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ÁLVARO MACHÍN
Viernes, 5 de marzo 2021, 07:07
«Son reservas, pero no puedes contar con ellas. Eso y nada es lo mismo», explica Sergio Peón, director del Hotel Bahía. En realidad, más que reservas de habitaciones son bloqueos. «Bloqueámela sin gastos de cancelación», pedían estos días en las recepciones de ... los alojamientos. O sea, que lo poco que hay para Semana Santa -Hostelería habla, omo mucho, de un 5% en Cantabria para esas fechas a estas alturas-, está condicionado. ¿A qué? Pues a que caigan los cierres perimetrales de las comunidades autónomas. A que se pueda venir. Y, visto lo visto (aunque aún no hay decisión definitiva), no parece. Sería, de hecho, una sorpresa mayúscula. «Si no hay movilidad, el 90% de los hoteles no llegará a abrir», dice Ángel Cuevas desde Hostelería.
«Nuestro objetivo sigue siendo salvar vidas, no salvar semanas», afirmó Carolina Darias al acabar la reunión del Consejo Interterritorial. Allí decidieron posponer la decisión una semana más. Pero casi todas las comunidades -Cantabria incluida- están de acuerdo en no levantar los cierres perimetrales. De hecho, ayer se conocieron los detalles del documento que el Gobierno de la nación va a presentar a las comunidades en busca de un consenso (sólo Madrid parece no estar en la misma línea). «No debería haber ni debate. Después del año de sacrificio que llevamos, nos queda un último esfuerzo. No puede haber Semana Santa. Es por nuestra sanidad y nuestra vida, pero también por la economía», dijo ayer la vicepresidenta Carmen Calvo. La propuesta, resumida, supone un cierre perimetral de todas las comunidades. Y a eso se añade continuar con el toque de queda entre las 22.00 horas y las 06.00, prohibir eventos masivos o limitar las reuniones en espacios públicos y privados a grupos de no más de cuatro o seis personas. Además, recomienda desaconsejar la celebración de encuentros sociales en los domicilios o en otros espacios cerrados con no convivientes . Por último, aunque se planteó inicialmente recomendar «la no vuelta al lugar de residencia de los estudiantes universitarios», finalmente no se incluyó ese punto. Ese es el escenario sobre el que se discutirá en el encuentro del próximo miércoles.
«El turismo local, el de Cantabria, no es cero en Semana Santa. Sí que hay gente que va a quedarse a Potes, a los Valles Pasiegos... Igual en una Semana Santa normal puede representar un 5% o algo más del total. No es que vayas de Santander a Santillana, pero sí a una cabaña en San Roque de Riomiera, por ejemplo. En este contexto de cierre, subiría ese porcentaje, pero el 90% de los hoteles, si no hay apertura perimetral, no va a abrir. Si no viene gente del País Vasco, Castilla o Madrid, ¿qué hacemos abiertos? ¿Para una o dos habitaciones de gente de Cantabria? Es imposible. Ahora mismo, estos días, de los que ofrecen alojamiento en la región igual está abierto un 10%, con viajantes, desplazamientos de trabajo... Y si no hay movilidad no van a abrir mucho más». Es el panorama que pinta Ángel Cuevas de cara a la Semana Santa. Lo que dice Hostelería. Y no es distinto al que ofrecen en la Asociación de Turismo Rural. «Si no hay movilidad, la mayoría no abre. Están pendientes de Madrid, porque de allí vendría gente, pero obviamente depende de la posición de Cantabria», confirma su presidente, Jesús Blanco. Igualmente, a día de hoy, entre los que suelen cerrar en invierno y los que lo han hecho por la situación, la oferta disponible en el ámbito rural es muy pequeña. «No estamos cerrados por decreto, pero sí de facto». Y así seguirá si no se abre en estas vacaciones. «Está claro que vendría muy bien -opina Blanco-, pero, en todo caso, el verdadero esfuerzo hay que hacerlo de cara al verano, que ahí sí que nos jugamos todo y no podemos perderlo».
Poco hotel abierto, poca casa rural... Tampoco los campings. El panorama a estas alturas suele ser el del cierre. Pero es la época de las decisiones. «Unos esperan hasta mayo y otros abren en Semana Santa aunque luego vuelvan a cerrar», explica Eneko Valle, el presidente de la asociación empresarial del sector. «Si levantaran el cierre perimetral, los que están en duda abrirían. Pero si no, tampoco van a abrir». Él, que tiene un camping en Somo, abrirá para «clientes de paso o locales», pero sabe que depende, sobre todo, «de los que vienen del País Vasco». De los que estos días llaman, pero sólo para preguntar cómo están las cosas.
Ese es justo el panorama. Llamadas, preguntas... Que si están abiertos, que si se podrá venir... «Pero no hay reservas», coinciden Blanco y Valle. Cuevas habla de un porcentaje «ínfimo». «Como mucho, un 5%». Y a estas alturas, en circunstancias normales (hasta el día 26 faltan catorce días), sería en torno a un 50% o más. Con un matiz básico. Las pocas reservas que hay lo son sin entregas a cuenta, sin dejar nada en caja y con cancelación abierta. «Con este panorama, ¿cómo vas a pedir un dinero al cliente?», dicen en Hostelería. Por eso, lo de bloqueos o pre reservas. Todo condicionado a la apertura de la movilidad. Si no se abre, se cancela sin ningún gasto.
