16 horas de retraso en el vuelo Santander-Mallorca por una avería en el avión de Ryanair

«Esto es una vergüenza porque nos tienen aquí tirados sin decirnos qué ha pasado, cómo podemos reclamar o qué solución le van a dar». Pasaban las dos de la tarde cuando Gema Cimiano, residente en Maliaño, se desahogaba para protestar por el trato dado por la compañía. Más tarde llegaron algunos detalles: «Nos han dicho que ha habido una avería y que tienen que repararlo, que no saben cuándo podremos volar, y que no pueden poner un avión de sustitución porque estamos en temporada alta y no hay aparatos», explicó Laura Villar sobre la justificación que una azafata le ofreció a través de una ventanilla de la compañía irlandesa.

No trascendió la naturaleza de la avería, sólo que un avión con varios ingenieros despegó de Nantes y aterrizó en Cantabria a las 15.50 horas. Los expertos intentaron subsanar el problema y volvieron a subir a otro aparato con rumbo a Milán a las 18.00 horas. A esas horas, por tanto, parecía que estaba resuelta la avería; pero nada más lejos de la realidad, porque cerca de las diez de la noche Ryanair envió otro avión desde Londres con otros mecánicos para solucionar los problemas que afectaban al Boeing 737 que llevaba todo el día averiado en el Seve Ballesteros.

Entre tanto, en el aeropuerto, los pasajeros de este vuelo a Mallorca se agolparon en los bancos, se tiraron en el suelo para dormir, se dieron paseos por los exteriores del aeródromo y se desesperaron por el «interminable tiempo de espera».

«Esto está muy mal organizado, no hay derecho a que nos tengan así. A mi madre le ha dado una subida de tensión y le han tenido que atender los bomberos del aeropuerto, porque aquí no hay ni personal sanitario», protestó Cimiano, que le prestó un abanico a su madre, Luisa Castro, de 77 años, que lamentó una y otra vez el día de vacaciones perdido.

«Teníamos un autobús contratado para ir del sur de la isla –donde está el aeropuerto– al norte, donde nos quedamos, y no lo vamos a poder coger. Hasta mañana ya no podremos, así que es un día entero que hemos perdido aquí sin poder salir. Es muy mala suerte», comentó.

Contando las horas estuvo también Villar, vecina de Los Corrales de Buelna, que viajaba junto a su novio, Ignacio Fernández. «Hemos pedido información para ver cómo podemos reclamar el dinero de los billetes o una compensación de algún tipo y nadie nos explica nada concreto. Nos dicen que visitemos la web y que allí está todo detallado».

La compañía repartió a cada pasajero un vale de 4 euros para el desayuno y otro por el mismo valor para la comida. «¿Nos están tomando el pelo? ¿Qué pretenden que compremos por este dinero? Si aquí dentro está todo carísimo. ¡Es un aeropuerto!», criticó Villar.

A unos metros de una de las puertas giratorias del Seve aguardaba un padre con sus dos hijos. Roberto Carranza, natural de Burgos, puso el mejor ejemplo de lo que sentía en ese momento:«Prefiero ir a trabajar que estar aquí, y eso que se supone que hoy empezábamos las vacaciones». Llevaban entonces 'sólo' cinco horas aguardando a que alguien les diera la buena noticia de que su vuelo saldría por la tarde. «Me hubiera bastado con que nos hubieran dicho que habían solucionado la avería, pero es que veo que no nos van a contar nada y vamos a tener que estar pendientes de las carteleras. Esto es un desastre», valoraba.