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ÁNGELA CASADO
Santander
Lunes, 10 de septiembre 2018, 07:13
Septiembre es el mes por excelencia para realizar el examen de conducir. La razón principal es el perfil del alumno: 18 años recién cumplidos, con Bachiller terminado y a las puertas de sus estudios superiores. Qué mejor manera de coronar un año tan importante en sus vidas que obteniendo el ansiado carné. Julio suele destinarse al apartado teórico y su correspondiente examen y agosto a realizar las prácticas a bordo del coche. De cara a los últimos días del verano, sólo queda realizar la prueba final.
En diciembre finalizó la huelga de examinadores que se había iniciado seis meses antes. Cantabria fue una de las comunidades más castigadas porque, de los ocho trabajadores disponibles, siete la secundaron. «Tuvimos los coches parados, los alumnos no querían continuar con las lecciones sin saber cuándo podrían presentarse», explica Juan Carlos González, de la Autoescuela Damper en Puente San Miguel. Su negocio, al igual que la mayoría, se vio gravemente perjudicado. La llegada de 2018 vino con el fin del parón, pero la bolsa de personas interesadas en realizar el examen era «enorme», por lo que se propuso a los examinadores realizar las pruebas también en horario de tarde. «No se ha obligado a nadie, pero han aceptado la mayoría», asegura el jefe provincial de Tráfico, José Miguel Tolosa. Esta medida ha sido decisiva para aliviar el «gran tapón» generado durante medio año. Pero no ha sido la única.
Las pruebas teóricas también las realizaban los examinadores, aunque no se requiere una titulación específica para ello -como sí ocurre con el práctico-. Para aliviar su volumen de trabajo, otros empleados de Tráfico se encargan desde enero de realizárselas a los interesados. «Mucha gente sigue creyendo que en agosto no es posible examinarse», añade el presidente de la Asociación Cántabra de Escuelas de Conductores (ACEC), Alberto Santamaría. La medida se instauró hace un par de años y, desde entonces, sólo cierran durante la Semana Grande de Santander. «Por desconocimiento, hay alumnos que no se plantean hacer el examen ese mes y contribuyen al colapso de septiembre».
Aunque las medidas de Tráfico han permitido aliviar en gran medida la cantidad de personas pendientes de obtener el permiso de conducir, el tiempo de espera para realizar la prueba práctica está en torno al mes. «Y avisan con una antelación mínima», lamenta el director de Autoescuela Bahía, Luis Peña.
En los meses de verano no se ha realizado la prueba más de una vez cada 25 días -aproximadamente- por autoescuela. Cada vez que se efectúa, los profesores deben apuntar a las siguientes personas que lo harán, a un mes vista. Esto provoca una serie de inconvenientes. En primer lugar, los alumnos ya preparados no continúan dando clases porque consideran que es un periodo de tiempo muy largo y prefieren dar un par de prácticas en los días previos. Al disponer de tanto tiempo, los profesores apuntan a gente que estiman que estará lista para la fecha prevista, sin saber a ciencia cierta si estarán preparados o se echarán atrás a última hora.
Aunque saben que el siguiente examen será en torno a 25 días, no saben la fecha exacta hasta que se la comunican en torno a una semana antes, una falta de previsión que provoca cancelaciones por parte de algunos alumnos -que pierden una convocatoria- porque han planeado sus vacaciones de verano. «Sólo es justificable no presentarse por temas médicos o por trabajo, pero es normal que la gente haga planes en estas fechas», apunta González.
Por si fuera poco, a esto se le suma la reducción de alumnos por cada profesor que pueden acudir a cada convocatoria. Si durante todo el curso el límite está en quince para la zona de Santander, once para la de Torrelavega y nueve para la de Laredo, en la época estival se reduce a once, nueve y siete, respectivamente, por el horario de verano.
Aunque parezcan muchos inconvenientes, son los habituales del mes de septiembre. «Entre octubre y mayo, los alumnos universitarios están desaparecidos», declara Tolosa. Muchos estudian en otras ciudades y dejan aparcado el carné para Navidad, Semana Santa o, incluso, el siguiente verano, lo que permite que la cadencia disminuya hasta los diez días o dos semanas entre una prueba y la siguiente. «En menos de un mes volveremos a examinar cada semana y media», asegura Tolosa.
A diferencia de otras comunidades autónomas, los examinadores de Cantabria han aceptado, en su mayoría, la medida de añadir horas extra a su jornada para rebajar los alumnos acumulados en la huelga. Y, aunque fue la región más afectada durante esos seis meses, también ha sido una de las que mejor lo ha solucionado. En provincias como Guipúzcoa, más de 2.000 personas aguardan su turno para obtener el carné de conducir.
A pesar de la larga espera y los problemas que se derivan, la mayoría de clientes de las autoescuelas comprenden que sus profesores no pueden remediar la situación. «Suelen ser comprensivos», asiente González. Otros, piden explicaciones a sus mentores cuando les ofrecen la fecha exacta después de un mes de espera. «Cuando les informamos de que la cita nos la da Tráfico sin que podamos involucrarnos, entran en razón», agrega Peña. Ambos coinciden en que el aumento de la plantilla de examinadores minimizaría la espera. Desde Tráfico, Tolosa también lo ve con buenos ojos, «pero no depende de la jefatura de Cantabria, tendremos que esperar a que se decida a nivel estatal».
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