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A estas alturas, casi nadie duda de las dificultades que traerá consigo el próximo otoño-invierno, cuando covid-19, gripe estacional y virus respiratorio sincitial (VRS) formarán una suerte de 'tormenta perfecta' abocada a saturar los servicios sanitarios en medio de la incertidumbre ... que conlleva una situación nunca vivida antes. Lo que nadie acertaba a atisbar era la duración de la tregua de la pandemia de coronavirus, toda vez que el descenso de la curva tras la primera oleada, que ha dejado más de 28.400 fallecidos en España (212 en Cantabria), enlazó con el fin del estado de alarma y la entrada en la 'nueva normalidad'.
Los brotes que salpican toda la geografía nacional -no hay ninguna comunidad autónoma que se libre- aumentan la preocupación cada día que pasa. Tanto que en Cantabria, aunque se parte de una tasa de incidencia baja, con dos focos de infección que se han podido controlar a tiempo (el del edificio de la calle Nicolás Salmerón, con 14 contagios; y el derivado del brote de la localidad gallega de Burela, que mantiene a varios marineros confinados en el albergue de Solórzano, con cuatro positivos en covid-19), las autoridades sanitarias son conscientes de que el escenario puede darse la vuelta en poco tiempo. Sólo hace falta mirar a las provincias que más están sufriendo nuevamente el azote del coronavirus, caso de Lleida, con supera los 2.600 infectados; o de Zaragoza, que ha retrocedido a la fase dos.
Desde el Servicio Cántabro de Salud reconocen que «asusta» ver de nuevo los hospitales desbordados, sobre todo porque recuerda a los comienzos de la crisis, allá por el mes de marzo, cuando de forma súbita, el virus se propagó a una velocidad vertiginosa paralizando al país entero. Evitar que se repita una onda epidémica de la magnitud de aquella es lo que persiguen todas las medidas de prevención puestas en marcha, incluida la ampliación de la obligatoriedad del uso de la mascarilla independientemente de las distancias. Se trata de poner más obstáculos al virus, con el que hay que aprender a convivir para reactivar también la economía, y de buscar que cumplan con las precauciones quienes aún se niegan a ver el peligro.
Aunque los últimos datos de incidencia de coronavirus en Cantabria apuntan sólo dos personas ingresadas -ambas en Valdecilla-, los hospitales están preparados para lo que pueda venir, con una reserva ya de un centenar de camas, espacio habilitado para covid-19 en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), que dio el alta a su último paciente el 25 de junio, tras una dura lucha de 80 días, y en los servicios de Urgencias, con circuitos diferenciados para aislar a los enfermos con síntomas de infección respiratoria. Ahí tampoco se ha bajado la guardia, se han mantenido en todo momento los triajes, igual que en los centros de salud y SUAP, la otra vía de detección del virus, donde ahora sí tienen capacidad de encargar pruebas PCR para confirmar el diagnóstico -se toman las muestras en los 'coroautos' de Liencres (allí hay también una sala específica para niños), Torrelavega y Laredo-. El punto de partida de esta nueva fase, en la que cabe recordar que buena parte de la plantilla sanitaria está disfrutando de sus vacaciones -el SCS pidió incluso que los profesionales cogieran sus periodos de descanso en los meses de verano para contar con todos los efectivos de cara al otoño-, recuerda a lo que se planeaba en el mes de febrero, cuando se detectó el primer positivo en una mujer recién llegada de un viaje a Italia. Igual que entonces, Valdecilla ha habilitado la séptima planta de la Torre D, que es la que dispone de varias habitaciones de aislamiento para enfermedades infecciosas. En principio, están reservadas (ya vacías) las 48 camas de esa planta, aunque desde la Dirección apuntan que, en caso de necesidad, igual también que se hizo entonces, se añadirán como zona covid las habitaciones de la séptima de la Torre C, ahora ocupadas por Neumología. En ese caso, se ampliaría la capacidad de hospitalización hasta las 70 camas. Cabe recordar que, en las semanas más críticas de la epidemia, Valdecilla llegó a ocupar once plantas para la atención a los enfermos covid-19.
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En esta nueva etapa, se busca responder a la demanda que se derive de los posibles rebrotes, pero sin volver a paralizar el grueso de la actividad habitual del hospital -se trabaja también ya en el diseño de un plan de invierno que contemple esa premisa-.
