Es el efecto innegable de la campaña de vacunación, cuya prioridad fue la protección de los más vulnerables frente al coronavirus, lo que ha desplazado la incidencia del covid a edades inferiores: la mitad de los hospitalizados en estos momentos tiene menos de 60 años. La mediana de edad ha descendido 20 años en apenas tres meses, que son los del despliegue de la vacuna. Antes la mayoría de las personas que sufrían graves complicaciones eran ancianos y ahora, en cambio, suponen un porcentaje reducido, a la inversa de lo que está ocurriendo con la gente de entre 40 y 60 años, que son los que predominan en las plantas covid y en la Unidad de Cuidados Intensivos.
Todo ello hace que los hospitales puedan mantener el resto de la actividad no covid «a pleno rendimiento», pese a que la región alcanza una incidencia acumulada de 250 casos por cada 100.000 habitantes. En enero, con un ritmo de contagios similar al actual, los pacientes con coronavirus hospitalizados suponían casi el doble que ahora, lo que complicaba el mantenimiento de la programación quirúrgica. De ahí que se optara por potenciar la cirugía mayor ambulatoria, que no precisa ingreso, para reservar camas de hospitalización para la demanda de la pandemia. Esa situación ahora es bien distinta.
Valdecilla llegó a dedicar 12 plantas a covid en el 'tsunami' de marzo, 9 en noviembre y 8 en febrero, ahora aguanta con tres
«Estamos funcionando al máximo, con el hospital ocupado prácticamente al 100% y preparándonos ya para la fase postcovid»
Rafael Tejido | Gerente de Valdecilla
Los hospitales aprovecharon el descenso de la curva postnavideña para recuperar parte de la actividad en suspenso, reactivando las cirugías también por la tarde para empezar a aligerar las abultadas listas de espera. Y, en paralelo, se metieron de lleno con la campaña de vacunación. «Siempre digo que ahora es como estar trabajando con un circo con tres pistas a la vez. Desde el punto de vista de organización supone mayor complejidad», destaca Pedro Herce, gerente de Sierrallana y Tres Mares. Y es precisamente el margen que permite el covid lo que da pie a retomar o impulsar el resto de la actividad.
«Esperamos una ola menor»
En el caso de Valdecilla, a día de hoy, aguanta con tres plantas dedicadas a covid -las séptimas de las Tres Torres, la última de ellas se abrió el 20 de abril-, cuando en el 'tsunami' de marzo llegó a ocupar doce, paralizando todas las cirugías y consultas lo no urgentes; en la ola de noviembre, nueve, recurriendo al colchón de Liencres; y en la de enero-febrero, ocho. «Lo esperable es que esta ola sea claramente menor que las anteriores. El ascenso ha sido más contenido y partíamos de un suelo más bajo también», señala Tejido. El empeoramiento de la situación no les ha cogido de sorpresa, porque siempre impacta en el hospital un par de semanas después de elevarse la incidencia en la calle. «Sí hemos notado un aumento de los ingresos en planta. Si estábamos en 30-35 a la semana, la pasada llegamos a 53». Los datos del martes, referidos a la jornada previa, indican que son 111 los pacientes hospitalizados en Cantabria, si bien en los 83 de Valdecilla se incluyen los 21 que permanecen en la UCI. «Confiamos en que esas 72 camas habilitadas en planta sean suficientes para afrontar esta ola», apunta el gerente, que ya ha iniciado la ronda con los jefes de servicio para preparar la fase postcovid. De hecho, en esa ocasión descarta tener que recurrir al apoyo de Liencres, precisamente por el cambio de perfil de los pacientes. «La planta de Liencres la utilizábamos para finalizar convalecencias de enfermos de edad avanzada, ahora no existe esa demanda», añade. No obstante, siempre hay plan b por si la presión crece por encima de lo previsto, «aunque confiamos en que no sea necesario mover nada más».
La mediana de edad de los hospitalizados ha bajado 20 años en tres meses: ahora la mitad son menores de 60 año
La UCI covid se concentra en los pabellones 15 y 17, con una treintena de puestos, después de reestructurar todas las unidades, «aunque la denominada sala C, con otras seis camas, es una reserva extra que se puede utilizar indistintamente, en función de las necesidades». Salvo en el estallido de la pandemia, cuando se llenó la UCI en cuestión de días, «en las olas fuertes de noviembre y enero, la media de ingresos de pacientes críticos ha estado por encima de los veinte a la semana, ahora suponen entre 10 y 15, más o menos la mitad», señala Tejido.
Sierrallana y Laredo
Sierrallana, por su parte, atiende a 18 enfermos covid (Tres Mares vuelve a estar a cero) y Laredo, a otros diez. Un volumen asumible para ambos centros y que Herce achaca al descenso en la edad de los infectados. «Es lo que nos está salvando la situación». De hecho, el hospital dispone de una planta con 37 camas para atender la demanda de la pandemia y mantiene en reserva una segunda, con idéntica capacidad. «No tener que abrir esa planta es lo que nos ha permitido dedicar personal para la vacunación, que ahora es la prioridad», señala el gerente. No en vano, tanto Sierrallana como Tres Mares mantienen activa la campaña de inmunización de lunes a domingo, con dos turnos y una media de mil vacunados al día. «Le estamos comiendo terreno al virus, aunque sigue siendo muy importante el comportamiento de la población no protegida. Yo espero, sinceramente, que si no hemos desbordado hasta ahora, lo que venga sea mejor», desea Herce.
Todos los hospitales aprovecharon el breve respiro de principios de marzo para reactivar sus planes especiales de cirugía, abriendo quirófanos de tarde también para aliviar las listas de espera. «De momento, no hemos tenido que suspender, aunque sabemos que sería lo primero que habría que parar si la situación se complica», reconoce Herce. Un escenario que dibuja también Mónica Hernández, gerente de Laredo: «Sigue habiendo un nivel alto de contagios, pero no repercute en el hospital tanto como en otras ocasiones, lo que nos permite funcionar con relativa normalidad». En su caso, si se mantiene por debajo de la decena los pacientes covid ingresados, el hospital se defiende bien con las 28 camas disponibles. Y está siendo así, pese a que la incidencia en la zona oriental de la región se encuentra entre las más elevadas de la región, con Castro Urdiales como foco principal. En la ola de enero hubo un momento que tuvo que recurrir a Valdecilla, derivando el exceso de enfermos que ya no podía absorber. «Hemos podido aguantar las cirugías de tarde y estamos vacunando, pero la preocupación y el nivel de estrés no tiene nada que ver con la anterior a la vacunación», destaca Hernández, que está «expectante» ante la evolución de la pandemia, aunque confía en que «en un par de semanas la incidencia ya baje».
A la vez que la actividad no covid ha ido ganando peso en la asistencia, la afluencia en los servicios de Urgencias también se ha ido acercando al volumen que había antes de que irrumpiera el virus y el miedo al contagio sobre todo desplomara las estadísticas. Y Valdecilla ha sido el primero en percibir ese cambio. «Quitando los meses malos de pandemia, la media de urgencias la teníamos en 250 diarias -casi un centenar menos de lo habitual-, pero ahora ya se superan los 300 en adultos. Y vemos 60-70 niños todos los días», afirma Tejido. También la gerente de Laredo coincide en que «la demanda en Urgencias se está recuperando, notándose más los fines de semana», aunque allí el cierre perimetral está ejerciendo de freno, en la medida en la que reduce desplazamientos a segundas viviendas desde el País Vasco.
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