-kpfB-U1308953953010yH-1248x770@Diario%20Montanes.jpg)
Ver fotos
Una hora más para cenar con menos prisas
Cantabria ·
El toque de queda a las once anima las noches y ayuda a trabajar con más comodidad, pero los restaurantes piden más aforoSecciones
Servicios
Destacamos
Ver fotos
Cantabria ·
El toque de queda a las once anima las noches y ayuda a trabajar con más comodidad, pero los restaurantes piden más aforoPablo Salas nota que la gente «está muy animada»: el teléfono ha estado sonando sin parar y va a tener lleno el restaurante (De Morro Fino, Avenida de los Castros) viernes, sábado y domingo, al mediodía y a la noche. Tampoco es una barbaridad porque las restricciones de aforo sólo le permiten atender 22 personas dentro, pero entre esas y otras tantas que cenan en la terraza, puede decir que la cosa funciona.
Esa hora más de trabajo que ha ganado después de que el toque de queda se retrasara a las once de la noche funciona, a pesar de que él no lo veía tan claro. «Yo no estaba muy convencido, pero la gente tiene muchas ganas y se amolda a los horarios. Antes, a algunos les resultaba imposible llegar a cenar porque salían tarde del trabajo, y ahora hay un poco más de margen».
«Se sientan a cenar entre las ocho y media y las nueve, y es una clientela de mediana edad, de cincuenta para arriba: jóvenes apenas ha habido estos días; supongo que a esas horas tienen otros planes, no tanto de cenar como de tomar unos vinos o unas copas, aunque sea pronto».
Salas es optimista incluso ante una Semana Santa sin visitantes por la prohibición de viajar entre regiones. «Yo entiendo que haya negocios a los que les hace falta que venga gente de fuera, pero nosotros, afortunadamente, nos arreglamos con la gente de aquí y no creo que nos falte trabajo. Para nosotros se presenta bien».
Ramón González-Torre, de El Barco, al lado de Mataleñas (Avenida del Faro), también está bastante satisfecho: la amplia terraza de su restaurante le ha permitido funcionar sin interrupciones y, ahora, poder reabrir el interior y disponer de algo más de tiempo antes de despedir a sus clientes es una gran ayuda, por lo menos para poder trabajar más cómodo. «Esa hora de más no hace mucho efecto: sí puedes dar alguna cena más, pero más que cenas es picoteo. Lo que está funcionando mejor aquí es el 'tardeo': la gente viene a comer y luego sigue tomando copas y se queda prácticamente hasta la hora de cerrar. Pero es solo un día de la semana, los sábados».
A su público le resulta difícil adaptarse al 'horario europeo' que ha marcado la pandemia. «Aquí en España eso no funciona: estoy seguro de que en el momento en que dejen abrir de nuevo volveremos a lo mismo, porque nos gusta salir de noche. Si esta situación durase un año más, no habría más remedio que adaptarse, pero en cuanto el horario sea libre, otra vez igual».
«A mí me ha compensado mantenerlo abierto, con las terrazas me ha ido bien, pero este horario nos está perjudicando mucho, incluso con esta hora más: cuando quitas las cenas ya estás quitando un ingreso, y eso es lo que nos está pasando. Aunque yo no trabaje mucho la noche, mi negocio es el restaurante y las copas».
Con la Semana Santa a la vuelta de la esquina, el plan sigue siendo abrir todos los días y esperar que el buen tiempo acompañe. «El buen tiempo es primordial. A mí las terrazas y el sitio me permiten trabajar bien, pero se va a notar muchísimo la gente de fuera».
En Bodega Antonio (calle Rubio) confían en recuperar poco a poco las noches, como han vuelto a conquistar los mediodías. Sin terraza, se han mantenido activos preparando menús para llevar hasta que han podido abrir sus puertas otra vez. Con un aforo reducido a 31 comensales, Aurora Bárcena pide media hora más para que sus clientes puedan sentarse a cenar sin prisas y con apetito.
«Venir a cenar a las ocho de la tarde es casi una merienda. El mediodía lo estamos salvando y la respuesta está siendo muy buena, porque esperábamos bastante menos. Volvemos a servir bastantes menús y vamos mejorando, y sigue habiendo encargos de comida para llevar, tanto menú del día como mexicano: empezamos a hacerlo por necesidad, porque los gastos eran tremendos, pero funcionó y sigue funcionando. Ahora nos hace falta volver a trabajar bien por las noches».
Aja explica que el cumplimiento de todas las medidas que marca Sanidad se hace ya de manera automática. «Hay veces que no me doy cuenta y estoy en casa con mascarilla. Cumplimos todas las medidas, tenemos todo el cuidado y también vemos que los clientes actúan de forma responsable; ahora necesitamos que se permita aumentar un poco el aforo».
«Seguimos con mucha incertidumbre, con miedo a que nos vuelvan a cerrar, porque resulta inviable: hemos tenido el local cerrado desde noviembre, y aunque hayamos seguido trabajando no cubríamos gastos; las ayudas a la hostelería –nos han dado una de 1.500 euros y tenemos la segunda aprobada, pero no llega–, tampoco dan para mucho. Siempre hemos contado con clientes asiduos, pero ahora todo es más difícil y no se sabe muy bien qué va a pasar».
Nacho Laherrán, del restaurante Cadelo (calle Santa Lucía), se conforma «con empatar». Si se le pregunta cómo van capeando el temporal dice que «agarrados al palo mayor y esperando a que pase la tormenta». «Con no tener que quitar ningún empleado y tener las cuentas al día es suficiente».
Lo cuenta así a pesar de llenar la sala todos los días. «La semana es muy lineal, muy regular: con el límite de aforo no tenemos los picos de antes durante el fin de semana. Llenamos todos los días pero con un 30% ratonero, y maquillamos un poco los resultados gracias a los pedidos».
El cambio del toque de queda no les ha supuesto gran cosa –«los que antes venían a las siete y media, ahora vienen a las ocho y media: sigue sin ser un 'horario español'»–, pues su gran limitación es el aforo. «Lo que necesitaríamos es un 50% por lo menos. Entendemos lo de la distancia de seguridad y las demás medidas que nos imponen, pero un aforo tan reducido nos hace polvo». Y lo peor es que la situación no parece que vaya a resolverse a corto plazo. «De hecho, me imagino que después de Semana Santa nos vuelvan a echar la culpa porque hay otra ola y nos vuelvan a cerrar», dice con resignación.
Noticia Relacionada
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.