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La hostelera cántabra que ha superado la crisis: «Hemos resurgido de nuestras cenizas»

La hostelera cántabra que ha superado la crisis: «Hemos resurgido de nuestras cenizas»

Pilar Velarde, propietaria de la bodega La Montaña, no ha cerrado ni un solo día durante el estado de alarma | El pasado domingo repartió 108 menús a domicilio e hizo una caja de 1.800 euros

Ana del Castillo

Santander

Lunes, 18 de mayo 2020, 07:31

A Feliciano, de casi 80 años, le encantan los pimientos verdes fritos, un pequeño vicio del que no ha prescindido ni durante el estado de alarma. Tampoco del cocido montañés, de las alubias, y mucho menos del taco de cordero con parmentier. Y sin manchar la cocina. Es lo que tiene ser uno de los clientes más fieles de la bodega La Montaña, en Santander. En el establecimiento se refieren a él como Feliciano Viacornelia, porque hasta esa calle llevan cada día el menú «y lo que le haga falta»: el periódico, leche, medicamentos, gel desinfectante o mascarillas, entre otras cosas.

Como él hay más de una veintena de clientes de avanzada edad que todos los días reciben su comida en el felpudo de casa gracias a este restaurante, que ha tenido que reinventar su modelo de negocio durante la alerta sanitaria para salir adelante. Y vaya si lo ha hecho: «No sólo hemos sobrevivido a esta crisis sino que hemos resurgido de nuestras cenizas y estamos más reforzados», dice Pilar Velarde, propietaria del negocio desde hace 25 años.

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Aquel viernes 13, cuando se anunció que la hostelería tenía que parar para preservar la salud de todos los españoles, esta empresaria daba vueltas una y otra vez al vacío que el cierre de su negocio iba a dejar en las vidas de Noel, invidente de 80 años que cada día come en su establecimiento; de Ramiro; de Aurora; de Ricardo; de Margarita; de Ramón y su mujer, en silla de ruedas... «Estuve en shock hasta que al día siguiente empezaron a llegar mis clientes a comer porque no se habían enterado de la noticia. Tardé unas horas en reubicar mi cabeza. Me reseteé y nació un instinto de superviviencia, la propia y la de mis comensales mayores porque dependen de mí. Al día siguiente, ya estaba llevándoles la comida a casa sin ningún coste adicional», explica Velarde, que en ningún momento se planteó regatear su entrega.

Como la mayoría de empresarios, ella también tuvo que aplicar un ERTE a 15 trabajadores (contando a los empleados del establecimiento Santa Luzia, en Mazcuerras, del que también es propietaria), pero aún así la actividad de la bodega La Montaña no ha cesado ni un solo día y, desde el primero, lleva el café y el pincho a los puestos de trabajo de sus clientes.

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El día de la madre: 108 menús

El Día de la Madre, Velarde y su reducido equipo de cuatro personas (dos cocineras, un camarero y Ricardo, su marido, que hace las veces de repartidor) prepararon 108 menús con sus correspondientes flores. El 70% se encargó por Whatsapp y ese día la caja registró 1.800 euros, como en los días previos al coronavirus. «Una de las cosas que creo que he hecho bien es no perder el hilo. Cuando te metes en las casas de las personas para llevarles la comida dejas una huella en el consumidor que es difícil de reproducir en el local», señala.

Esta semana le ha salido un cliente nuevo que vive en la calle Lealtad. Una persona que ha dado positivo en Covid-19 y que recibirá su menú de 14 euros cada día, al menos durante los próximos 15 -«ya me ha dejado pagado todo», dice Velarde- hasta que supere la enfermedad.

Según cuenta esta veterana empresaria, una veintena de sus menús tiene una historia «dolorosa» detrás. Personas mayores, viudos y viudas, que no tienen familia y que o no pueden o no saben cocinar. Su clienta más mayor se llama Elvira. Tiene 83 años y hasta que se decretó el confinamiento comía todos los días del año fuera de casa. Velarde también está preocupada por ella, «aunque está perfectamente de salud».

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