
2.- Listas de espera. 9.140 intervenciones quirúrgicas pendientes al cierre de 2015. Se confirmaba la tendencia a la baja, pero la diferencia era de solo 27 casos, con una demora media de 100 días.
3.- Atención Primaria. El PP puso en marcha un plan estratégico para adaptar el sistema a las nuevas necesidades asistenciales de una sociedad en la que el envejecimiento y la cronicidad constituyen el mayor peso.
4.- Hepatitis C. Las primeras terapias milagro frente a la hepatitis C llegaron a los pacientes de Valdecilla en la legislatura del PP. Cantabria fue una de las comunidades autónomas pioneras en su administración.
1.- Valdecilla. Con el hospital recién construido, el bipartito iniciaba legislatura con un macrotraslado por delante, ligado al cierre de la Residencia. Un año después, las Tres Torres funcionaban a pleno rendimiento.
2.- Listas de espera. Al cierre de 2018, sumaban 8.663 los pacientes pendientes de pasar por quirófano, con una demora media de 86,9 días, y por primera vez sin casos de más de un año de espera.
3.- Atención Primaria. Sanidad aumentó su presupuesto, pero no halló solución a los problemas de la falta de médicos. El sector critica la falta de un plan estratégico que resucite la Atención Primaria, un modelo «agotado».
4.- Hepatitis. A finales de 2016 Cantabria había tratado a todos sus pacientes con hepatitis C avanzada. Sanidad ha puesto en marcha un cribado poblacional para detectar casos sin diagnosticar y erradicar la patología.
Nada más llegar, la consejera se metió a los sindicatos en el bolsillo con la recuperación de derechos laborales suprimidos durante la crisis; poco después retornó «la asistencia sanitaria para todos los residentes de Cantabria sin exclusiones», revirtiendo así la medida aplicada por el PP; puso en marcha los planes funcionales que había dejado planificados su antecesora, María José Sáenz de Buruaga, para actualizar las instalaciones de los hospitales de Sierrallana y Laredo -el segundo con más trabas que avances en su desarrollo-. También dio continuidad al revolucionario abordaje de la hepatitis C, completado con la puesta en marcha de un cribado poblacional dirigido a eliminar la enfermedad entre la población sin diagnosticar. En cambio, el pacto por la sanidad, firmado por el PP con colegios profesionales y sindicatos, se convirtió en papel mojado. Y congelados se quedaron también sus planes de salud mental y de atención a la cronicidad.
Mientras se llenaba el nuevo Valdecilla, hubo dos traslados hacia Liencres no exentos de polémica. De un lado, las consultas de Oftalmología y, de otro, el centro psiquiátrico de Parayas, que se cerró definitivamente. La reactivación de las Ofertas de Empleo Público, también en suspenso desde 2012, fue otro logro -se está celebrando una oposición histórica, con más de 1.600 plazas en juego-, aunque con una ejecución lenta y controvertida, al igual que lo fue, sobre manera, el concurso para la apertura de treinta nuevas farmacias.
En el capítulo de infraestructuras, se han construido y reformado centros de salud (como el de Santoña) y consultorios; y habilitado un nuevo SUAP en Bezana para descongestionar la sobrecarga de El Alisal, que se mudó a Los Castros. Las Urgencias han cambiado de horario y ahora empiezan a funcionar desde las tres de la tarde los días laborables.
El equipo de Real ha acometido «la renovación tecnológica más importante de los últimos diez años en la sanidad cántabra», como destacó ella misma en la presentación de sus últimos presupuestos, a lo que se añadió la aportación millonaria de la Fundación Amancio Ortega, que permitió actualizar el equipamiento del programa de detección precoz del cáncer de mama y adquirir el acelerador portátil de radioterapia, para dar el tratamiento durante la intervención quirúrgica.
Además, Sanidad sustituyó una segunda unidad de radioterapia externa por otra de última generación, incorporó la oncotermia, instaló un neuronavegador para cirugía intracraneal y de columna y un equipo para desarrollar terapia celular, estrenó la farmacia hospitalaria y los nuevos laboratorios de Valdecilla -con un sistema de información común para toda la red hospitalaria- y encargó un nuevo robot Da Vinci, entre otras adquisiciones (resonancia, escáner...). La dotación tecnológica llegó a Atención Primaria en forma de desfibriladores semiautomáticos, electrocardiogramas y ecógrafos, una decisión esta última bastante cuestionada en su día por radiólogos y médicos de familia. Mejor acogida, sin duda, tuvo la expansión de la Hospitalización Domiciliaria. No sólo se amplió la capacidad del servicio de Valdecilla, hasta las 72 camas, sino que se habilitó por primera vez en el área de salud de Laredo y de Torrelavega-Reinosa.
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