Hotel Bahía (Santander) Del 1 al 3 de abril tiene un 22%, «pero sabemos que, de lo poco que hay, se van a cancelar habitaciones». Sin certezas, «es como si no tuvieras nada, no puedes contar con ello».
Gran Hotel Victoria (Santander). Reservas residuales. «La gente está esperando. Saben, además, que, de poder venir, no van a tener problemas para reservar a última hora»
Hotel Infantado (Ojedo) Tienen un 30% reservado para esas fechas, pero aseguran que condicionado a la movilidad (los que llaman se garantizan poder cancelar la reserva en un momento dado).
La Posada de Ojébar (Rasines). Para las fechas de Semana Santa no hay nada cerrado por el momento «porque todos los clientes están esperando a ver qué pasa».
Por eso, el director del Hotel Bahía dice que «eso y nada -en términos prácticos, claro, de contabilidad- es lo mismo». Porque sabe que, de lo que tiene, «se van a cancelar habitaciones». En ese sentido, Sergio Peón relativiza el 22% de ocupación reservado para el establecimiento que dirige los tres primeros días de abril. Porque para un hotel con casi 190 habitaciones «tener unas treinta y sin ninguna garantía es como si no tuvieras nada». «No se puede contar con ello».
El Grupo Sardinero, en el que está el Bahía junto al Hoyuela y el Sardinero -un emblema, por volumen y popularidad, del turismo en la capital-, ejemplifica perfectamente la situación. Más allá de los servicios de restauración (ahora se permite la apertura interior al 33%, además de las terrazas), en cuanto al alojamiento únicamente tienen abierto el Bahía a día de hoy. La apertura del resto depende de la Semana Santa. La idea es abrir, la primera previsión, pero todo depende de la movilidad -que no habrá, salvo sorpresa- y del volumen de reservas -que, sin movilidad, será muy escaso-.
«Es flojo, muy flojo lo que hay hasta ahora», decían el miércoles desde el Gran Hotel Victoria, en El Sardinero. Allí -en uno de los primeros hoteles que volvió a la actividad en la capital tras el confinamiento, aún sin la movilidad permitida entre comunidades- están cerrados a día de hoy. Tienen previsto «abrir, en principio, sobre el día 19». «Lo que hay ahora reservado es residual. La gente está esperando para ver qué pasa y se moverán, si lo hacen, a última hora. Además, saben que en estas circunstancias no habrá problemas de quedarse sin sitio, como otras veces», explica Menchu Guadalupe. Habla del tiempo y, sobre todo, de la posibilidad de desplazarse.
Saliendo de la capital, también en el Infantado, en Ojedo, en Liébana, piensan abrir el 19 (ahora, igualmente, están con la persiana bajada). «Como es puente pensamos que podemos trabajar algo y, si no, nos vendrá bien en todo caso para arrancar». Isabel Fombellida explica que en el pasado puente de octubre, poco antes de cerrar y ya con la movilidad restringida, sí que trabajaron bien con gente de Cantabria. Una esperanza. De hecho, de la ronda de llamadas por establecimientos, es el que presenta un porcentaje mayor de reservas. Hasta un 30%. Mucho más baja de lo normal, en todo caso. Pero un 30%. Los de aquí y los de fuera, aunque «con una política de cancelación cogida por pinzas». O sea, reservas condicionadas. «Clientes indecisos ya que los políticos no son claros ni con ellos ni con nosotros».
Que hay ganas de viajar es evidente. Y el verano pasado, con un turismo adaptado a un escenario con reglas distintas, acercó a muchos nuevos visitantes a la región. «Sembramos y ahora vamos a recoger los peces», comenta Ángel Cuevas. Hay buenas perspectivas para el próximo. De hecho, en el Infantado (Ojedo) hablan, por ejemplo, de muchas reservas de ingleses para junio o septiembre (las que había para mayo se cancelaron) y en la Posada de Ojébar (Rasines) contrastan lo poco o nada que hay cerrado para la Semana Santa con las reservas que sí que empiezan a concretarse para el verano. «Sí que estamos empezando a tener».
Esperando a ver qué pasa. Lo mismo que dicen en la Posada de Ojébar, en el municipio de Rasines. Ejemplo claro de turismo rural. Así anda su clientela. Para Semana Santa «no hay nada reservado de momento». Ellos son de lo poco que sí que se mantiene abierto (el restaurante los sábados y domingos). «Algo viene los fines de semana. El último tuvimos una pareja de Torrelavega y hemos tenido otra pareja de esa zona», explican al otro lado del teléfono.
«El turismo se hace cruces en Semana Santa», titulaba este periódico un reportaje el pasado año. En abril. Allí se recordaba que en 2019 la ocupación fue del 93% en las fechas centrales de las vacaciones. Que por Cabárceno, por ejemplo, pasaron 38.000 personas. Y que para algunos negocios, los quince días pueden llegar a ser entre un 10 y un 12% de la facturación anual. «Tenemos mucho miedo al aumento de las fiestas privadas. No abrirán, pero la gente va a salir, va a hacer cosas. A ver si estamos cuidando los ratones y se nos escapan los elefantes». Eso lo dice Ángel Cuevas.
Semana Santan
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