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El reloj marcaba las 08.20 horas y en la estación de Boo de Guarnizo ya estaba todo preparado. Un autobús de Alsa justo a la salida, el conductor del vehículo y una trabajadora con un chaleco reflectante cuya función era resolver posibles dudas de ... los usuarios de la línea ferroviaria de Cercanías C1, que conecta Santander y Reinosa, afectados por las obras de la duplicación de la vía entre Santander y Muriedas. Unos trabajos, que comenzaron este sábado, y que obligarán a hacer transbordos durante seis meses a los usuarios de la línea C1 de Cercanías, que conecta Reinosa con Santander, pero también a las conexiones de media y larga distancia entre Cantabria y la Meseta. «Subirse al autobús es exactamente lo mismo que subirse al tren», repetía una y otra vez la mujer de información. Aunque no todos los pasajeros estaban de acuerdo. «Esto es una mierda. Los horarios de los transbordos son diferentes a los trenes. Es un lío», comentó una chica a su pareja mientras esperaban la cola para acceder al vehículo.
Esta obra entra dentro del plan del Ministerio de Transportes para mejorar la obsoleta red de Cercanías de Cantabria e incluye trabajos por valor de 1.252 millones de euros. Uno de los más importantes, que servirá también para reducir los tiempos del viaje a Madrid cuando entre en funcionamiento el AVE, es la duplicación de la vía entre Torrelavega y Santander, en la línea convencional a Palencia. El coste total de esta intervención es de 138 millones y se está realizando por partes. Adif ya ha actuado en las zonas más cercanas a la capital del Besaya. Y ahora es el turno del tramo entre Santander y Muriedas, técnicamente el más complejo. Prueba de ello es que obligará a cortar la circulación durante seis meses.
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«Es demasiado pronto para quejarme. Pero aparentemente es un trastorno absoluto. Me parece un rollo». Carlos Gómez se sentó en uno de los asientos traseros del autobús. En su caso, viajaba desde Reinosa hasta Santander por trabajo y teme verse perjudicado a la larga. «El primer día todo funciona muy bien. Veremos en un tiempo cuando lleguemos tarde a nuestros destinos», añadió. Un par de asientos más adelante la sorpresa fue mayor. «¿Seis meses así? Tiene que ser broma», comentó muy extrañado Carlos Rueda, un joven de Los Corrales de Buelna que madrugó para acudir a un torneo en Santander. «Menos mal que mis amigos se están sacando el carné. Esto es un coñazo. Y más en verano».
El ambiente durante el trayecto del transbordo, que no llegó a la media hora, fue tranquilo. Tanto, que incluso se podían intuir las canciones que sonaban por los auriculares de los pasajeros. Más allá de algún comentario puntual sobre los transbordos, el viaje transcurrió con normalidad.
Estaban los que no se habían enterado, los que conocieron la noticia a través de los medios de comunicación «por la falta de transparencia tanto de Renfe como de Adif» y también algunos –los menos– a los que no les parecía «para tanto». Como a Angélica Segura. Vive en Santander pero trabaja en la fábrica de Cuétara, en Reinosa, a donde tiene que acudir tres veces por semana. Habitualmente lo hace en tren, y desde este sábado, en tren y autobús. Pero no le disgusta la idea. «Hombre, sería más cómodo ir directamente. Pero es que sin el transbordo de Renfe tendríamos que viajar en un Alsa pagado por nosotros mismos. En principio parece que el horario es el mismo. Yo no veo inconvenientes», cuenta. «Hay gente que se queja por sistema. Si les llevasen en avión a Reinosa también tendrían algo que decir».
Lo cierto es que el autobús iba a buen ritmo. Y realizó las mismas paradas que el tren, señalizadas con carteles en los que se podía leer: 'Parada autobús. Transbordos'. «Si es que está todo bien explicado. Mientras esto sea para mejorar el servicio», insistió Segura.
El pasado martes, Renfe publicó en su página web los horarios de los transbordos y algunas de las normativas que entraban en vigor al realizar el servicio por carretera. Uno de los puntos que más «molestia» provocó entre los usuarios es que «no se admiten bicicletas ni animales de compañía en el trayecto que se cubrirá por carretera». Y las primeras consecuencias no tardaron en llegar. Este sábado, en la estación de Boo de Guarnizo, un joven tuvo que regresar hasta casa en bicicleta al no poder hacer el trayecto igual que el resto de los usuarios. «No hay derecho», murmuraban los pasajeros al verle abandonar la estación pedaleando.
O el caso de Vanesa Gutiérrez, que viaja a diario desde Zurita hasta la capital cántabra con su perro. «Esto me parece mal. Fatal. Y me han dicho que cuando los transbordos se hagan a otro tren de Ancho Métrico, podré ir con el perro dependiendo de si hay o no mucha gente. ¿Cómo voy a saber yo la cantidad de personas que habrá cada día? No tiene sentido», lamentó. Aunque, es objetiva, y reconoce que el autobús tardó «menos de lo esperado. Ni tan mal».
El descontento era aún mayor entre los que viajaban en el sentido contrario. Es decir, de Santander a Reinosa. «Tengo un cabreo que no te imaginas. Han suprimido y cambiado horarios y cuando he querido subirme al autobús ya se había ido. Desde luego que el que ha organizado esto no usa mucho el tren. No es ni medio normal. Llevo una hora aquí», comentó Toñi Pernía mientras esperaba en la estación de la capital cántabra para poder llegar a Arenas de Iguña. «No sé cómo lo harán los que vienen por trabajo. Esto es un cachondeo». A su juicio, lo peor «de todo» es que se ha enterado de los cortes ferroviarios por la prensa. «Hasta el martes no han hecho oficial las obras ni el transporte alternativo. De verdad que estoy muy cabreada», concluyó.
El que tampoco pudo evitar mostrar su enfado fue Santiago González, que quería viajar con su nieto hasta Reinosa. «Por qué tenemos que ir en bus y no en tren», le preguntó su nieto. González la respuesta la tenía clara. De hecho, comprende «perfectamente» que se ejecuten estos trabajos ya que serán beneficiosos en el futuro. Lo que no logra entender es la falta de organización. «Me dijeron que se mantenía el mismo horario y es mentira. Menos mal que he venido a la estación con tiempo. Si me da lo mismo, pero que avisen de las horas», insistió. No le faltaba razón. Los horarios se habían modificado. Precisamente por eso, José Antonio López salió corriendo de la estación de Santander para ver si llegaba a la estación de autobuses y conseguía estar en Reinosa puntual. «Lo entiendo pero yo con este horario no llego», explicó.
Dudas, enfado, sorpresa y en algunos casos, comprensión y empatía. Ese es el resumen de la primera jornada de transbordos. Y más vale armarse de paciencia, porque este lunes comienza el corte entre Muriedas y la capital cántabra.
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