En este sentido, además de tener disponible ya una sala de UCI con seis puestos, se prevé estrenar el pabellón 15, que se acondicionó durante la crisis como ampliación de Cuidados Intensivos, con una sala abierta con veinte respiradores, pero no se llegó a utilizar. De esa forma, no se interfiere tanto en la actividad quirúrgica como ocurrió a partir de marzo, cuando lo que se hizo fue habilitar la Unidad de Reanimación también como UCI, aprovechando el parón de las cirugías programadas. Esta decisión buscaba liberar espacio para hospitalización ante la oleada de ingresos que se esperaba y, de otro lado, evitar el riesgo de contagio en pacientes de otras patologías que aún podían esperar para ser operados, reduciendo la actividad a lo urgente e indemorable. Aún así, el SCS ha destacado esta misma semana, al conocerse que el covid-19 ha disparado las listas de espera quirúrgica a los 12.000 pacientes y la demora media de tres a cinco meses, que en marzo, abril y mayo se logró mantener el 50% de las cirugías, respecto a los mismos meses del año anterior, recuperándose el 100% a partir de junio. Y cierto es que Valdecilla fue de los primeros hospitales de España que pudo reactivar sus programas de trasplante de órganos, uno de los indicadores de la vuelta a la nueva rutina.
También los hospitales comarcales han perfilado sus recursos, en la línea del plan de respuesta temprana trasladado a las comunidades desde el Ministerio de Sanidad para el control de la pandemia, tanto en el escenario actual como en los venideros. En el caso de Sierrallana, el servicio de Urgencias se queda con el espacio ganado al antiguo gimnasio de rehabilitación, donde se ha instalado oxígeno de alto flujo, añadiendo once puestos adicionales de observación. De esta forma, se duplica la capacidad en Urgencias, porque también se han instalado tomas adicionales de oxígeno en los pasillos para hacer frente a una situación de emergencia. En el área de hospitalización, se ha reservado para ingresos agudos de covid-19 la planta 3B, dotada con 37 camas, que la Gerencia confía que sean suficientes para parar el primer envite de forma inmediata.
En lo que respecta a la disponibilidad de UCI, la idea es la misma que se aplicó en marzo, ir escalando a costa de reducir el número de quirófanos. En las semanas del pico epidémico, Sierrallana tuvo que desplazar todas sus cirugías a la Clínica Mompía para triplicar su capacidad de ingreso de pacientes críticos, de forma que una unidad que partía de 6 puestos llegó a tener capacidad para 17 pacientes a la vez. En el caso del Hospital de Laredo, que desde hace semanas está libre de covid-19, se ha previsto de entrada una reserva de diez camas, manteniéndose las ampliaciones en el área de Urgencias para triaje y observación, y todos los pacientes complicados susceptibles de UCI se derivarán a Valdecilla, como se hizo al inicio de la pandemia.
Las pruebas PCR son la clave de la detección del covid-19, que permiten confirmar los casos positivos y controlar la presencia del virus en su entorno más próximo, incluso cuando no han aparecido síntomas de la enfermedad. Esa labor de rastreo y aislamiento de los contagios es la base para frenar los rebrotes. La capacidad diagnóstica en la red del Servicio Cántabro de Salud (SCS) se ha triplicado desde el inicio de la pandemia, lo que permitió en mayo dar potestad a los médicos de familia y pediatras para indicar la realización de la PCR a los pacientes con síntomas sospechosos que acuden a los centros de salud. Es una de las armas reforzadas de cara a futuras batallas frente al virus.
Pero ese combate, aunque en el último mes y medio se ha limitado a un goteo de menos de dos casos diarios de media, no ha dejado de estar activo en ningún momento. «El virus sigue ahí», han insistido de forma reiterada expertos y autoridades sanitarias, recordando a la población la necesidad de mantener las tres reglas claves frente al virus: uso de mascarillas, distancia de metro y medio e higiene frecuente de manos. Y en los hospitales, a medida que descendía la presión asistencial del covid y se retomaba el ritmo de la actividad, han tenido que controlar a todos y cada uno de los pacientes que ingresaban o tenían programada una intervención quirúrgica para descartar la presencia del SARS-CoV-2. Sólo Valdecilla genera unas 300 PCR al día (entre semana), más otras 120 que remiten Laredo, Sierrallana y Liencres. Junto con las enviadas desde Atención Primaria, el laboratorio de Microbiología realiza una media de 800 pruebas diarias.
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